Una creencia tumbada, al menos globalmente


¿Los gobiernos responden a las preferencias de los más pobres o los más ricos?


Sobre las desigualdades en la sociedad se ha escrito, se escribe y se continuará escribiendo mucho. Las reflexiones son amplias y variadas en perspectivas. Una de ellas concierne a la perspectiva económica que, a su vez, podría considerar dos prismas: cómo se mide, y si le conviene o no la desigualdad a la sociedad.

Con respecto a cómo se mide la desigualdad, se suele utilizar el coeficiente de Gini, que oscila entre 0 y 100, en el que los valores menores indican menor desigualdad de ingresos. Por ejemplo, con datos de 2021, el Banco Mundial ha medido el valor del coeficiente de Gini para Brasil (52), Colombia (51.5), Argentina (42), Bolivia (40.9) y Perú (40.2). Este coeficiente se puede calcular para los ingresos antes de impuestos o aquellos después de impuestos. Cuánto baja el nivel del coeficiente de Gini una vez descontados los impuestos es una medida de la magnitud de la redistribución de ingresos en una sociedad.

El otro tema —cuánta desigualdad de ingresos le conviene a una sociedad— ya implica tocar la escala de valores de las personas en ella. Se puede argumentar que es necesaria cierta desigualdad para que las personas tengan los incentivos para dar lo mejor de sí y esforzarse para salir adelante. La validez de este postulado depende de cuánta movilidad social realmente experimenta una sociedad y ésta, la movilidad social, es complicada de medir, pues se requiere datos de familias en diferentes puntos del tiempo y para varias generaciones. 

Estas reflexiones conducen a un asunto adicional que ya roza los temas de la economía política: ¿cómo así las sociedades establecen sus políticas sobre desigualdad? En el mundo real, esto depende del proceso político: se postula a elecciones con una determinada plataforma y el partido ganador la implementa al llegar al poder. 

Este es el contexto para comprender la reciente contribución de Marechal, Cohn, Yusof y Fisman, economistas de la Universidad de Zurich, que se preguntaron sobre las preferencias de quiénes en la sociedad se encuentran reflejadas las políticas redistributivas de 93 países, Perú entre ellos. Los autores parten de dos hipótesis que se encuentran en la literatura académica sobre el tema. De un lado está el modelo del votante mediano: el nivel de redistribución de ingresos responde a las preferencias del votante que divide a la población por la mitad, ya que así se ganan las elecciones. 

Por otro lado, se encuentra el modelo de captura, que postula que las élites dominan el resultado, ya que prefieren menos redistribución en la medida que prefieren pagar menos impuestos.

¿Qué han hecho los autores en esta investigación? Aplicar métodos econométricos para encontrar la relación entre una medida convencional de redistribución y las preferencias por redistribución entre grupos de la población, separados por estrato socioeconómico. La medida convencional de redistribución es la diferencia entre el coeficiente de Gini antes de impuestos respecto del calculado después de impuestos. Las preferencias por redistribución se obtuvieron de las respuestas a cuán de acuerdo están las personas con frases dentro del espectro que va desde “Necesitamos diferencias más grandes en los ingresos para incentivar el esfuerzo de las personas” a “Los ingresos de las personas deberían ser más iguales”. El estudio econométrico también incluye variables que podrían afectar el resultado, como son el tamaño de la economía, cuán democrática es la sociedad, el tamaño de la población, así como medidas alternativas de las variables de interés (redistribución y preferencias por redistribución).

Los resultados del estudio sobre la relación entre la redistribución de ingresos en una sociedad y las preferencias por redistribución entre los miembros de esa sociedad muestran que son las preferencias de quienes están en los niveles socioeconómicos más bajos las que mejor predicen el nivel de redistribución que alcanza una sociedad. Este es un resultado que echa por tierra las hipótesis de que son las élites económicas las que capturan el proceso político para garantizar un menor pago de impuestos y, por lo tanto, una menor redistribución de ingresos. 

Pero recordemos que este es un estudio que abarca 93 países.
Me pregunto quién será el economista que se anime a replicarlo solo para nuestro país.


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