Las impresionantes relaciones entre el narcotráfico, nuestra Amazonía y hasta víctimas con aletas
Karla Vergara ha obtenido un Máster en Ciencias en Geografía del Cambio Global de la Universidad Humboldt de Berlín, Alemania, y es licenciada en Geografía y Medio Ambiente por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Cuenta con más de 11 años de experiencia en investigación sobre desarrollo rural y adaptación al cambio climático en los Andes peruanos, así como en dinámicas de transformación en la Amazonía peruana. En la actualidad, Karla se encuentra realizando su proyecto de doctorado «Desvelando la dinámica de las fronteras de deforestación y su relación con el bienestar en la Amazonía peruana» en la Universidad Libre de Berlín. En su proyecto, analiza los arquetipos de deforestación y su evolución para comprender mejor la dinámica de transformación en la región, además de examinar indicadores socioecológicos y percepciones locales con el fin de obtener información sobre los factores que impulsan la deforestación y sus efectos en el bienestar.
En la densa selva peruana se localiza el cuerpo sin vida de otro líder indígena, y se eleva a 27 la triste cifra de líderes asesinados en la Amazonía peruana en los últimos cuatro años. Poco después, se informa sobre la detección de trazos de cocaína por primera vez en tiburones de nariz afilada en el mar de Río de Janeiro. Mientras tanto, en las ciudades europeas, el consumo de cocaína aumenta entre los consumidores habituales y los que aprovechan festivales en el verano. Tres realidades distintas en tres lugares diferentes, ¿existe alguna conexión?
Según el reporte de investigación The Drugs-Crime Nexus in the Amazon Basin de la Oficina de las Naciones Unidascontra la Droga y el Delito, el cultivo y tráfico de drogas en la Amazonía peruana y áreas colindantes de Brasil, Colombia y Bolivia están en aumento. Estos se venimpulsados por el mercado global, la disponibilidad de recursos naturales, la falta de presencia estatal, la corrupción y factores estructurales como la informalidad, la desigualdad y el desempleo. En este nido de necesidad y precariedad, el narcotráfico y otras actividades delictivas, como la tala ilegal, la minería ilegal y el tráfico de vida silvestre, lideradas por grupos criminales organizados, están exacerbando la deforestación. Además, estas actividades fomentan una delincuencia convergente que abarca desde la corrupción y los delitos fiscales y financieros, hasta la explotación de trabajadores y menores, agresiones, violencia sexual, y homicidio, afectando especialmente a los defensores del medio ambiente, en particular a los líderes indígenas.
Los grupos delictivos organizados dedicados al tráfico de drogas en Brasil, Colombia y Perú aprovechan tanto las cadenas de suministro legales como las ilegales para expandir sus operaciones. El reporte destaca que cada vez hay más evidencia de que los narcotraficantes financian y apoyan logísticamente las operaciones de extracción ilegal de oro, incluso en territorios protegidos, y amplían su alcance a la tala ilegal y al tráfico de vida silvestre (plantas, insectos y animales). Los barcos para el transporte legal de madera o minerales a menudo están cargados de cocaína oculta en envíos que llegan a los puertos del Pacífico o del Atlántico destinados a mercados mundiales.
En Perú, la minería aurífera es una de las muchas industrias en las que los narcotraficantes buscan blanquear sus ganancias. La Superintendencia de Banca, Seguros y AFP de Perú ha destacado cómo los narcotraficantes han estado financiando la minería de oro, incluidas dragas, retroexcavadoras y otra maquinaria pesada, en los departamentos de Madre de Dios y Puno. Los grupos narcotraficantes brasileños han ampliado sus intereses en la minería de oro a través de las fronteras. Por ejemplo, desde 2019, se reporta que el Comando Vermelho (CV) extendió sus operaciones a Madre de Dios y que un grupo recién formado, Los Malditos del Comando Vermelho, también controla las rutas del narcotráfico que pasan por el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) y Puno.
Con la intensificación de la lucha contra el narcotráfico en el VRAEM, la deforestación mediante el cultivo de coca ha experimentado un «salto de rana» y se ha diseminado en la selva baja. Así, la mayor parte del cultivo de coca en la Amazonía se lleva a cabo en Perú. El cultivo y procesamiento de coca se ha intensificado en varias zonas fronterizas amazónicas donde la presencia policial es limitada. Un ejemplo es la provincia de Bajo Amazonas en Loreto, donde la producción de coca ha aumentado de 370 hectáreas en 2015 a más de 6.470 hectáreas en 2021. En las confiscaciones en las provincias de Putumayo y Mariscal Ramón Castilla en Loreto se han encontrado grandes cantidades de gasolina, cemento y silicato de calcio, todos indicios de cultivo y procesamiento de coca. (De paso, que sea esta una advertencia a quienes la consumen: una línea de cocaína en su sistema deja entrar cal + cemento + gasolina + ácido sulfúrico + soda caustica + amoniaco + acetona + ácido clorhídrico).
El consumo de cocaína a nivel mundial se relaciona directamente con la crisis ambiental y de seguridad en la Amazonía peruana, ya que la demanda de esta droga alimenta el narcotráfico en la región. La cocaína producida en la Amazonía peruana se exporta a diversos países a través de las rutas fluviales y se oculta fácilmente debido a la débil regulación y vigilancia en los puertos. La droga se destina principalmente a mercados en América del Norte y Europa Occidental, siendo Perú una de las fuentes más comunes para Brasil —y de ahí por las alcantarillas al mar y a los tiburones de nariz afilada— y Europa Occidental. Las drogas pueden enviarse a través de Acre, Amazonas, Rondônia, Roraima y Mato Grosso en Brasil antes de salir por los estados del noreste y sudeste del Atlántico hacia África, Europa y más allá.
Es fundamental sensibilizar a los consumidores «no adictos» acerca del impacto que su consumo de cocaína tiene en la vulnerabilidad de las poblaciones amazónicas y en el ecosistema en general, ya que muchos de ellosdesconocen esta conexión. Las redes de producción, distribución, consumo y repercusiones de esta droga son complejas y es urgente aumentar la comprensión y conciencia a nivel global entre los consumidores.
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