La importancia de hablar del Perú diversamente, quizás como adversarios, pero no como enemigos.

Hace apenas unos días, el 4 y 5 de abril, se realizó por primera vez en la Universidad de Harvard el Perú Conference 2025, un evento dedicado a analizar el Perú y sus retos actuales. Esta actividad congregó a académicos, técnicos, educadores, empresarios, políticos, estudiantes e incluso a un expresidente. Los grupos organizadores fueron la Asociación de Estudiantes Peruanos en Harvard (HAPS) y el grupo de peruanos de la Escuela de Gobierno de la misma universidad (Peruvian Caucus). Diferentes países, como México, Brasil y Colombia, llevan años organizando eventos similares, los cuales han captado gran atención en sus países de origen también, y ya era momento de crear un espacio así para Perú.
Meses atrás conversé con algunos organizadores sobre el objetivo de un evento así, y surgieron varios argumentos: por un lado, este tipo de plataformas realza la figura del Perú dentro de una de las universidades más reconocidas del mundo. También es una forma de recordar que los peruanos en el extranjero —más de 3 millones— siguen siendo peruanos y desean ser parte de la conversación sobre cómo aportar al país. Pero hubo un argumento que resonó aún más, dado el contexto y crisis política que enfrenta nuestra patria: la necesidad de facilitar conversaciones sobre los temas difíciles que no estamos teniendo. Precisamente, ese fue el eslogan seleccionado para esta primera edición.
En Perú, parecemos estar atrapados en una polarización y crisis política que dificulta el diálogo abierto desde diferentes frentes. De algún modo, este evento buscó fomentar dicho diálogo, convocando a personas de diversas trayectorias y visiones sobre el Perú. Como profesor e investigador, siempre he creído que ese es uno de los roles más vitales de la universidad: servir como un espacio de confluencia, ya que muchos de los políticos, técnicos, artistas o empresarios están enfocados en el día a día de su labor, y ahí es cuando la academia puede servir como un puente que facilite la reflexión. En Perú mismo, ahora eso es difícil: el actual gobierno y congreso han vulnerado literalmente las universidades –desde la desarticulación de la SUNEDU hasta el ingreso de las fuerzas del orden en San Marcos–, y cualquier voz que no esté en la línea oficial es estigmatizada. De pronto, la distancia física y el prestigio de una institución con una larga tradición de diálogo como Harvard también pesa para que personas que no se sentarían a conversar finalmente lo hagan. Como mencionó Augusto Townsend, uno de los panelistas invitados, una cosa es que personas de diferentes posturas se vean como adversarias y otra que se entiendan únicamente como enemigas. La primera opción es la que necesitamos; solo a través de “fricciones” bienintencionadas podemos comenzar a imaginar una sociedad mejor.
En el auditorio del evento frente a más de cien asistentes, confluyeron posturas como la del periodista y conductor de TV Jaime de Althaus, que habló desde la perspectiva del establishment, y también la del educador Claudio Rivera, quien venía de uno de los lugares más periféricos y olvidados del país: el VRAEM, en su calidad de director de la UGEL Pichari, Cusco.
Hubo paneles que abordaron temas de salud, política, empresa, economía, infraestructura, y educación, pero el evento culminó con uno sobre talento, un recurso que, a pesar de todas las crisis e incertidumbres, existe y abunda en nuestro país. Tuve el gusto de moderarlo. Hablar de talento fue una forma de recordar por qué los otros temas son tan necesarios: para poder vivir en un país donde nosotros y nuestros hijos puedan desarrollar todas sus habilidades y sueños y, en sencillo, tener la posibilidad de ser felices. Además, de pensar en un talento diverso, no solo desde Lima y, por qué no, también en lenguas originarias como el quechua. La deportista olímpica Gladys Tejeda, la activista de culturas andinas y creadora de contenidos Alessandra Yupanqui y la científica —y antigua juguera— Alejandra Ruiz León fueron unas fantásticas interlocutoras para este tema.
Además del mencionado panel, encontré refrescante las perspectivas de la exministra de Vivienda Solangel Fernández, la urbanista Mariana Alegre, la economista —y también juguera en ejercicio— Roxana Barrantes, la politóloga Denisse Rodríguez Olivari, el educador y exministro Ricardo Cuenca, la empresaria y exministra Claudia Cooper, y la conversación con el expresidente Francisco Sagasti, entre otras.
Harvard, claramente, no es el único espacio donde estas conversaciones deben ocurrir, pero permite visibilizar los esfuerzos de muchos peruanos que, desde sus distintos rubros y rincones del país, claman por algo mejor. Como mencionó la científica Ruiz León durante su intervención en Perú Conference, a veces podemos sentirnos aislados en nuestro anhelo, y eventos como este nos recuerdan que hay muchas personas que comparten esa misma meta, y que incluso con nuestras diferencias es posible trabajar juntos.
Posdata: Es posible ver los paneles completos aquí (enlace).
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