Un julio que da envidia deportiva 


Los cambios que debemos hacer para tentar el podio en todos los deportes


Manuel Glave es economista e investigador principal del Grupo de Análisis para el Desarrollo-GRADE, y profesor principal del departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Es doctor en Economía por la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. Entre sus investigaciones destacan las realizadas sobre sistemas de producción campesina en ecosistemas de montaña, participación comunal en áreas naturales protegidas y valoración económica de la diversidad biológica y los servicios ambientales. Ha sido presidente del Seminario Permanente de Investigación Agraria (SEPIA) y, con Juana Kuramoto, coordinador nacional del proyecto Minería, Minerales y Desarrollo Sostenible (MMSD). También ha sido presidente de la Federación Peruana de Ajedrez.


Para quienes gustamos de los deportes este julio está siendo único y maravilloso: hemos disfrutado de una quincena intensa de fútbol con los partidos de la Copa América y de la Eurocopa, del mejor tenis en Wimbledon y, por si esto fuera poco, faltan pocos días para que se inicien las Olimpiadas de París, que, curiosamente, por la naturaleza colonial del país anfitrión se realizará en varias partes del planeta. 

A manera de prólogo, recordemos entonces las sorpresas que dieron Canadá y Venezuela en el fútbol —a propósito, conviene recordar que Venezuela fue subcampeón mundial en la categoría sub 20 el año 2017 y que parte de su actual plantel proviene de ese equipo—, también el ascenso de Lamine Yamal como revelación de la Eurocopa cuando aún tenía 16 años —formado en la “masía” del Barcelona iniciada por Johan Cruyff en 2001—, y las recientes medallas obtenidas por Perú en el Sudamericano de Atletismo sub 20 en las carreras de fondo gracias a las grandes Kimberly García, Inés Melchor y Gladys Tejeda, entre otras.

¿Qué factores deben combinarse en un país como el Perú para lograr éxitos internacionales como los mencionados? ¿Cuáles son los principales problemas que enfrenta nuestro deporte para realmente iniciar una nueva etapa de competitividad? 
Para que el deporte se convierta en un mecanismo de consolidación de identidad nacional y en un elemento de formación integral, permítaseme resumir dos condiciones necesarias.

En primer lugar, está el desarrollo institucional detrás del sistema deportivo. Si bien la Ley General del Deporte aprobada en 2001 distinguió claramente las tareas de masificación del deporte (a nivel escolar, municipal y universitario) de las de la alta competencia (deporte federativo), lamentablemente la ley homogeniza las disciplinas deportivas con el modelo de clubes y ligas basado en la realidad del fútbol profesional, pero que es inaplicable en las más de 50 federaciones deportivas nacionales. El resultado de esta atrofia institucional no solo es la corrupción y debilidad institucional en las que se encuentran muchas federaciones deportivas —¡el Perú no puede competir en básquetbol internacional desde hace más de diez años!—, sino que no se ha podido desarrollar un puente entre la política de masificación del deporte en colegios, universidades y municipios con el deporte de alta competencia. Ante la ausencia en Perú de clubes sociales y barriales —como ocurre en Argentina o Uruguay—, una revisión integral de la ley debe tener como elemento central una promoción mucho más agresiva y eficaz del deporte escolar, del deporte universitario y del deporte a nivel de gobiernos locales, y de cómo estos se pueden asociar a los centros de alto rendimiento de las diferentes disciplinas federativas, los cuales, al menos en algunas disciplinas como el fondismo y el surf, han mostrado una enorme efectividad.

La segunda condición contempla la incapacidad que tenemos como sociedad, desde hace décadas ya, de desempeñarnos en un mercado profesional. Aquellas años dorados en que el Perú era competitivo en el fútbol continental, en que el vóley femenino era campeón sudamericano de manera repetida, teníamos medallas de atletismo, básquet, billar, y hasta destacábamos en boxeo y en diferentes disciplinas, eran tiempos de un deporte fundamentalmente amateur. Apenas se profesionalizó el deporte y se necesitó el desarrollo de mercados profesionales —incluyendo mercados de trabajo debidamente regulados— nuestra capacidad de competir a nivel internacional ha caído dramáticamente, sobre todo en los deportes colectivos. El mejor ejemplo no es el fútbol, sino nuestro querido vóley femenino: en los últimos años el Perú, que acostumbraba a ser campeón sudamericano, medalla panamericana y hasta medalla olímpica, ha descendido a pelear el quinto o sexto lugar en Sudamérica. 

Las divisiones menores de los clubes profesionales de fútbol en el Perú son uno de los mejores ejemplos de esta falta de profesionalismo, sin planificación ni equipos técnicos multidisciplinarios, y con nula competitividad a nivel continental. Recordemos que el Perú nunca ha clasificado a los mundiales de fútbol en las categorías sub 17 o sub 20, con la excepción de la generación de los llamados “jotitas». 

Los Juegos Panamericanos de Lima 2019 fueron una enorme oportunidad, lamentablemente perdida, para enfrentar estos desafíos. El legado de aquellos Panamericanos debió centrarse en el fortalecimiento organizacional y en el vínculo entre el deporte de masas y el deporte de alta competencia, y no quedar única y casi exclusivamente en el cuidado y aprovechamiento de la extraordinaria infraestructura que dejaron. 
A solo tres años de los próximos Juegos Panamericanos de Lima 2027 se nos presenta una segunda oportunidad. Esperemos no volverla a desperdiciar. 


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1 comentario

  1. Juan Garcia

    El problema quiza sea la tenaz negativa (consciente o no) de los dirigentes a que los deportistas peruanos sean profesionales. Quizas influya la insistencia de los dirigentes en idealizar al deportista «amateur-mendigo» que depende de la buena voluntad y generosidad de entes publicos (Ministerios, institutos armados), mientras los directivos de cada Federacion defienden con dureza sus sueldos… ya olvidaron que Man Bok Park debia entrenar equipos en Japon para ganar un sueldo que Peru le negaba, o como las voleibolistas migraban a Italia al ser inviable aqui una liga profesional de voley (hasta hoy).

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