Pollito con papas 


¿Y si fuera el pollo a la brasa nuestro plato bandera?


Alejandro Neyra es escritor y diplomático peruano. Ha sido director de la Biblioteca Nacional, ministro de Cultura, y ha desempeñado funciones diplomáticas ante Naciones Unidas en Ginebra y la Embajada del Perú en Chile. Es autor de los libros Peruanos IlustresPeruvians do it better, Peruanas Ilustres, Historia (o)culta del Perú, Biblioteca Peruana, Peruanos de ficción, Traiciones Peruanas, entre otros. Ha ganado el Premio Copé de Novela 2019 con Mi monstruo sagrado y es autor de la celebrada y premiada saga de novelas CIA Perú.


Hace unos días en Washington se dio la nueva versión de una celebración muy particular, en la que las embajadas abren sus puertas. El evento se llama “Passport DC” y se realiza con todas las que tienen oficina en la capital de los Estados Unidos, que es el lugar con más representaciones diplomáticas en el planeta (solo compite con Nueva York, la sede de las Naciones Unidas, donde hay representaciones de todos los Estados que la conforman).

Más allá de la curiosidad de los visitantes ―muchos niños y jóvenes estadounidenses, por supuesto― que se dedican a viajar por el mundo entrando a las sedes (las personas reciben un pasaporte de imitación en el que pueden ir coleccionando sellos de ingreso a cada país), para quienes formamos parte de las delegaciones de los extranjeros que vivimos en Washington es un momento para reflexionar sobre qué es lo que nos representa mejor. En nuestro caso, las artesanías o las gigantografías de Machu Picchu frente a las que los visitantes se fotografían; la marinera y otras danzas peruanas, nuestro pisco sour o la comida, entre la que destaca, cómo no, el cebiche ―ya en la lista indicativa de Patrimonio Mundial―, el plato más pedido. 

Esta actividad, en la que participo con gusto y auténtico orgullo, se suma a otras de grato recuerdo de charlas a niños de colegio o ancianos de albergues a los cuales de vez en cuando voy invitado para hacer una tarea que se hace con cariño y sin esfuerzo: hablar de nuestra cultura. Fue en una de esas visitas que un viejito me hizo reflexionar sobre algo: hablé de nuestras riquezas culturales, de los vaivenes políticos y de muchas cosas más, pero al final el veterano me preguntó, como si fuera un periodista peruano o un sketch cómico: ¿cuál es el mejor Peruvian chicken en el DMV (como se llama al área urbana de DC, Maryland y Virginia)?

Y es que el chairbroiled chicken Peruvian style, nuestro querido y sabroso pollo a la brasa, ha crecido con locales en toda esta parte de la Costa Este de los Estados Unidos. Claro, los dueños no son necesariamente peruanos, hay entre ellos norteamericanos, centroamericanos y hasta griegos (hay una famosa cadena llamada Sardi’s), pero casi siempre los cocineros son compatriotas que llegaron a poner su sazón. La mezcla de nacionalidades siempre es buena y funciona pues nuestro pollo ―acompañado de papas y ensaladas― suma yuquitas, chaufa, frejoles, arroz blanco, plátano frito y algunos otros menjunjes que se amoldan al gusto del cliente más exigente. Y claro, muchas veces, aunque los restaurantes sean pequeños, ofrecen al mismo tiempo una pequeña carta con algunos platos peruanos que conservan la sazón nacional.

Esto ha sucedido porque cada quien, como suele suceder en la comida, ha aportado lo suyo. Lo que no ha cambiado es el estilo, el modo y el sabor del pollito con papas. Lo sé, seguramente no es este el ideal para el “50 Best” ni el lado más chic de nuestra gastronomía, pero creo recordar alguna vez que el ideólogo Gastón Acurio decía justamente que nos faltaba algo como el taco o la pizza, una especie de fast food reconocible y vendible como cadena. No siempre el cebiche puede ser fácilmente replicable ―aunque también hay ya barras marinas que van poco a poco expandiéndose― y es complicado pensar en otro plato peruano que pueda reproducirse de manera relativamente sencilla sin perder su esencia y peruanidad. 

En las reuniones sociales y en las muchas presentaciones, las consultas sobre el Peruvian chicken, más en serio que en broma, se repiten. Por eso me pregunto si no será finalmente este nuestro plato bandera por ahora, al menos en esta parte de los Estados Unidos, donde Don Pollo o Crisp & Juicy son cadenas con cada vez más éxito popular. Así, además, sumamos otro animal a nuestras exóticas llamas que abundan en ranchos gringos y a los cuyes que, como mascotas, seguramente siempre miran con recelo a los peruanos. Creo que da como para seguir pensándolo e imaginando quizá el ubicuo disfraz de “pollo” ―popularizado por un programa cómico nacional― en un país como Estados Unidos, paseándose por las canchas de la NBA o, por qué no, algún día en medio de los divos y divas del momento revolcándose con alguna otra mascota del Super Bowl. Sería un gran homenaje al burdo humor (y quizás también a la política) nacional.       


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