La urgencia de recobrar la educación


A propósito del nuevo libro de Jaime Saavedra y las nuevas oportunidades que el país necesita


La semana pasada se presentó Estamos tarde. Una memoria para recobrar la educación en el Perú, el libro en el que Jaime Saavedra comparte detalles de su paso por el Ministerio de Educación, entre 2013 y 2016. Es un aporte valioso, no solo por el recuento de lo sucedido durante esos años de gestión, sino también —y especialmente— por la revisión de evidencia local e internacional que se hace a lo largo del texto. El lector interesado en saber qué funciona (y qué no) para mejorar la educación en el mundo agradecerá esta compilación detallada y comentada.

La evidencia revisada es abundante, entenderla requiere trabajo paciente y dedicado. Pero, además, esta evidencia tiene dos características generales que vale la pena destacar aquí. Por un lado, siendo tan copiosa, también contiene algunos resultados que pueden ser contradictorios. Por el otro, pese a su profusión, todavía está lejos de tener respuestas para todas las preguntas relevantes. Así las cosas, un uso apropiado de la evidencia requiere mucho conocimiento y razonamiento. Reflexionar sobre esto me parece muy útil porque nos deja un mensaje indirecto de suma importancia: tomar las riendas del Ministerio de Educación requiere mucha preparación. Una nación responsable no debería permitir que cualquiera asuma tamaña tarea.

Con Jaime Saavedra estuvimos en buenas manos. Aún recuerdo la sorpresa con que nos tomó la noticia de su designación. Era octubre de 2013 y varios economistas de América Latina estábamos en México, asistiendo a la conferencia anual de Lacea, nuestra asociación regional más numerosa e interesante. La noticia fue tema de conversación en los intermedios, y el entusiasmo de los colegas de diversas latitudes, esperanzador. Varios recordaban que el año previo, cuando la conferencia se dio en Lima, Saavedra había presentado un estudio del Banco Mundial sobre igualdad de oportunidades que dio mucho que hablar. (Aquí una entrevista que dio a CNN sobre tal informe). En el estudio, además, discute sobre la desigualdad de ingresos, la importancia del trabajo en la generación de bienestar y el rol conjunto de los estados y las empresas en la construcción de un país próspero. Esto resultó ser una magnífica antesala para lo que tenía por delante.

Pero volvamos a Estamos tarde. Su estructura corresponde en gran medida a las prioridades e ideas fuerza de su gestión. La primera de esas ideas es una que parece estar en contradicción con los libros de texto de Gestión 1. Saavedra, mientras fue ministro, recalcaba cada vez que podía que no le debían pedir priorizar entre sus líneas de trabajo. En este libro vuelve a la idea diciendo que, para él, todos los pilares de su gestión eran prioritarios. Para esto presenta la analogía de las llantas del carro: no puede dar más atención ni dejar de lado ninguna de ellas, las cuatro son igualmente importantes. En un país con una educación tan históricamente descuidada como el nuestro, esto tenía mucho sentido. 

¿Cuáles son estas cuatro líneas de trabajo? Los docentes, la infraestructura, la gestión y los aprendizajes. Cada una merece un capítulo. Pero aquí me parece que vale la pena levantar el velo de la aparente contradicción con los libros de texto de gestión. Tienen razón sus autores al apuntar que “cuando todo es prioritario, en realidad, nada lo es”. En la gestión de Saavedra hubo cuatro prioridades. Y hay otras cosas que no lo son, por ejemplo “pasar lista” o “cantar el himno” (¡Daniel, la tuviste clara hace tiempo!). La contradicción, en el fondo, no es tal. Solo se refiere a que entre las cuatro le resultaba imposible establecer un orden.

Hoy, sin embargo, a la luz de la nueva evidencia que viene surgiendo en el mundo de la educación, me aventuro a proponer una línea de acción que sí puede merecer llamarse prioritaria entre las prioritarias: los docentes. Cada vez queda más claro en la literatura educativa global que su impacto es especial e irremplazable. Son ellos quienes hacen que la magia del aprendizaje suceda, aun en las condiciones más adversas. Algo en esta línea se destila también del discurso de despedida que pronunció Jaime Saavedra cuando dejó el ministerio en diciembre de 2016. El discurso ha sido transcrito en el libro. No se lo pierdan.

Cierro anotando la generosidad del autor, reflejada en este libro, y clave del éxito en la gestión. No solo la lista de agradecimientos es kilométrica. A lo largo de todo el documento hay pasajes de reconocimiento y agradecimiento a diversos equipos, tanto dentro como fuera del ministerio, dentro y fuera del país. En varios momentos también se resalta la importancia del trabajo en equipo, que en este caso es mucho más que un eslogan o la recomendación de los libros de texto. Se muestran varios ejemplos concretos de cómo el todo fue más que la suma de sus partes. Aquí anoto que esto se consiguió en gran medida gracias al liderazgo comprometido y generoso de Jaime. Quienes hemos trabajado alguna vez cerca de él sabemos de su vocación de ir siempre por el esfuerzo extra, la vuelta de tuerca adicional. Esto le permitió reclutar varios centenares de profesionales igualmente comprometidos, que juntos pudieron devolverle la fe al país acerca de una mejor gestión pública y un mejor futuro, al menos por un tiempo.

Ello demuestra que es posible poner a la educación en el centro del debate público y recobrar sus mejores bríos en el Perú, aunque estemos tarde. Ojalá se dé una nueva oportunidad. Y ojalá no tarde mucho.


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