Una “igualada” ovacionada en Harvard


Francia Márquez Mina y su impresionante historia son un motivo para reflexionar sobre las comunidades afrodescendientes en América Latina


“Mis ancestros no fueron esclavos. Somos descendientes de hombres y mujeres libres que fueron esclavizados”. Estas son las palabras que abren el documental Igualada (2024), en el que se ve a Francia Márquez Mina frente a miles de personas durante un encendido mitin previo a las elecciones en las que se convertiría en la primera vicepresidenta afrodescendiente de Colombia. Durante este momento, añade: “Me han dicho que soy una igualada. Pues sí, soy ‘igualada’, ¿y qué?”.

Resulta difícil resumir la trayectoria de Márquez Mina: luchadora comunitaria en su natal Cauca, donde enfrentó a empresas extractivas extranjeras; trabajadora doméstica en Cali; sobreviviente de varios atentados; candidata política y actualmente vicepresidenta de su país. Pero en este proceso, ella no solo ha sido una activista por su comunidad, sino que también nos ha permitido conocer sus reflexiones filosóficas sobre la sociedad desde una perspectiva racializada.

Generalmente, cuando se piensa en la clase política de un país latinoamericano, se suele imaginar a hombres urbanos de las ciudades principales, no tanto a mujeres rurales con un profundo trabajo de base política. Márquez Mina es una de esas excepciones. Durante su trayectoria ha generado alianzas y ha entendido que los problemas locales de su comunidad pueden conectarla con diversos grupos y así proponer lecturas alternativas para imaginar modelos de desarrollo social. Uno de sus eslóganes más conocidos es “Soy porque somos”, que enfatiza que el desarrollo económico y las políticas públicas no deben hacerse a costa del sufrimiento de personas marginalizadas, sino basándose en la relacionalidad. Para ello, es crucial reconocer las voces y presencias que generalmente no son vistas como agentes legítimos en la toma de decisiones gubernamentales, tanto a nivel local, regional o nacional. Márquez Mina expone que su frente político de izquierda parte desde la experiencia afrodescendiente, pero considera vital empatizar y coconstruir con las luchas de los pueblos indígenas, mujeres y la comunidad LGBT.

Este documental, dirigido por Juan Mejía Botero, acompaña a Francia Márquez desde 2009 hasta su llegada a la vicepresidencia en 2023 y nos permite conocer más del contexto del que proviene Márquez Mina y cómo, a pesar de las sistemáticas injusticias, ha logrado no solo salir adelante de manera personal, sino también inspirar a nuevas generaciones. El documental está excelentemente narrado y, aunque se enfoque en Colombia, es inevitable pensar en cómo muchas de las situaciones y dinámicas se replican en el resto de América Latina.

Un aspecto que también expone el documental es la gran resistencia de ciertos grupos políticos y trolls de internet que hasta hoy no le reconocen humanidad y capacidad intelectual a la vicepresidenta Márquez Mina, únicamente por sus orígenes y color de piel. Una cosa sería diferir con ella políticamente, pero como ya han denunciado organizaciones de derechos humanos, muchos grupos de ultraderecha aprovechan las plataformas virtuales para canalizar discursos de odio.

Tuve la oportunidad de ver este documental días antes de la llegada de Francia Márquez Mina a la Universidad de Harvard, donde en una bella ceremonia fue condecorada con la medalla Du Bois por su trayectoria y contribuciones a la cultura y estudios afrodescendientes. Durante su discurso de aceptación compartió cómo, gracias a la existencia de importantes pensadores y una currícula que reconoce el impacto de las comunidades afro y el legado de la esclavitud en nuestra sociedad contemporánea, se puede construir sociedades más justas. Sus palabras se pronunciaron en un contexto donde hay una ola fanática que busca censurar libros y temas de discusión sobre raza y etnicidad en la educación en Estados Unidos. Esta medalla lleva el nombre de W.E.B. Du Bois, uno de los intelectuales afroamericanos más influyentes del siglo XIX y líder por los derechos civiles, que además fue egresado de Harvard. Del mismo modo que ella se ha inspirado en las ideas de Du Bois, su labor e ideas también hacen lo mismo entre diferentes académicos y activistas. 

Justo antes de ese evento al que pude asistir, conversaba con mis estudiantes sobre por qué Francia Márquez Mina utiliza el término “persona esclavizada” en lugar de “esclavo”. Una de mis estudiantes respondió que este término nos ayuda a recordar que, más allá de la condición de esclavitud, hay humanidad, cultura y conocimientos conectados a estas comunidades. Este puede ser el primer paso para aprender a escuchar más, en lugar de simplemente calificar de “igualadas” a personas que provienen de estos contextos y luchas. Como Márquez Mina ha señalado en varias oportunidades, la meta es seguir avanzando “hasta que la dignidad se haga costumbre”.


¡Suscríbete a Jugo haciendo click en el botón de abajo!

Contamos contigo para no desenchufar la licuadora.

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

diez + 10 =

Volver arriba