¿Qué sorpresas científicas nos traerán las próximas misiones lunares?
“Es un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”, dijo el astronauta Neil Armstrong el 20 de julio de 1969, tras descender del módulo lunar Eagle y pisar la superficie de la Luna. Se trataba de la épica misión Apolo 11, con la que se lograría que Armstrong y su compañero de viaje, Buzz Aldrin, alcanzaran el satélite y pasaran casi veintiuna horas en su superficie, dos de ellas dedicadas a la exploración fuera del vehículo, así como a la recolección de muestras de roca, suelo y polvo lunar, e implementando las herramientas para llevar a cabo diversos experimentos científicos.
Cincuenta años después, la fascinación por la Luna ha vuelto a un punto álgido, no solo por la consabida finalidad de estudiar el objeto celeste, sino para contemplar su posible colonización. Hoy, el esfuerzo por efectuar la exploración lunar moviliza a muchos países interesados en explotar sus recursos y en desvelar los misterios del universo. Ya existen setenta y tres agencias espaciales, veinte más están en proceso de planificación y China, India y Japón han mandado, recientemente, sendas misiones a la luna. ¿Qué se esconde detrás de esta renovada carrera por alcanzar el blanco astro y asegurarse su apropiación? ¿Es una nueva fiebre del oro a 385 000 kilómetros de distancia?
Según el doctor Angel Abbud-Madrid, director del Centro de Recursos Espaciales de la Escuela de Minas de Colorado, dicha “fiebre lunar” no responde a un repentino interés por las tierras raras, más abundantes y fáciles de explotar aquí en la Tierra, ni por el Helio-3, abundante en la superficie lunar pero lejos todavía de ser utilizable en reactores de fusión nuclear. Estamos ante una reedición de la competencia espacial durante la Guerra Fría, una muestra de fuerza en el tablero geopolítico contemporáneo que, hoy más que nunca, abarca también el espacio.
Estados Unidos y la China lideran las misiones lunares más ambiciosas. El Programa Artemisa, la más reciente aventura cósmica de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), anuncia que fundará una comunidad en el satélite natural de la Tierra, lo que traerá consigo el impulso de una novedosa “economía lunar”, alumbrando de paso a una nueva generación de exploradores, la “Generación Artemisa”. Con la participación de una alianza global que ya cuenta con el compromiso de cuarenta países del mundo[1], esta misión promete alunizar a la primera mujer y a la primera persona de color; asimismo, proclama que los astronautas involucrados pondrán en marcha más iniciativas científicas que nunca, allanando el camino hacia Marte y más allá.
China no se queda atrás. Gracias a sus exitosas misiones, es el primer y único país que ha logrado posar su maquinaria en la cara oculta de la Luna y se proyecta como una potencia lunar dominante a corto plazo, cumpliendo así el sueño del presidente Xi Jinping. Cien investigadores de la Academia China de Ciencias(CAS) han mapeado 12 341 cráteres, ochenta y una cuencas y diecisiete tipos de rocas de la Luna; también han compilado el primer Atlas Geológico del Globo Lunar, proporcionando información a una escala sin precedentes que, pronto, estará disponible en la nube bajo el nombre de “Luna Digital”. Actualmente, en asociación con Rusia y más de una docena de otros países y organizaciones, China lidera la concepción de la Estación Internacional de Investigación Lunar en el polo sur del astro, cuyas obras están previstas que sean iniciadas a mediados de la década de 2030. Los científicos chinos estudian de igual manera la posibilidad de erigir una instalación energética nuclear en la Luna.
Los viajes astronómicos cuestan cifras astronómicas, pero son provechosos con creces. La investigación espacial ha cosechado recompensas no solo científicas, sino también económicas; así como ha dejado un legado impresionante en nuestra vida cotidiana. ¿Usas café instantáneo o leche en polvo? Pues agradece a la investigación espacial que inventó los alimentos liofilizados. ¿Tienes una bicicleta o un casco hecho de aleaciones de titanio? Seguro sabes que este material proviene de la investigación aeroespacial. ¿Te mediste la saturación de oxígeno con un oxímetro de pulso durante la pandemia del covid-19? Quizás te interese conocer que los primeros monitores portátiles de nuestros signos vitales se fabricaron para evaluar la salud de los astronautas.
La lista de inventos que hallan sus raíces en los esfuerzos realizados para explorar el espacio no tiene fin: filtros de agua, marcapasos, prótesis, microchips de computadoras y celulares, paneles solares y cámaras digitales… hasta el indispensable “memory foam”, aquella espuma viscoelástica que se amolda al cuerpo y que se desarrolló para asegurar un viaje más cómodo a los astronautas. ¡Personalmente no podría vivir sin ella!
Hoy la investigación científica está desarrollando trajes espaciales de última generación, nuevos robots, vehículos de exploración y sistemas de soporte para caminatas espaciales… entre otros muchos artefactos. Los astronautas, además, llevarán consigo sofisticados instrumentos de investigación para analizar la superficie lunar, realizar cálculos de radioastronomía, estudiar la meteorología espacial y descubrir exoplanetas, es decir, aquellos planetas que existen fuera de nuestro sistema solar.
A pesar de ello, aún con los beneficios que la exploración e investigación espacial nos traerían, resuenan en mi cabeza las palabras del joven filosofo japonés Kohei Saito, cuando señala: “Me parece estúpido gastar tanto dinero, esfuerzo y tiempo en ir a la Luna o a Marte; deberíamos invertir esa energía en salvar nuestro planeta”.
[1] Los países latinoamericanos que han firmado los compromisos con Artemisa son seis. El Perú no es uno de ellos. (NdA)
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Excelente artículo Annita como siempre!
El avance científico a veces no está libre de hechos tristes, el primer ser en el espacio fue la perrita Laika, enviada como un experimento y murio arriba asfixiada; tiempo después los científicos rusos se arrepintieron de esto; en fin, ella es una de las heroinas!