Todos seremos cuatro ojos


En 25 años la mitad del mundo será miope, ¿qué hacer para frenar esta tendencia?


“Me quedé ciego de un ojo”, me escribió hace poco mi hermano, y parte de esas tinieblas me acompañó mientras corría a visitarlo. ¿Cómo diablos alguien puede quedarse ciego de un momento para otro? Cuando me recibió, sin embargo, su gesto era de despreocupación. Lo más probable, pensé, es que la procesión fuera por dentro. 

—¿Pero no ves nada? —volví a preguntarle.

—Es como si tuviera encima una mancha de aceite con sillao.

—¿Hace cuánto no te chequeas con un oculista?

Su risa fue la respuesta más diáfana.

—¿Y por qué no has ido apenas te pasó esto?— insistí.

—Ya saqué cita, no te preocupes.

A los pocos días mi hermano ya tenía un posible diagnóstico: desprendimiento de retina.

Yo, que soy un total ignorante de la fisiología y que crecí en la época de oro de la categoría welter del boxeo, tan solo recordaba el golpe que mandó al quirófano a Sugar Ray Leonard por el desprendimiento de esa lámina y me pareció extraño que a mi hermano, tan sedentario, le hubiera ocurrido algo similar.

No sé si haya sido debido a una coincidencia, o a que una curiosidad furiosa es capaz de encontrar respuestas de maneras que se le escapan a nuestra conciencia, el hecho es que a las pocas horas de esa novedad, mientras escuchaba el pódcast de ciencia que suele acompañarme a cierta hora de los miércoles —La Ciencia en A Vivir, de la cadena radial española SER—, saltó la probable liebre.

Según el episodio del pasado 7 de julio, en el pódcast se nos informa que la revista Nature ha advertido sobre una actual epidemia de miopía infantil en todo el mundo y vaticina que para el año 2050 la mitad de la población será miope. Lo que más impresiona es la explosiva tendencia en tan solo unos años: en la década de 1970 solo el 5 % de la población era miope, y hoy la media mundial va por el 15 %. 

Sin embargo, según Miguel Ángel Sánchez Tena y Cristina Álvarez, quienes son profesores e investigadores del Departamento de Optometría y Visión de la Universidad Complutense de Madrid y publicaron un estudio sobre el avance de la miopía en España, en dicho país la miopía en niños de 5 a 7 años ya está en un 19 % y en 6 años habrá avanzado hasta el 30 %. 

La razón está en que durante estas décadas últimas ha proliferado el uso de pantallas —algo que se agudizó en los tiempos de pandemia— y nuestros ojos andan enfocando a corta distancia todo el tiempo. 

En ese mismo episodio hubo una descripción de la miopía por parte de los especialistas que me pareció muy gráfica y que me recordó a mi hermano: que miopía es dejar crecer a nuestros ojos más de la cuenta. Así, cuando un ojo alcanza 6 dioptrías, el ojo está tan grande y tensionado que su retina tiene que esforzarse mucho para permanecer pegada a él. Aquel fue el momento eureka que me hizo llamar a mi hermano: él llegó a tener una miopía muy severa en su juventud —de más de 6 dioptrías— y aunque fue operado de ella en su momento, es claro que su ojo nunca se redujo: es a estas alturas de su vida, habiendo cumplido los cincuenta años, que su pundonorosa y cansada retina ha agitado su bandera de rendición antes de desprenderse.

—La doctora que me atendió me ha confirmado lo que dices— me dijo luego mi hermano.

Según él, la especialista está teniendo una larga lista de pacientes, cada vez más jóvenes, con problemas de retina desprendida. Es lo que ocurre cuando tienes a millones y millones de niños adictos a una pantalla y encerrados en espacios sin horizonte.

Si lo aconsejable es que nuestros niños pasen dos horas diarias al aire libre para detener la miopía, la combinación de pantallas y de ciudades aglomeradas solo nos asegura que el preocupante caso de mi hermano será un hecho cotidiano para todos en el futuro.


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