Wikipedia, el último bastión 


La necesidad de proteger lo que queda del internet humano


Elon Musk, magnate que ha concentrado un poder sin precedentes en la esfera digital y corporativa, ha declarado la guerra a Wikipedia. La acusa de ser un «nido de izquierdistas» y la ha rebautizado, despectivamente, como «Wokepedia». Su nueva cruzada es la Grokipedia, una enciclopedia desarrollada por inteligencia artificial que promete ser, según él, una «mejora masiva». 

No es un misterio el tipo de enciclopedia que Musk quiere construir: basta con ver lo que hizo con Twitter al convertirlo en X, una plataforma en la que el discurso de odio y la desinformación se dispararon mientras se desmantelaban los equipos de moderación. Un estudio de la Universidad de California publicado en febrero de 2025 analizó más de 17 millones de publicaciones en X entre 2022 y 2023, y encontró que el nivel de mensajes con discurso de odio se mantuvo aproximadamente 50 % más alto tras la compra de Elon Musk, con aumentos notables en expresiones de racismo, homofobia y transfobia. Además, los me gusta en publicaciones de odio crecieron un 70 %, lo que indica mayor visibilidad y participación. El estudio también halló ninguna reducción —y posiblemente un incremento— en la actividad de cuentas inauténticas o bots, desmintiendo las afirmaciones de Musk sobre una supuesta mejora en la autenticidad de la plataforma. Reporteros Sin Fronteras ha calificado a X como un «santuario de desinformación»

El ataque a Wikipedia es mucho más que un berrinche del multimillonario. Es una ofensa directa contra un modelo de conocimiento que se niega a ser comprado, controlado o censurado, y que representa, quizás, la última promesa viva del internet original: un espacio de saber compartido, libre y colectivo. En un ecosistema digital cada vez más vacío y orquestado por algoritmos —donde la teoría del internet muerto cobra escalofriante sentido—, defender Wikipedia es defender la idea misma de un internet como bien común. 

La crítica de Musk se centra en el supuesto sesgo ideológico y el modelo de financiación de Wikipedia. Él y sus seguidores sostienen que está dominada por «activistas de izquierda» que impiden correcciones, eco de una narrativa familiar: cualquier intento de cuestionar privilegios o promover el cambio es una imposición ideológica. Es la misma estrategia que busca deslegitimar el debate real con una simple etiqueta, como ocurre con el término «woke» o, en nuestro contexto, con la descalificación de «caviar». 

Wikipedia se sostiene sobre una comunidad de voluntarios que escriben, corrigen y debaten en un proceso abierto y transparente. Cada artículo es el resultado de miles de pequeñas intervenciones, respaldadas por fuentes y sujetas a revisión constante. Ese carácter colaborativo, tan alejado de la lógica corporativa, suele ser usado por sus detractores para poner en duda su fiabilidad. Sin embargo, los datos cuentan otra historia: estudios como el de Nature demostraron que su precisión factual iguala —e incluso supera— la de enciclopedias tradicionales como la Britannica. Su fuerza no está en la autoridad de un nombre, sino en la vigilancia colectiva que mantiene vivo el conocimiento. 

Frente a eso, las redes sociales y las plataformas controladas por corporaciones deciden qué vemos, qué creemos y cuánto permanecemos conectados. Los algoritmos —y ahora la inteligencia artificial generativa— fabrican un flujo constante de contenido indistinguible entre lo humano y lo automatizado. Wikipedia, en cambio, sigue apostando por la lentitud del consenso, por la corrección pública, por el debate argumentado. Es un faro encendido en medio de una red cada vez más automatizada. 

El fondo del asunto no es el sesgo, sino el control. Musk no puede comprar Wikipedia, y eso es lo que realmente le molesta. La Fundación Wikimedia vive de pequeñas donaciones de millones de personas, lo que la mantiene a salvo de intereses corporativos y de la lógica del accionista. En un internet colonizado por unas pocas plataformas que priorizan ingresos y narrativas alineadas con el poder, Wikipedia resiste como un acto de descentralización ética.

Lo que simboliza Wikipedia es mucho más valioso que sus artículos individuales: es la defensa de la libertad del conocimiento. No busca retenernos ni manipularnos; confía en nuestra curiosidad. Y, en tiempos en los que una imagen falsa puede incendiar una elección, que aún exista un espacio gobernado por discusión y consenso humano es casi milagroso. 

En un mundo donde los algoritmos deciden lo que creemos, Wikipedia persiste como una rareza: un pacto de confianza entre desconocidos. Puede que el internet ya no sea el lugar que soñamos, pero entre el ruido todavía queda una voz humana escribiendo, corrigiendo, confiando. Wikipedia no es un refugio del pasado, sino una señal intermitente del futuro que aún podríamos merecer. Hay que defenderlo.


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