Últimos descubrimientos en la revolución del antienvejecimiento
¿Llevas un registro diario de los pasos que das, y te esfuerzas para alcanzar los 10.000? ¿Has sustituido tu lonche de tres panes con mantequilla, tamal y chicharrón por una ligera sopa de verduras? ¿Las conversaciones con tus amigas giran en torno al último test de Papanicolaou o cuándo te toca la próxima colonoscopía? ¿Estás suscritos a un boletín de Harvard o Stanford sobre longevidad? Estos podrían ser los primeros indicios de que la vejez, lástima decirlo, está a la vuelta de la esquina.
En el último siglo hemos avanzado a pasos agigantados en la prolongación de nuestra vida. Entre 1850 y 2020, la esperanza de vida promedio aumentó cerca de 2,5 años por década. Un bebé que nace hoy en Italia, España o Estados Unidos tiene una alta probabilidad de vivir hasta los 100 años. Como sostiene el demógrafo Julio Pérez Díaz,investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, hemos cambiado nuestras estrategias colectivas de reproducción. Hasta principios del siglo pasado, teníamos muchos hijos que vivían poco. Hoy, tenemos pocos hijos que viven mucho. Todo eso se debe, en gran parte, a la ciencia, que nos ha ayudado con la higiene, los antibióticos, la vacunación, el agua limpia, la alimentación y también con reducir la mortalidad prematura (de hijos y madres) en el parto. Mis abuelos, nacidos antes de las grandes guerras, fallecieron a los 70 años; mis padres ya superan de sobra los 80; si no me atropella una combi en la avenida Grau, tendría un 70 % de probabilidad de vivir entre 20 y 39 años más. Lo dice el predictor de longevidad de Flowing Data[1].
Con la prolongación de la vida no solo ha cambiado la pirámide demográfica —en 2018 había en el mundo más personas mayores de 65 años que niños menores de 5—, sino también la definición misma de vejez. Un estudio reciente publicado en la revista Nature Medicine redefine las categorías de vejez. Parece que el envejecimiento tiene tres momentos: empieza a los 34 años cuando se manifiestan los primeros signos; a los 60 años hay un nuevo pico, con señales diversas de deterioro físico y cognitivo; y es a los 78 años cuándo los órganos empiezan a fallar. Por ello, los científicos dividen el proceso de envejecimiento en tres etapas: la edad adulta, de los 34 a los 60 años; la madurez tardía, de los 60 a los 78 años, y la vejez, de los 78 años en adelante. Así que respiro aliviada: todavía soy una mujer adulta.
Según los estudios más recientes de longevidad, nuestra edad cronológica —los años, meses y días desde nuestro nacimiento— ya no es el único indicador relevante. Lo que importa ahora es nuestra edad biológica, es decir, el estado real de envejecimiento basado en la salud y función de nuestros órganos, en comparación con personas de la misma edad cronológica. “¿Qué edad tienen tus órganos?” podría ser la pregunta que pronto reemplace a aquella de “¿cuántos años tienes?”.
Un grupo de científicos de la facultad de Medicina de la Universidad de Stanford descubrió que nuestros órganos envejecen a diferentes ritmos y que reflejan nuestra verdadera edad. Estudiaron más de 3.000 proteínas en la sangre de casi 5.000 pacientes y, utilizando el aprendizaje automático —una forma de inteligencia artificial— modelaron el envejecimiento de once órganos principales, el tejido graso, arterias, cerebro, corazón, tejido inmunitario, intestino, riñón, hígado, pulmón, músculos y páncreas. Encontraron que la edad de los órganos variaba considerablemente entre individuos, incluso si tenían la misma edad cronológica. Con esta información lograron predecir con gran precisión la edad de los participantes en el estudio y afirman poder predecir la incidencia de enfermedades y su mortalidad hasta 15 años en el futuro.
Los nuevos desarrollos médicos que se esperan en la próxima década podrían prolongar la vida humana en aproximadamente 30 años. No solo podremos determinar la edad de nuestros órganos con una simple gota de sangre, sino también recetar medicamentos transformadores: ¿estamos cerca del elixir de la eterna juventud?
El doctor Michael Roizen, director de Bienestar de la Clínica Cleveland, cree que tan pronto como en la próxima década, los 90 años serán los nuevos cuarenta. Tendremos terapias para restaurar la vitalidad física de un viejo abuelo a la que tenía durante sus años de mediana edad, como aquellas que eliminan las células senescentes, reducen la inflamación con la proteína irisina o rejuvenecen tejidos con células madre.
El doctor Sinclair, profesor de genética en la facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, conocido por su trabajo en el campo de la longevidad y la epigenética, es aún más optimista. Está seguro de que podríamos ver una píldora de reversión de la edad accesible por tan solo 10 dólares en los próximos cinco o seis años. No es ciencia ficción: es lo que está investigando una de sus compañías de biotecnología. Pero esa es otra historia, que dejaremos para un próximo jugo.
[1] Con base a datos de la Seguridad Social de Estados Unidos.
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