Inti Raymi, ¿marca registrada?


Una denuncia cusqueña, los retos de la autenticidad cultural inca y sus adaptaciones


El mes de junio es tiempo jubilar en la ciudad del Cusco. A 3.400 metros de altura, la urbe imperial peruana se prepara para su festividad central que sucede cada 24 de junio: el Inti Raymi o Fiesta del Sol. Participan comparsas, danzantes, autoridades, comunidades indígenas. El evento cuenta con la asistencia de la población local, junto a turistas nacionales y extranjeros. De pronto pienso un detalle de esta fecha: Cusco, antigua capital inca, es seguramente la única ciudad peruana* en donde a nadie le importa saber o celebrar la ‘fecha’ de fundación española. En contraste, Lima, excentro del virreinato colonial, cada 18 de enero celebra el aniversario de cuando el conquistador Francisco Pizarro llegó al valle del río Rímac y decidió construir su casa sobre la ya existente morada del cacique indígena Taulichusco.

Los cusqueños han generado un sentido de orgullo en sus celebraciones culturales que, según el estudioso Pablo Ojeda Vizcarra,también funcionan como una manifestación política para contrarrestar la influencia de la capital peruana, ciudad percibida como más europeizada y menos andina. En esta lógica parecería tener sentido lo que ha ocurrido recientemente: la Municipalidad del Cusco amenazó con denunciar al distrito limeño de San Juan de Lurigancho por intentar montar su propio Inti Raymi fuera de la antigua capital inca. Aquí hay que varias cosas para analizar.

En el comunicado que compartieron, indicaron que un impedimento de hacer el Inti Raymi fuera de Cusco sería la existencia de una especie de ‘patente’ registrada en la oficina del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi). Pero, más allá del legalismo, ¿es posible patentar una representación milenaria o tradicional? ¿Qué tal si mañana Puno prohíbe representaciones de Manco Cápac y Mama Ocllo, muy comunes en las escuelas peruanas, o si Piura restringiera que la gente se vista como el héroe Miguel Grau para Fiesta Patrias?

Tal vez la lógica desde las autoridades en Cusco y el EMUFEC —la empresa municipal que organiza las festividades— es que el Inti Raymi tal como lo conocemos ahora es un guion realizado por intelectuales peruanos de inicios del siglo XX, incluido el conocido escritor José María Arguedas. En 1944 fue la primera vez que este guion revisado y aprobado por el Instituto Nacional de Cultura —ahora Ministerio de Cultura— se puso en escena en Cusco. Sin embargo, el Inti Raymi, al ser una festividad que viene de mucho más atrás en el tiempo, hoy en día se celebra también en Quito, Bogotá, el norte de Argentina e incluso afuera de la Andes, en ciudades como Londres, Nueva York o Madrid, debido a la presencia de comunidades migrantes andinas. Y cada uno de esos eventos hace sus propias adaptaciones. Bajo esta óptica, es pertinente que el distrito con más hablantes de quechua del Perú, San Juan de Lurigancho, haya planeado su propia representación del Inti Raymi.

Incluso, hasta la misma celebración ‘oficial’ en Cusco ha pasado por fases de transformación: este 2024 ha sido la primera vez que en la representación la coya —la esposa del inca—, ha tenido un diálogo. Antes, únicamente era el inca quien dirigía palabras en quechua al público, mientras que la actriz que representaba a su consorte acompañaba en silencio. Mientras algunas personas se han opuesto a esta innovación, otras la ven como una adaptación acorde con tiempos de más equidad de género sin que eso sea menos auténtico. Es decir, ¿representamos conforme a lo que éramos, o representamos lo que ahora somos?

Hablar de la autenticidad siempre es una tarea difícil, porque se trata de un concepto que va variando con el tiempo. Como indicó Eric Hobsbawn en su célebre libro La Invención de la Tradición, lo auténtico es un grupo de prácticas o características a las que le hemos asignado un valor simbólico importante y, en este caso, el Inti Raymi es mucho más que una representación histórica o una patente: es un espacio de reafirmación cultural. Es entendible también que, dado el contexto histórico, desde Cusco la reacción haya sido a la defensiva. Pero, como señala Hobsbawn, es importante recordar el origen de lo auténtico para ser flexible al luchar por mantener tradiciones que honren nuestra herencia cultural y, al mismo tiempo, saber adaptarnos a lo que la realidad necesita. 

*Nota al pie: diferentes ciudades en Perú también celebran su reconocimiento legal post-independencia. Para este artículo pienso más en ciudades que preceden al Perú como república y que deciden identificarse mediante sus fundaciones españoles en lugar de otros eventos conectados a su historia prehispánica.


¡Suscríbete a Jugo haciendo click en el botón de abajo!

Contamos contigo para no desenchufar la licuadora.

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

2 × tres =

Volver arriba