Si nuestra población no va a dejar de crecer, ¿por qué tipo de alcalde debemos votar?
Hay fotos que son toboganes al pasado y la que me he encontrado me ha zambullido en un torrente de pensamientos. Cómo ordenarlos todos. Quizá deba empezar por describir la imagen: se trata de una amplia rotonda con parterres floridos, alrededor de la cual circulan cuatro autos. El sol cae sobre muy pocos paseantes y en el plácido círculo desemboca un ancho camino arbolado en el que sobresalen dos casonas campestres: parece una villa de descanso a la hora de la siesta. La leyenda bajo la foto, no obstante, hace estallar mi cabeza: es el actual óvalo de Miraflores, ese núcleo donde hoy confluyen miles de limeños y turistas cada hora, entre buses y microbuses rugientes, ciclistas y motociclistas muy alertas; restaurantes, multicines, torres de oficinas y un gran almacén con gigantescas pantallas digitales.
Por el modelo de los pocos autos que transitan, calculo que la foto fue tomada hacia 1955*, esto es, unos quince años antes de que yo naciera. Hasta donde sé, cuando nací Miraflores ya se erguía como un nuevo polo comercial de Lima: ¿tanto pudo cambiar mi actual vecindario en una década y media? ¿Se le puede arrebatar la placidez a una ciudad en solo un pestañeo?
Pienso en mis lamentaciones y luego me digo: conchudo. Tú, que añoras esa antigua calma y que te lamentas de cada nueva demolición en tu barrio, ¿no vives acaso en un edificio que fue antes una de esas casas?
Como toda invención humana, las ciudades traen grandes beneficios y bemoles: minimizan nuestros esfuerzos de traslado para intercambiar nuestros bienes y labores, y también para acceder a servicios básicos; pero también pueden ser focos de inseguridad, insalubridad y hacinamiento. La inclinación hacia alguno de esos extremos depende de qué tanto se planifique su crecimiento, y ya sabemos que el de Lima fue explosivo y superó cualquier tentativa del Estado: cuando se tomó la foto que describí, la capital peruana debía tener aproximadamente un millón y medio de habitantes, y menos de veinte años después, en 1972, ya tenía cerca de tres millones y medio.
Si convenimos en que el principal beneficio que ofrece una metrópoli es la concentración de ofertas que nos ahorra energías, y si estamos también de acuerdo en que la humanidad no va a dejar de reproducirse, entonces debemos acostumbrarnos a la idea de que nuestras ciudades deben crecer verticalmente para ser viables. Esa foto que evoca nostalgia debería guardarse como un recordatorio y no tanto como una brújula, porque aquel mundo ya fue arrasado por la realidad. Hoy debemos aspirar a vivir en predios compartidos, con comercios y terrazas cercanos a nuestras puertas, con árboles en nuestras veredas y un acceso libre a parques y lugares públicos donde podamos recrearnos con civilidad, con un transporte integrado supervisado por el Estado, y un mar y unos ríos que nos convoquen a sus orillas.
La semana pasada, el Concejo Metropolitano de Lima aprobó el Plan de Desarrollo Metropolitano al 2040 que, si fuera puesto en práctica por nuestras autoridades con una voluntad política de largo plazo, ayudaría mucho a cambiar la impresionante fragmentación de nuestra metrópoli, y no como ha ocurrido en los últimos cuarenta años, donde han sido los aislados emprendimientos privados los que han propiciado el destino de nuestros traslados.
¿Qué está ocurriendo, sin embargo? A una semana de las elecciones municipales, los candidatos a la alcaldía de Lima más perseguidos por las cámaras hablan de competencias que no son estrictamente suyas, como la seguridad, o de ideas esperpénticas como crear playas artificiales. Y, por supuesto, los aspirantes a reyezuelos en esa insólita atomización en distritos que atenta contra la planificación están por lo mismo.
Si usted vive en una ciudad peruana y busca elevar su calidad de vida, le doy un consejo, aunque apueste a perdedor: guglee qué candidato habla de un plan metropolitano en sus intervenciones y vote por él o por ella. Yo, en Lima, hasta ahora he encontrado dos.
Tal es la foto del momento.
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(*) Aquí un enlace para ver la fotografía: https://www.facebook.com/miraflorescorazon2018/photos/3224454581145370
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Una foto parte de la historia d la historia d Lima, rescatando lo mejor d su pasado
Pienso q está en manos del Gobierno Central (debería decir del Congreso también pero son inválidos mentales) Una política que aliente la migración hacia la sierra:
Al menos concretando una sola idea: en lugar d un tren d cercanías, se debería construir trenes en lugares accidentados d nuestro pais: la sierra, me imagino un tren desde Chota hasta Piura y puerto d Sullana
Y a nivel municipal junto con inversión privada, una política d ordenamiento poblacional, dónde los edificios rodeen los cerros en lugar q se construyan casas en sus faldas, previa modificación d parámetros urbanos
Al principio tenía dos opciones, pero debido a cuestionamientos q surgieron en uno de ellos, voy por La Candidata a Lima… Y a nivel distrito, elegiré Morado (coherente con mi idea que para cambiar de nefastos políticos, elijamos nuevos partidos politicos)
En efecto, Eduardo, la candidata a Lima es una de las dos opciones.
Un abrazo.
Buenas noches Gustavo… Mi voto x la alcaldía está decidido… Es necesario pronunciarme (no es lo usual) para aclarar mi opción y justificarla: Elizabeth León x el Partido d la Escoba
*Ing Civil ≠ Ing Civil Uni
*No es tránsfuga
*Limpia judicialmente
*Partido nuevo
*Perfil bajo
*Antecedentes aceptables para ejercer Alcaldia
Si bien no destacó en Debate JNE, tampoco desentonó.
Es necesario este comentario para reconocer a uno de los mejores candidatos para la Alcaldía a mi parecer
Pase el dato, Gustavo (de los dos candidatos) que de alguna manera su capacidad de información es mayor… Lo que pasa es que veo (como en cada elección) un retacito por aquí, otro por allá… y si se unieran esos retazos, me preguntó ¿Qué saldría?… ¡Mary Shelley!… Hummmm… No tanto ¿no?… Por allí debe haber un buen componedor… ¿Dónde?… ¿Quién?
Saludos
(pase el dato)