Esas leyes que atan de manos a los ciudadanos en tiempos libertarios
El título de este jugo, obviamente, es un guiño a ese lema utilizado por el autodenominado libertario presidente de la Argentina, Javier Milei: ¡Viva la libertad! Recuerdo los posts de varios de sus seguidores en mi país afirmando por aquellos días que, finalmente, “la libertad llegó”.
Por entonces me quedé pensando sobre qué libertad había sido cercenada previamente. Argentina, es verdad, necesitaba un ajuste económico importante y de eso había poca duda entre los entendidos. El detalle estaba en cómo hacer correcciones económicas de la magnitud necesaria fortaleciendo al mismo tiempo el contrato social. Hasta la fecha, no me queda claro si la libertad que trajo el nuevo presidente también vino acompañada del cuidado a los más vulnerables. Ello, sin hablar de sus errores de promoción de criptomonedas o su lenguaje tan confrontacional.
Pero es hora de confesar que Milei, como dice Blades, “no es más que un pretexto” para compartir con ustedes una vez más mi indignación por las leyes que aprueba el Poder Legislativo en el Perú. De ellas, la que más me motiva hoy es la que llama a reorganizar la Agencia Peruana de Cooperación Internacional, conocida por sus siglas APCI.
Los críticos de la ley, entre quienes me encuentro, indican que limita de manera significativa la libertad de asociación. Comprendo que si un grupo de ciudadanos privados decide organizarse en una asociación para recibir fondos de la cooperación internacional, se generan varios temas que requieren decisión de la colectividad. De un lado, se encuentra el precepto constitucional de la libertad de asociación, algo a lo que tenemos derecho y que no ha sido modificado en las innumerables enmiendas que ha sufrido la Constitución de 1993. De otro lado, los fondos de la cooperación son limitados y, si se dedican a un fin determinado, están dejando de ser utilizados en otra finalidad. Por ello, resultaría razonable que una entidad del sector público participe en la supervisión de la utilización de los fondos y que el uso de estos se realice de acuerdo a ley.
La manera que los legisladores han encontrado para resolver este dilema es doble. De un lado, se encuentra un conjunto de usos prohibidos de plano, como el que sean utilizados para patrocinar a demandantes del Estado en jurisdicciones internacionales. De otro lado, ahora se solicitará a las asociaciones que gestionen en la APCI una aprobación antes de ejecutar los fondos, bajo riesgo de falta y sanción.
Los problemas con estas soluciones me parecen obvios. La explicada prohibición está limitando el derecho de cualquier ciudadano peruano a contar con una defensa en todas las jurisdicciones posibles, pero aún más a quienes no cuentan con los medios para financiar la mejor defensa posible en un tribunal internacional. Una vez más, los legisladores desprotegen a los más vulnerables.
En segundo lugar, ¿se imaginan cuánto tiempo se tomará la APCI en realizar las aprobaciones que ahora estará obligada a emitir? Si solo juzgo por el tiempo que le viene tomando al Ministerio de Transportes y Comunicaciones construir las vías de acceso al nuevo aeropuerto —24 años y contando—, no quiero ni pensar cuánto tiempo se tomará la APCI.
Así que somos libres para asociarnos, siempre y cuando lo hagamos para las finalidades que serán aprobadas por el gobierno de turno. En estos gobiernos de matones, como los llamó un gran colega mío, las palabras significan lo que el autoritario al mando quiere que signifiquen.
¡Suscríbete a Jugo haciendo click en el botón de abajo!
Contamos contigo para no desenchufar la licuadora.
jajajaj…ninguna traba a la sociedad civil…. es un alto y control al negociado descomunal de la ONG, en la que un grupusculo se beneficia con ingentes cantidades de dinero, en sueldasos como ya se evidenció públicamente la semana pasada. Paguen impuestos completos, que los fiscalicen como a todos que ustedes no tienen corona, ni siquiera son la «sociedad civil» quien les ha dado ese titulo que se han inventado??????? Lo suyo es un negocio muy bien montado sobre la pobresa y el buenismo que nos han venido vendiendo.