Mucha agua bajo el puente de Londres


Apuntes de un peruano sobre la Marcha del Orgullo londinense  


Luego de varios años de participación entusiasta, este 2024 no pude estar en la Marcha del Orgullo de Lima, pues coincidió con un viaje a Londres cuyas fechas no podía mover. Pero como el orgullo se lleva a todas partes, fui con alegría y curiosidad al London Pride, la marcha del orgullo de la capital inglesa.

Un primer dato interesante es que la primera marcha del Orgullo se realizó en Londres en julio de 1972, hace 52 años. Esto laconvierte en una de las marchas del Orgullo más antiguas, pues la primera fue en Nueva York, Estados Unidos, en junio de 1970, conmemorando los disturbios en el bar Stonewall ocurridos un año antes. Para darle perspectiva local: en el Perú, la primera manifestación pública en el contexto del Día del Orgullo se realizó en 1995, y recién se empezaron a realizar marchas anuales en el 2002. 

Volviendo a Londres, en aquella primera marcha de 1972 participaron alrededor de 2.000 personas, quienes marcharon desde Oxford Street a Hyde Park, para la sorpresa y fastidio del resto de transeúntes que no tenían idea de lo que estaba pasando. Se calcula que en la última marcha —a la que asistí— más de millón y medio de personas tomaron a lo largo del día toda la zona centro de Londres.

El evento es distinto al de Lima o al de otras ciudades de Latinoamérica, pues se asemeja más a un corso que a una marcha. La mayoría de asistentes se coloca a los costados de la calle y por las vías elegidas desfilan los grupos que previamente se inscribieron para participar de forma organizada. Este año, los organizadores señalaron que fueron 32 mil las personas que desfilaron, representando a organizaciones sociales, instituciones y empresas. 

Entre los grupos que desfilaron me llamó la atención la presencia de varias iglesias anglicanas y luteranas con mensajes de amor y apoyo a la diversidad. “Dios es amor”, “Dios te ama tal y como eres”, «Eres amado más allá de lo que crees» fueron algunos de los mensajes en los letreros que llevaban pastores y feligreses. Como era de esperarse, no vi ninguna delegación católica.

Estuvieron también varios equipos de fútbol profesionales. Las delegaciones más grandes fueron las del Arsenal y el Chelsea, pero también estuvieron presentes clubes de fútbol de las distintas divisiones inglesas. Siendo un deporte tradicionalmente asociado a la masculinidad tóxica, resultó muy significativa su presencia, y me hizo imaginar a Alianza, Universitario y Cristal con sus propias delegaciones en la Marcha de Lima. ¿Se animarán?

La participación de organizaciones de la sociedad civil mostró cuánto ha avanzado la sociedad inglesa en inclusión. Además de colectivos LGBT+, participaron sindicatos, como el Sindicato Nacional de Educación (el SUTEP británico), la compañía de bomberos, organizaciones profesionales, medios de comunicación, universidades, y un largo y diverso etcétera.

La presencia de las empresas en las marchas del Orgullo se ha vuelto un tema de discusión en las distintas ciudades. Hay quienes consideran que hay una mercantilización excesiva de lo que debería ser un evento vinculado a la lucha por los derechos de las personas. Sin embargo, lo que pude ver ayer es que las empresas que participaron lo hicieron con sus trabajadores abiertamente LGBT+, con mensajes de inclusión laboral y apoyo a la diversidad, lo que considero muy positivo. Por cierto, ¿han notado que en el Perú empresas que hace unos años aparentemente se comprometían con la causa —como el Banco de Crédito BCP— ahora guardan silencio? Al comparar ambas realidades, queda clara la diferencia entre un compromiso corporativo real y una errática estrategia de marketing. 

Por otro lado, el apoyo estatal a la marcha fue evidente. Desfilaron concejos municipales de toda la ciudad, ministerios, la autoridad de transporte público de Londres, entre otros. Mención especial merece el National Health Service —sistema público de salud, conocido por sus siglas NHS— que destacó por lo grande de su delegación, así como por los aplausos entusiastas y prolongados que recibieron del público. 

El apoyo estatal se reflejó no solo en quiénes desfilaron, sino también en el apoyo al buen desarrollo del evento: limpieza constante de las calles, seguridad, información relevante por toda la ciudad. Una buena planificación para permitir que se movilicen y la pasen bien millón y medio de personas. Londres entiende y asume el evento como parte de su vida como ciudad, y se asegura de que funcione lo mejor posible. Saben, además, que se trata de una oportunidad para el turismo y la dinamización de los negocios locales.

Un día antes del London Pride participé en una de esas ofertas maravillosas que Londres le tiene a los turistas: los tours peatonales. Los hay para todos los gustos y yo estuve en uno sobre historia LGBT+. En la caminata hablamos, entre otras cosas, de las leyes que criminalizaron la homosexualidad, del horror que tuvieron que sufrir hombres brillantes como Oscar Wilde y Alan Touring, de la popular ley contra la “propaganda LGBT” en la época de Tatcher. Momentos muy difíciles para las personas LGBT+ en el Reino Unido. 

Costaba imaginar que la marcha ocurría en la misma ciudad. Ha pasado mucha agua bajo el puente de Londres gracias a la lucha constante de activistas, políticos y ciudadanos anónimos que se negaron a aceptar la injusticia como una inmutable realidad. El avance de derechos, de visibilidad y de respeto social que lograron en pocas décadas ha sido notable e inspirador.

Mientras escribo estas líneas en el largo camino de regreso a casa luego del viaje, me es imposible no ilusionarme y soñar. ¿Habrá sido esta experiencia una suerte de vistazo a nuestro futuro?


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