Diez motivos para ir a las urnas en seis meses
- Porque nuestro Estado está colapsando. La Amazonía se quema, el crimen y las economías ilegales se están apoderando del país, nuestro mar está siendo saqueado por embarcaciones extranjeras, la anemia infantil sigue en aumento, nuestra memoria histórica corre peligro. No hay nada que se esté haciendo bien y, si continuamos en este camino, sufriremos las consecuencias por varias generaciones.
- Porque ninguno de los problemas gravísimos podrá ser solucionado por este gobierno o este Congreso. A lo largo de los últimos tres años no han demostrado tener la capacidad, ni tampoco siquiera la intención de hacer frente a esta situación. El Ejecutivo no cuenta con el mínimo liderazgo, mientras que el Congreso no hace sino empeorar el marco legal existente en casi todos los campos.
- Porque hoy el único consenso entre quienes están en el poder sirve para garantizar su impunidad en graves denuncias de corrupción y violación a los derechos humanos. No hay interés público en su motivación. Ningún país es mínimamente viable y ninguna democracia es sostenible bajo ese supuesto. La injusticia nunca traerá paz.
- Porque veintiún meses más de este Congreso suena a una pesadilla. Están destruyéndolo todo: la reforma educativa, el servicio civil, el balance de poderes, la lucha contra la corrupción, la lucha contra la criminalidad, la disciplina económica. ¡Y todavía tienen cuatro legislaturas por delante!
- Porque ni siquiera son capaces de respetar el consenso económico. Buena parte de la fortaleza del país de las últimas décadas se debe a que las crisis políticas no afectaban el manejo responsable de la economía. Eso quedó en la historia. El Ministerio de Economía y Finanzas es un fantasma de lo que alguna vez fue, es incapaz siquiera de cumplir las reglas fiscales o protestar frente a las barbaridades populistas del Congreso.
- Porque este es uno de los gabinetes ministeriales más mediocres y cuestionados de nuestra historia reciente. En circunstancias normales, varios ministros actuales ya habrían sido censurados o habrían renunciado por su clamorosa incapacidad o los incontables escándalos en los que están envueltos. Y la presidenta no tiene manera de armar un mejor equipo.
- Porque mientras más tiempo dure una presidenta y este Congreso sin legitimidad, más posibilidades hay de caer en las manos de un populista antisistema. El índice de aprobación del Ejecutivo y el Legislativo es tan bajo que entra dentro del margen de error de las encuestas. Mientras más frustración tenga la gente, más molesta votará. La ira es una mala consejera.
- Porque cualquier reforma electoral será para peor. Cuando varios señalamos a inicios del 2023 que debían adelantarse las elecciones como parte de la salida a la crisis política, la respuesta fue que era necesario aprovechar el tiempo para realizar reformas legales que permitan elegir mejor. A estas alturas del partido, queda claro que cualquier reforma que salga de este Congreso, en esta coyuntura, será para peor, y beneficiará justamente a aquellos de los que queremos librarnos.
- Porque la oferta electoral no va a variar. Ya se venció el plazo legal para la inscripción de militantes en los partidos políticos que quieran aspirar a ser candidatos presidenciales y vicepresidenciales. Es lo que hay. El próximo presidente o presidenta saldrá de una lista que ya se cerró. No hay más.
- Porque hay una amenaza real de que las próximas elecciones no sean libres ni justas. El Congreso continúa en su campaña por inhabilitar políticamente a todo aquel que vea como una amenaza electoral a la coalición gobernante, además de continuar la guerra contra los organismos electorales para quitarles independencia. En seis meses podemos tener elecciones democráticas; en quince meses, no queda claro. Hoy todavía es viable una salida a la crisis.
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