Grandes argumentos para regalar un libro esta Navidad
Puede ser de tapa dura, una edición de bolsillo o hasta un archivo digital. Puede ser un ladrillo, o apenas algo más que un folleto. Puede haber sido comprado en una librería, en un quiosco de periódicos, en internet o en una feria de viejo. Incluso, puede ser sacado de una biblioteca personal. Sea como fuere, pocas cosas más personales, y por lo tanto más hermosas, que recibir un libro de regalo.
Cuando te regalan un libro se trata de varios regalos en uno. La persona que te lo regala, además de darte el objeto, está manifestando una serie de buenos deseos para ti. Quiere que tengas el tiempo para leer. Un rincón cómodo para hacerlo. Que haya silencio a tu alrededor. Que puedas liberarte de todas las distracciones que nos rodean cada minuto del día. Que tu mente se desconecte un rato de los correos electrónicos, las llamadas de Zoom, los trámites en el banco, los mensajes de WhatsApp, el timbre y todas las ansiedades y deberes del día a día. Te quiere libre y tranquilo, dos de los adjetivos cruciales cuando una persona imagina la felicidad de alguien a quien quiere.
Recibir un libro como regalo es que te digan “pensé en ti” sin que sea necesario verbalizarlo. Esa persona separó parte de su día para pasear por una librería o navegar por una web, revisando pacientemente diferentes títulos, leyendo reseñas y contraportadas, acumulando y descartando opciones. Mientras lo hacía, te imaginó leyendo, se preguntó si ya tenías ese libro, deseó haber acertado mientras pagaba en la caja e imaginaba tu reacción al abrir la envoltura. En la expectativa también se expresan nuestros afectos.
Que te regalen un libro es también una invitación a una conversación futura. La persona querrá saber si te gustó, si lo odiaste, si algo llamó tu atención, si encontraste a un personaje entrañable o una idea luminosa. Querrá contrastar tu reacción con la que había imaginado al momento de elegirlo. Así, el regalo se trata de una manifestación clara de voluntad: quien te lo dio quiere mantener un vínculo contigo, tal vez incluso estrecharlo. Se imagina en tu futuro.
Ese deseo no será lo único permanente. El libro pasará a ser parte de tu cotidiano, en la biblioteca de tu casa, en tu escritorio o en el estante de la sala. Ahí estará, esperando pacientemente tu lectura, la cual puede demorar días, meses o años en llegar. El regalo ahora convive contigo. Y los libros pueden durar más que los amigos y los amores que hay detrás, pero no nos vayamos por ahí que no quiero poner triste a nadie.
Las personas deben perder el pudor y dedicar los libros que regalan, así no sean los autores. Para que pensemos en ellos, incluso cuando ya hayamos olvidado cómo es que ese libro llegó a nosotros. Pocas cosas generan una sonrisa espontánea como redescubrir la dedicatoria que hizo alguien a quien queremos. El cariño acepta lo cursi, así que no hay que ser austeros al hacerlo. Y la fecha, no nos olvidemos de agregar la fecha en la dedicatoria. Para recordar quiénes éramos cuando el libro llegó a nosotros.
(Por cierto, la posibilidad de dejar una dedicatoria es un claro punto a favor del libro impreso, aunque siempre puede adulterarse un archivo de pdf).
Y así las cosas, aún existe algo más bonito que recibir un libro. Regalar uno. Porque recordarás lo que acabo de escribir y disfrutarás aún más del proceso. Así que este año olvídate de las medias, la botella de whisky o el gift card y empieza a pensar de verdad en cuánto quieres a esa persona que recibirá tu regalo. La librería te está esperando.
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