Pativilca explicado con manzanas


La aparente tranquilidad de Montesinos contra la preocupación de Fujimori


El miércoles 31 de enero el exasesor presidencial Vladimiro Montesinos fue sentenciado a 19 años y 3 meses de cárcel, tras haberse declarado culpable del asesinato de seis campesinos en Pativilca el 29 de enero de 1992. Jhon Calderón Ríos (18), César Rodríguez Esquivel (29), Toribio Ortiz Aponte (25), Pedro Agüero Rivera (35), Nieves Arias Velásquez (17) y Felandro Castillo Manrique (38) fueron secuestrados, torturados con quemaduras de sopletes en todo el cuerpo, incluyendo sus partes íntimas, golpeados, pateados hasta ser asesinados, y arrojados a un cañaveral por los miembros del grupo Colina. 

En ese momento, así como después, se les acusó de estar vinculados a Sendero Luminoso, pero se ha probado que esto no fue cierto y que, más bien, un empresario de origen chino que se disputaba terrenos en los anexos Caraqueño y San José le pidió ayuda a su amigo, el entonces jefe del Comando Conjunto Nicolás, Hermoza Ríos. Fue entonces cuando este les pidió a los miembros del grupo Colina que lo ayudaran con un “encargo”, como describe el periodista Víctor Liza en este artículo publicado en La Mula el 23 de febrero de 2017.

El grupo Colina, como ha recordado esta semana en su programa Rosa María Palacios, no fue un comando paramilitar, es decir, no operaba fuera de la ley por cuenta propia, sino que estaba incorporado al Ejército. Su líder operativo, el mayor Santiago Martín Rivas, se había graduado de ingeniero del Ejército en 1976 y actuaba bajo las órdenes de sus superiores. 

En una sesión judicial del 8 de febrero de 2008, uno de los miembros de aquel grupo compuesto por cuarenta personas, el agente de inteligencia operativo Jorge Enrique Ortiz Mantas, declaró que la cadena de mando venía directamente del general Hermoza Ríos, quien dependía de Montesinos y de Fujimori. Esta información fue determinante para que la Corte Suprema chilena considerara que la extradición de Fujimori para el juicio de Pativilca estaba fundada. Fue esta misma cadena de mando la que sirvió para probar la autoría mediata de Alberto Fujimori en los dos casos de crímenes de lesa humanidad por los que se les condenó a 25 años de prisión en 2009, Barrios Altos y La Cantuta.

Los principales crímenes perpetrados por el grupo Colina siguiendo órdenes de Montesinos y Fujimori fueron la masacre de Barrios Altos del 3 de noviembre de 1991, la masacre de Pativilca del 29 enero de 1992, la masacre del Santa del 2 de mayo de 1992, el asesinato de Pedro Yauri el 23 de junio de 1992, el asesinato de Santiago Gómez el 9 de julio de 1992, y la masacre de La Cantuta del 18 de julio de 1992. Estos no fueron, sin embargo, sus únicos crímenes. Otro de los más conocidos fue el de la tortura, descuartizamiento y asesinato de la agente operativa Mariela Barreto, expareja sentimental de Santiago Martín Rivas y madre de su hija, quien corrió esa suerte por haber filtrado información sobre el grupo sanguinario. Pero esto sucedió en 1997 y hay versiones encontradas sobre quién tuvo la responsabilidad, a pesar de que, sin duda, la orden de matarla vino del mismo Montesinos.

Por lo tanto, Colina fue un cuerpo de aniquilamiento que funcionó por más de un año y que perpetró una serie de crímenes violentos, siguiendo una lógica de guerra de baja intensidad, a pesar de que sus víctimas no estuvieron realmente vinculadas a Sendero Luminoso. Sirvió como un aparato para deshacerse de enemigos incómodos o para dar la sensación de que nadie estaba seguro. Los años 1991 y 1992 fueron tremendamente violentos, en gran parte porque el Estado se puso al nivel de los grupos terroristas. Esto no debemos olvidarlo ya que es por ello que hoy sirven penas tanto Montesinos como Rivas. Ambos llevan años presos, pero pronto estarán libres: Santiago Martín Rivas accederá a la libertad por haber servido su sentencia en 2027 y Vladimiro Montesinos hará lo propio en 2026. Es por ello que este último decidió declararse culpable por la masacre de Pativilca, ya que al reconocer su responsabilidad logró una reducción en su pena que pasó de ser de 25 años a ser solo de 19 y algunos meses. Podemos repudiar los actos cometidos por estos hombres, pero ambos han recibido el castigo que impone la ley por sus actos y, como todo criminal que ha cumplido su pena, nos guste o no, obtendrán el derecho de salir en libertad.

Tal no es el caso de Alberto Fujimori, que se encuentra en este momento libre, pero violando la ley internacional que no reconoce la legalidad del indulto que se le otorgó de manera irregular en 2017 y que el Tribunal Constitucional volvió a aceptar en diciembre de 2023. Recordemos, además, que no se puede legalmente acceder al indulto por crímenes de lesa humanidad, como son los de Barrios Altos y La Cantuta. 

En el caso de Pativilca, el pedido de arresto domiciliario de Fujimori ha sido rechazado y tan solo se le ha dado impedimento de salida del país, pero el juicio está en curso y, dado que su entonces mano derecha ha reconocido su culpa, es difícil creer que Fujimori logre convencer a los jueces de que no tuvo responsabilidad alguna. Recordemos que el indulto no es más que un perdón por una pena. A Fujimori no se le ha exculpado de nada, a él se le sentenció por unos crímenes y que ahora esté ilegalmente fuera de la cárcel no lo convierte en inocente.

Pero eso es lo que Alberto Fujmori quiere que pensemos, aun hoy, con sus 85 años: aduciendo que está a un paso de la muerte, se presenta en el antes llamado Twitter diciendo ser inocente. Si Fujimori hubiese enfrentado a la justicia en su momento, en vez de escapar a Japón en el 2000, estaría, al igual que Montesinos, a punto de cumplir su condena. Porque a pesar de las demoras y de las múltiples trabas y dificultades, en este caso el crimen ha tenido castigo.


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