Algunas consecuencias de que los aranceles se pongan de moda
Desde noviembre del año pasado sabíamos que la segunda presidencia de Donald Trump iba a ser intensa: no solamente había ganado el colegio electoral, sino que los republicanos también habían ganado la mayoría en el Senado, en la Casa de Representantes, y también el voto popular. El mandato recibido por el presidente fue abrumador.
Entre los primeros debates emergió la política migratoria y el miedo que sobrevino con ella. Para muestra, un botón: una amiga enviaba al colegio a su hijo de diez años, claramente latino, con su pasaporte estadounidense en caso de que los agentes de ICE (Immigration and Customs Enforcement) hicieran una redada. También hemos leído noticias de estadounidenses casados con extranjeros cuyas parejas han sido detenidas. Y hoy leo que los presidentes de Estados Unidos y El Salvador han declarado que no repararán el error cometido por ICE, el caso del residente legal norteamericano enviado por error a una cárcel salvadoreña de máxima seguridad, mientras que el poder judicial estadounidense ha ordenado que sea devuelto a su hogar en Norteamérica
Luego siguieron las noticias sobre la nueva posición estadounidense frente a sus aliados de la OTAN y sobre la guerra surgida a raíz de la invasión de Rusia a Ucrania.
Pero lo que estamos viviendo hoy con la denominada “guerra comercial” nos ha transportado a niveles de incertidumbre económica muy alarmantes y a discusiones que la mayoría de economistas considerábamos ya superadas.
Un primer tema: si un país tiene un déficit en la balanza comercial, es decir, si importa más bienes de un determinado país de lo que le exporta, también tiene que ser cierto que los resultados de las otras balanzas internacionales sean favorables al país deficitario en bienes. Las otras balanzas son la de servicios y la balanza de capitales. Estados Unidos es hoy una economía que domina la oferta de servicios a nivel mundial, así como la tecnología que lo hace posible.
Un segundo tema: desde 1980 en adelante, la economía mundial ha aprovechado las ventajas del comercio internacional. Una clara muestra de ello son los tratados de libre comercio y las denominadas cadenas de valor mundial que permiten la producción de un bien terminado a partir de piezas producidas en diferentes partes del mundo y con servicios (financieros, logísticos, de seguros, etc.) transados todavía en otras partes del planeta. Esa interconexión ha permitido reducir la pobreza de manera significativa en muchos países, pero al costo de trasladar la producción desde lugares con mano de obra cara, como los Estados Unidos, hacia lugares de bajo costo de mano de obra, como Vietnam. Como ha sido demostrado, los grandes perdedores de la globalización han sido las clases medias de los países desarrollados.
Un tercer tema: un asunto que está pasando desapercibido es que buena parte de los grandes efectos sobre las bolsas de valores o sobre las preferencias por ciertos tipos de activos son el resultado del ajuste que los inversionistas están realizando sobre sus portafolios. Cuando el presidente Trump ganó en noviembre, las expectativas de los inversionistas se desbordaron, pues esperaban a un típico presidente proempresa que lideraría una recuperación importante de la economía de Estados Unidos. Muy pocos, sino ninguno, creyeron que Trump iba a hacer realidad su promesa de subir los aranceles. Una vez verificado el caos —porque eso de poner aranceles, suspenderlos, volverlos a poner, decir que de aquí a 90 días se tendrán los aranceles definitivos, y demás idas y vueltas, no es más que caótico—, los inversionistas están revisando sus portafolios y alejándose de activos estadounidenses, que resultan ahora inciertos.
Lo que nos lleva al cuarto tema: la incertidumbre. Prácticamente a todos los comentaristas económicos o economistas que he escuchado o leído desde que el presidente de Estados Unidos comenzó con los anuncios de aranceles a Canadá y México les he escuchado enfatizar el problema de la incertidumbre: ¿qué decisión económica puedes realizar en medio de idas y vueltas y plazos indefinidos que, además, pueden cambiar en los siguientes cinco minutos?
Luego de la gripe española, los tumultuosos años veinte y la gran depresión del siglo pasado, imagino que aquellos hitos de incertidumbre debieron sentirse de manera similar a lo que estamos sintiendo ahora.
Pero, claro, quienes las sufrieron no tenían redes sociales.
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