Un espacio para pensar, sentir y transformarte
Francesca Uccelli es investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), especializada en temas educativos. Licenciada en Antropología por la PUCP y magíster en Educación por Teachers College, Universidad de Columbia. Su trabajo combina investigación con aplicación, y LaOruga.pe es parte de esta apuesta.
Daina, hija de la ecologista Barbara d’Achille asesinada por Sendero Luminoso, reflexiona sobre el lugar que la sociedad le impone a usar un discurso de odio; Luis, un militar que luchó en Ayacucho contra Sendero, cuestiona su vocación, su formación y su rol durante aquellos años; Laura, una joven estudiante universitaria, narra la vida en un campamento senderista en la selva; Julian, uno de los miles de testimonios dados voluntariamente a la Comisión de la Verdad y Reconciliación, es traído al presente para que sea conocido y reconocido; Roger conversa con quien fue responsable del operativo que detuvo injustamente a su padre; familiares de víctimas conversan sobre la larga espera por la reparación; abogados narran la dificil tarea de defender los derechos humanos en el Perú; académicos nacionales e internacionales, como Jaime Urrutia, Manuel Reyes Mate, Elizabet Jelin y David Rieff, reflexionan sobre las memorias y el olvido…
Todas estas voces las puedes escuchar en La Oruga, un proyecto cultural y pedagógico del Instituto de Estudios Peruanos que, a través de un podcast y un archivo digital de memoria viva, pone a disposición de la ciudadanía la problemática de la convivencia en la sociedad peruana.
Nuestro punto de partida para esta reflexión crítica es la violencia vivida en el país entre 1980 y 2000: es decir, el conflicto armado interno, término establecido en el Informe Final de la CVR, que a pesar de las malintencionadas interpretaciones no hace más que definir la naturaleza jurídica del conflicto dentro del derecho internacional.
Ese período de nuestra historia resulta sin duda profundamente doloroso, pero justamente por el horror vivido durante aquellos años y por las secuelas que continúan padeciendo miles de personas y sus familias –por el daño sufrido y las graves secuelas en sus trayectorias, por la espera en conocer la verdad sobre lo sucedido, así como la búsqueda de justicia o reparación–, vale la pena que se propicien reflexiones sanadoras, en un marco de derechos humanos y democracia, que nos permitan procesar lo vivido y sacar lecciones reparadoras para el presente y el futuro.
La Oruga comparte tres tipos de episodios: Los “Relatos”, basados en historias de vida que abordan dilemas éticos, fomentando la reflexión y la empatía entre nuestra audiencia; las “Conversas”, generadas en formato de entrevista, donde las personas invitadas se encuentran para compartir sus experiencias y reflexiones relacionadas con la violencia, la CVR y el posconflicto; y los “Testimonios”, seleccionados a partir del archivo de diecisiete mil testimonios recogidos por la CVR, en los que damos voz y reconocimiento a las víctimas.
Los episodios de La Oruga se distribuyen en plataformas gratuitas ––Spotify, ivoox, YouTube–– y su página web, que brinda información complementaria de contexto, sumilla, transcripción, educación o imágenes. Nuestra idea es que la historia sea un punto de partida para pensar, reflexionar, conversar sobre lo vivido, propiciando reflexiones éticas y ciudadanas. Algo que parece cada vez más difícil en el contexto de polarización, cinismo y censura que estamos viviendo en la actualidad.
En La Oruga resistimos la corriente predominante de negar o manipular el pasado y ponemos a disposición en este espacio público una diversas voces, como las que hemos mencionado al inicio a modo de ejemplo.
Los episodios han sido construidos de modo amable, respetuoso y colaborativo con los protagonistas, con la idea de que quienes escuchan puedan desafiar las visiones simplistas y maniqueas de nuestro pasado, que justifican el uso de la violencia y la falta de respeto a los derechos humanos en el presente. Buscamos así promover el sentido crítico, una convivencia respetuosa y la valoración una ciudadanía comprometida con el bien común.
En un contexto de extremismos intolerantes, de desencuentro y de censura de la palabra que impiden el diálogo y la reflexión, La Oruga comparte las memorias de personas con diversas experiencias y reflexiones críticas relacionadas con la violencia. En ese sentido, abre un lugar de encuentro para hablar y escuchar con el corazón y la mente abiertos para pensar, sentir y transformarnos a partir de la vivencia del “otro”, porque su experiencia es también nuestra.
Muchas veces suele pensarse que los efectos de los hechos de violencia se limitan a incidir sobre las personas directamente involucradas en el evento inmediato. Pero lo cierto es que la violencia trae consigo consecuencias profundas y duraderas que afectan no solo a las trayectorias de vida y las aspiraciones de quienes las experimentan en su propia carne, sino también a las de sus familias, los barrios y la sociedad en general. Sus secuelas pueden golpear incluso a las generaciones siguientes. Y el silencio no ayuda.
Conocer y pensar nuestro pasado desde el presente es un derecho y un deber. Y aunque reconocemos que supone un tema doloroso y difícil de abordar, especialmente en lo que respecta a las nuevas generaciones, creemos que el conflicto armado interno alberga un enorme potencial pedagógico para abordar problemáticas del pasado que tienen gran relevancia en el presente, tales como el racismo, la intolerancia, el fundamentalismo; así como para facilitar herramientas beneficiosas: el pensamiento crítico, el rechazo de la violencia como medio de solución de conflictos, el valor de la democracia y los derechos humanos. Sin dejar de reconocer la complejidad de dicho pasado, es mejor abordarlo sistemáticamente y desde un marco democrático que dejar la reflexión en manos de discursos antidemocráticos, maniqueos o fundamentalistas.
Creemos en el poder transformador de las historias personales, el valor de la palabra y la importancia de visibilizar voces y reflexiones que no tienen espacio porque han sido marginadas o silenciadas. Evidenciamos también la diversidad cultural y de experiencias, lo que promueve la legitimidad ciudadana y lleva a reflexionar sobre el significado y la necesidad de la reconciliación y la paz en nuestra sociedad posconflicto.
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