150 millones de historias peruanas al olvido


Con su traslado a un depósito, el Archivo General de la Nación está herido de muerte


En su celebrado ensayo El infinito en un junco, la escritora y académica Irene Vallejo narra cómo se desarrollaron los libros y las bibliotecas en el mundo antiguo y de qué manera los papiros y otros soportes fueron dando espacio al papel, que se convirtió en la tecnología más exitosa para sostener las ideas. La autora zaragozana se explaya, además, en cómo el deseo de construir bibliotecas llevó a que en las costas del Mediterráneo se erigieran venerables templos dedicados al saber, pero que, a pesar de ello, el conocimiento nunca estuvo plenamente a salvo. Así, nos recuerda lo siguiente: “Las tres destrucciones de la Biblioteca de Alejandría pueden parecer confortablemente antiguas, pero por desgracia la inquina contra los libros es una tradición firmemente arraigada en nuestra historia. La devastación nunca deja de ser tendencia. Como decía una vieja viñeta de El Roto: «Las civilizaciones envejecen; las barbaries se renuevan».”

En el Perú hemos tenido dos tristes pérdidas de la Biblioteca Nacional. El primero fue el robo cometido durante la Guerra del Pacífico, cuando los chilenos que ocuparon Lima saquearon lo que más les interesaba de las colecciones más antiguas que ahí se albergaban. La segunda ocurrió durante el incendio de 1943, que todavía se discute si fue provocado o se debió a un cortocircuito. En ambas ocasiones la labor de reconstrucción fue ardua y tuvo frutos en la primera ocasión con Ricardo Palma y en la segunda con Jorge Basadre. En el 2006 se inauguró la nueva sede de San Borja y, a pesar de sus grandes problemas, la biblioteca persiste brindando importantes servicios a la ciudadanía y resguardando el legado de los libros en el Perú.

Es evidente que los libros son más fáciles de entender y querer que los documentos albergados en el Archivo General de la Nación, motivo por el que estos no han tenido la misma suerte y, una vez, más se encuentran en peligro de desaparecer. Los causantes no son ni una guerra ni un incendio: son la desidia y el culto a la inercia de nuestras autoridades, pues ya son casi veinte los años en que los historiadores y archiveros venimos denunciando la precaria situación en la que se encuentra la memoria del país. El primer artículo que escribí sobre ello en la prensa, aparecido en El Comercio el 2 de septiembre del 2018, ya anunciaba con preocupación lo siguiente: “Siendo los documentos la base desde donde se construye la historia del país, el Archivo General de la Nación debería liderar las celebraciones del Bicentenario en vez de estar a punto de terminar en la calle”.

Desde entonces ha sucedido todo lo contrario. En los casi seis años transcurridos, el terreno adquirido con este propósito por el Estado peruano sigue baldío y los planos y expedientes técnicos siguen acumulando polvo en las dependencias. En enero de 2019 volví a escribir sobre el tema, ya que en ese momento el ministro de Cultura propuso trasladar el archivo a una ciudad de provincias como Ayacucho. En ese momento advertí que no era recomendable hacer más difícil la consulta de los documentos ya que “la función principal de un archivo histórico no es simplemente custodiar papeles viejos, debe ser también el lugar desde donde pensar el país y desde donde cada peruano puede interrogar al Estado por su lugar en él”.

Ahora el Archivo Nacional está a punto de ser trasladado con gran secretismo y ninguna discusión a un local industrial en Villa El Salvador. La actual ministra de cultura, Leslie Urteaga, firmó el pasado 11 de abril un acuerdo con el presidente del Poder Judicial, Javier Arévalo Vela, en el que se compromete a desalojar el espacio que ahora ocupa el AGN en el Palacio de Justicia. Recordemos que hace dos años se dio un fallo en última instancia que le dio luz verde al Poder Judicial para hacer uso de ese espacio. En ese momento escribí un artículo en Jugo, donde intenté dejar en claro que no somos el país de cien años de soledad, sino el de cien años de olvido. Los colegas y todos los interesados nos unimos en una campaña que demandaba que se hiciera algo al respecto y que se respetara la autonomía del archivo. En esta entrevista con Ideele Radio hablé en nombre de mis colegas especialistas sobre nuestro petitorio y apelé a quien quisiera oír que la situación era desesperada.

Ahora ya tenemos la fecha en que se movilizarán los más de 150 millones de documentos que son la base para entender el pasado de la nación: será en agosto de este año cuando se trasladarán esa multitud de cajas al mencionado local industrial. En ningún lugar, ni en ningún momento se ha explicado cuál es el plan a mediano o largo plazo para ese magma vital de contenido. No hay fecha para el inicio de la construcción del nuevo local y lo más probable es que se demore muchos años más, un tiempo en el que será imposible seguir trabajando con las colecciones, con el agravante de los documentos que se extraviarán o destruirán.

Estamos, pues, en un momento en que la memoria del país se está llevando a un territorio de gran incógnita con puerta al pesimismo. ¿Será un hito más de destrucción? ¿Será como cuando expoliaron la Biblioteca Nacional, o cuando se quemó? ¿Es este nuestro momento de la quema de la Biblioteca de Alejandría? ¿Estaremos condenados a seguir a tientas sin poder conocer realmente qué es lo que sucedió en nuestro pasado nacional? 

Una vez más, con la terquedad que urge en estos tiempos de desidia, nos toca fiscalizar y preguntar qué es lo que se está haciendo con la memoria del país.


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4 comentarios

  1. omar rojas herrera

    No me sorprende, desde 1861 el AGN no tiene sede y siempre estuvo mendigando locales para la custodia, lo de esta medida de alquilar y trasladar a un espacio en una una industrial es muy discutible, siempre el AGN fue tratado como el patito feo de las instituciones públicas. Ejemplo: ¿es justo que a un ministerio se le haya asignado edificios emblemático como la Bolsa de Valores de Lima que tranquilamente puede albergar los casi 39 km de documentos del AGN ubicados en los sótanos de palacio de justicia? En tanto se concrete la edificación de la nueva sede. Pues lo que está pasando con los archivos peruanos es un proceso de desinstitucionlacion del estado…ni que pensar de otras entidades que sus archivos están en manos de empresas privadas…la no existencia de una política de estado en archivos hace correr el riesgo a su desidia y desaparición. Otra cosa es el fortalecimiento del alicaido sistema nacional de archivos que no está dando resultados pues la situación de los archivos regionales es de lo más triste a pesar de los locales esfuerzos de muchos archiveros…

  2. Nicolas Diaz

    Confiemos en que se han previsto las mejores condiciones de conservación y seguridad, garantizando la permanencia y accesibilidad para la memoria escrita del Perú.
    La responsabilidad es grande, la ciudadanía y comunidad de investigadores, estarán a la expectativa del tema. Porque sin Archivos no hay Memoria y mucho menos Historia.

  3. Ana Ibarra Pozada

    Natalia, leo el artículo y me entristece mucho, realmente estamos yendo al despeñadero, disculpa el pesimismo, estamos retrocediendo en todo.

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