Muchas lecturas para todos los hinchas (sobre todo cremas)
Alejandro Neyra es escritor y diplomático peruano. Ha sido director de la Biblioteca Nacional, ministro de Cultura, y ha desempeñado funciones diplomáticas ante Naciones Unidas en Ginebra y la Embajada del Perú en Chile. Es autor de los libros Peruanos Ilustres, Peruvians do it better, Peruanas Ilustres, Historia (o)culta del Perú, Biblioteca Peruana, Peruanos de ficción, Traiciones Peruanas, entre otros. Ha ganado el Premio Copé de Novela 2019 con Mi monstruo sagrado y es autor de la celebrada y premiada saga de novelas CIA Perú.
Uno de los grandes retos para quienes desde las bibliotecas o los propios espacios familiares buscamos fomentar la lectura está en la competencia con otros entretenimientos. Antes fueron los espectáculos masivos como el teatro, el deporte o el circo, y más recientemente las pantallas del cine y la propia televisión en casa y los teléfonos —ahora potenciados con plataformas de video, redes sociales y mucho más— aquellos enemigos silenciosos frente a los cuales, sin embargo, el libro resiste (y resistirá).
De entre ellos hay algunos que se han hecho complementarios, como el cine y las series de televisión, pero es difícil encontrar cómo el deporte, y más específicamente el fútbol, puede convertirse en fuente u origen de ediciones librescas. Es más, hay algunos intelectuales —el ejemplo clásico es el gran Jorge Luis Borges— que denuestan del deporte sin comprender cómo alguien puede valorar estéticamente a veintidós hombres (o mujeres, felizmente ahora también) corriendo tras un balón buscando patearlo dentro de un arco. Más allá de eso, se ha dicho que el fútbol puede exacerbar los nacionalismos —la famosa guerra del fútbol entre Honduras y El Salvador en 1969, en el marco de las eliminatorias para México 70— o incluso servir para lavarle la cara a dictaduras como la de Videla en Argentina, amén de convertirse en campo para la corrupción que denuncian desde una serie en Netflix hasta el “Loco” Bielsa, actual entrenador de la selección uruguaya.
Pero bien visto —hablo como hincha y como escritor— el fútbol guarda, dentro de todo, una épica que es siempre posible convertir en narrativa de la buena. Crecí leyendo Copa 82, una revista que traía historias de fútbol como prolegómeno al mundial de España, y si algo aprendí allí es que hay hazañas que pueden incluso fortalecer el alma de los pueblos, como la de Uruguay en el “Maracanazo” de 1950, “el milagro alemán” de 1954 o la de nuestra propia selección que, de manera mítica, dio vuelta al marcador contra Bulgaria en 1970, inspirada por la tragedia del terremoto en Huaraz. Esto además de los mitos orales como los que escuché de mi padre, cuando contaba las gestas que llegó a ver en campos de futbol a los que iba para admirar el juego de “Lolo” Fernández y Alberto “Toto” Terry —a quien le pedí un autógrafo alguna vez, cuando era apenas un niño, sospecho que más bien a pedido de mi viejo—.
Y así llego a esto que veo a la distancia, con la esperanza de poder experimentarlo directamente en pocos días, y en vivo y en directo, en la Feria Internacional del Libro de Lima. El club Universitario de Deportes ha decidido tener un espacio en el recinto para mostrar algo de su historia, pero también promover la presentación de los varios libros que se han escrito con motivo de su centenario. Yo, como buen hincha, he empezado a seguir una cuenta de Literatura Crema en X (ex Twitter) y veo con gusto que gente valiosa ha dedicado tiempo a escribir sobre esas épicas cremas, de sus glorias y campeonatos, también seguramente de las tristezas, de los clásicos y los duelos memorables. Entre ellos destacan varios amigos y gente que conozco por diferentes razones: Jaime Pulgar Vidal, Pedro Ortiz Bisso, Aleksander Cassis, Antenor Guerra García —quien ha hecho ya ediciones de gran factura alrededor de temas futbolísticos peruanos—, Miguel Villegas, etc. Hay, además, ediciones antológicas, colecciones de relatos, libros de la Asociación de Coleccionistas de Camisetas (De crema me vestí), publicaciones sobre las copas conquistadas, el éxito de ventas Matutazo, etc.
Esto debe ser un hito en la historia de la feria y, sobre todo, una forma de aproximar estas dos aficiones que ya están más cerca de lo que parecen. Incluso el influencer literario Gianfranco Hereña se ha sumado con un título sobre su hinchaje celeste y estoy seguro de que debe haber varios libros sobre el clásico rival y otros clubes. Y es que si algo le sobra al fútbol es eso, la épica, las historias famosas, las tragedias, los sueños hechos realidad y los que terminaron en pesadillas. El futbol es una metáfora de la vida, como puede serlo la buena literatura, por cierto, y ambas se vienen encontrando cada vez más (creo que ya antes lo he comentado, pero existen biografías notables y hasta un par de buenas novelas peruanas recientes alrededor del fútbol: Santiago Roncagliolo y La pena máxima y Juan Carlos Ortecho con La fe de ayer).
Disculpen si me quedo sin nombrar a algún hincha-escritor-amigo que se me haya pasado. El objetivo de estas líneas es solo llamar la atención sobre las muchas formas de atraer a la gente a la lectura, en este caso con el excelente pretexto celebratorio del centenario crema. No cabe duda de que esta es una buena historia (de fútbol) para contar y leer. Es una pena que ya el maestro Borges no esté entre nosotros para darse cuenta de que el fútbol puede convertirse en una obra literaria y, por qué no, enrostrarle un ¡Y dale U!
PS. Esto sí es publicidad: CIA Peru 1985-1992 se presentará el domingo 4 de agosto a las 19 horas en la Sala César Vallejo de la FIL, con los (espero) amables comentarios de Gustavo Rodríguez, Carlos León Moya y Gabriela Alemán. Hinchas del fútbol, pero sobre todo de la literatura y de los espías, están cordialmente invitados. ¡Arriba Perú!
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