Los juegos verdaderos


Después de medio siglo una gran novela reaparece para interpelarnos


Primero lo primero: felicitaciones a la Cámara Peruana del Libro y a todos aquellos que contribuyeron al éxito de la última edición de la Feria Internacional del Libro de Lima, editores, autores locales e internacionales, libreros, público entusiasta en general. No solo la cantidad de personas que asistió (20% más que el año pasado, según cifras de la Dirección del Libro y la Lectura del Mincul), la afición futbolera presente —más allá de mi hinchaje, es cierto que daba gusto ver gente con camisetas de sus clubes, especial y mayoritariamente de la U comprando títulos de fútbol pero aprovechando para que la familia adquiera ejemplares de obras infantiles o juveniles—, los amantes de las mascotas, y todos quienes sacaron el jugo a una buena oferta cultural que iba más allá de los libros para que se pudiera pasar una jornada completa en la FIL. ¡Que vengan muchas más así, y que las regiones apuesten más por este tipo de eventos!

Esta feria trajo, además, muchas novedades, descubrimientos y reediciones. Más allá de la curiosidad por un nuevo cuentario de Julio Ramón Ribeyro y otras buenas apariciones, dedicaré esta columna a una reaparición importante y que esperamos sea valorada como se merece. Los juegos verdaderos de Edmundo de los Ríos, de la que Rulfo dijo que era “la novela que inicia la literatura de la revolución en Latinoamérica”, ha sido editada por La Travesía, pundonorosa editorial arequipeña, como el mismo autor.

El título, coincidencia en un momento olímpico como el que acabamos de culminar, tiene que ver con el interés del narrador/revolucionario de poner en claro que los jóvenes deben dejar de una vez aquellos juegos de ficción —la novela obtuvo una mención especial en el Premio Casa de las Américas 1968, el mismo año en que se desarrollaron los primeros juegos olímpicos en Latinoamérica, de ahí la referencia— e ingresar a la acción de las guerrillas y la lucha armada, única forma, según él, de alcanzar el verdadero cambio social en nuestra región. 

La historia pasa de una idílica infancia y adolescencia arequipeña al borde del río Chili, donde los Halcones Negros, un grupo de chicos, descubren el mundo, la amistad y el amor; a una Lima que va creciendo desordenadamente en los años 60, llena de pobreza; y un viaje en el que uno de aquellos jóvenes desplegará las alas hacia México, Cuba y la selva desde donde, como Javier Heraud, luchará con las armas por sus ideales de alcanzar un mundo más justo.

Edmundo de los Ríos, quien fue además uno de los personajes del delicado díptico Lobos solitarios del maestro Fernando Ampuero, fue un tipo novelesco. Después de esta obra apreciada y muy comentada en México, donde se editó originalmente, y la aparición fulgurante en las letras de un país que entraba al velascato, todos esperaron una segunda novela, quizá incluso más deslumbrante. Quién sabe por la autocensura y las dudas del narrador arequipeño nunca apareció. Lo que sucedió fue que De los Ríos se convirtió en periodista de Caretas, en un personaje en sí mismo, y nunca dejó que se publicara algo más con su firma, aunque hay quienes dicen que dejó una novela inédita.

Los juegos verdaderos se lee con otros ojos hoy. La juventud quiere sus 15 segundos de fama merced al TikTok y, sin duda, los celulares son más atractivos que las armas, o al menos eso parece en ciertas partes de Latinoamérica, aunque en ningún lado nos salvamos de pandillas y crimen organizado, cuyos ideales están bastante alejados de aquellos de los personajes de De los Ríos (bien visto, incluso los que tienen armas necesitan de celulares para dar a conocer que tienen armas). Pero al tiempo que por ratos los personajes parecen ingenuos y, en términos éticos, se parecen más a los abuelos que serían hoy que a los propios jóvenes del siglo XXI, hay mucha nostalgia al notar que los muchachos de la ficción —o al menos algunos de ellos— tienen ideales por los que luchar, que quieren cambiar el mundo y que no se contentan con lo que ven. 

Es que dar la vida y luchar por aquellos ideales parece un poco naif y lejano en tiempos en los que la política —o mejor, los políticos— avasallan y la respuesta es nula, o en que verdad y mentira parecen valer lo mismo. ¿Cuáles son los juegos verdaderos en estos tiempos? Quizá esa sea la pregunta que debamos hacernos, quizá el juego de hoy sea hacer como que se estudia para obtener un título bamba en una universidad ídem; después de todo, en las redes sociales no hay que demostrar nada, todo es una ficción, como la vida misma. ¿O no es así? Quizá leyendo a Edmundo de los Ríos podamos acercarnos a una respuesta mejor. O simplemente necesitemos, parafraseando a Rulfo, de una nueva novela acerca de la revolución de hoy en América Latina. ¡Jóvenes valores, manos a la obra! 


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