La IA está revolucionando la arqueología, pero el significado de las Líneas continúa siendo un enigma
El lunes pasado, desde la redacción de la revista NewScientist, apareció una intrigante noticia en la notificación de mi pantalla: “Con ayuda de la Inteligencia Artificial, descubren cientos de antiguos dibujos de Nazca en el desierto peruano”, afirmaba el titular. “Una primicia para los lectores de Jugo del próximo lunes”, pensé. Pero, a los pocos días de lanzada, la buena nueva ya había dado la vuelta al mundo y mi esfuerzo de redacción debía consistir ahora en evitar que la columna se convirtiera en un refrito.
Las portadas de nuestros principales medios y de los diarios de todo el planeta difundieron la noticia por todo el mundo. Entre 2022 y 2023, un grupo internacional de científicos había descubierto trecientos tres (303) nuevas fascinantes figuras en el desierto peruano. Los geoglifos, que representan aves, peces, gatos, camélidos, orcas asesinas y figuras humanoides, se sumaban al legado del Patrimonio Mundial de la Humanidad declarado por UNESCO en 1994, que incluía sus ya famosos dibujos —en escala gigante— de la araña, el colibrí y el mono con cola en espiral que inspiró nuestra Marca País.
El autor colectivo de esta notable hazaña fue un equipo multidisciplinario de la Universidad de Yamagata(Japón) liderado por Masato Sakai. Aplicando una novedosa metodología de “búsqueda arqueológica”, el grupo de especialistas entrenó un modelo de Inteligencia Artificial (IA) para buscar los dibujos en fotografías aéreas de las pampas de Nazca, sobre una extensión de más de sesenta mil hectáreas. Con base en el entrenamiento, la IA produjo un mapa cuadriculado que categorizaba la probabilidad de que cada cuadrado contuviera geoglifos. Los científicos seleccionaron las cuadrículas más prometedoras, las analizaron manualmente una a una y realizaron inspecciones de campo para comprobar las evidencias in situ. Si bien les tomó casi un año de minuciosa labor, la IA aceleró el proceso de selección en un factor de 50 en comparación con los lentos métodos tradicionales de estudio, que identifican visualmente los geoglifos a partir de imágenes de alta resolución.
Con unos 9 metros de largo, los geoglifos recientemente lanzados a la fama son más pequeños y antiguos que las Líneas de Nazca ya conocidas, las cuales, con sus descomunales formas geométricas, se extienden varios kilómetros, mientras las figuras de animales salvajes alcanzan unos 90 metros de largo en promedio (el colibrí, por ejemplo, es un gigante de 93 metros).
Los científicos también clasificaron los geoglifos y rutas de caminata encontradas en las pampas. Las rutas de caminata se dividen en senderos sinuosos y caminos formales, en tanto que los geoglifos se dividen en geométricos y figurativos. El inventario mejorado aclara asimismo la ubicación de las figuras: mientras los grandes geoglifos están asociados a la red de figuras geométricas y los caminos principales en la meseta desértica, los pequeños dibujos terrestres se localizan en laderas próximas a senderos sinuosos. Si bien esta tendencia está por confirmarse con el análisis de más imágenes, entender la relación entre el tamaño, la forma y la ubicación en la red de caminos resulta importante para interpretar la función de las figuras. Por ejemplo, los geoglifos que representan animales salvajes están situados cerca de una red de líneas y trapezoides, lo que sugiere un probable uso comunitario para rituales. En cambio, los dibujos que representan principalmente a humanos, animales domesticados y cabezas decapitadas, tienden a ubicarse cerca de antiguos senderos, sugiriendo una observación individual o en pequeños grupos. Muchas líneas irradian o convergen desde un centro y están asociadas con rutas de peregrinación hacia y desde el templo de Cahuachi o hacia el origen del río Nazca. Se presume que los antiguos habitantes del valle del río Ingeniodiseñaron esa red para peregrinar hacia allí.
La cultura nazca comenzó a tallar esas obras de arte en el suelo hace unos dos mil años, una operación consistente en rascar la roca superficial rojiza del desierto para revelar un terreno más claro. El primer registro científico de las Líneas fue en 1927 y, a pesar de los casi cien años de investigación arqueológica ulterior, todavía no conocemos su significado. ¿Por qué los nazcas trazaron descomunales imágenes en la tierra si solo podían verse desde el cielo? ¿Dibujaron un mapa de las constelaciones? ¿Fue el dibujo de un manual de instrucciones para la siembra y cosecha? ¿O, más bien, un mapa geohidrológico para identificar los puntos de agua y trazar canales subterráneos? ¿Son los geoglifos señales de un diálogo espiritual de los nazcas con sus dioses? ¿O un simple juego de entretenimiento artístico?
A medida que la IA continúa acelerando los descubrimientos en arqueología, no puedo sino recaer en lo mágico de reflexionar sobre el vasto enigma que aún queda por descubrir en las pampas de Nazca. Con cerca de mil dibujos identificados esperando validación en los próximos años, el potencial para desentrañar el significado detrás de estos impresionantes geoglifos quizás aguarde más cerca que nunca. Tal vez pronto logremos entender el rompecabezas de senderos, caminos, geoglifos, restos cerámicos, asentamientos humanos y centros ceremoniales de esa intrigante civilización precolombina. Mientras tanto, el mono de Nazca y los demás dibujos en el desierto permanecerán ejerciendo la función de majestuosos (y misteriosos) monumentos.
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