¿Por qué es necesaria una mirada inclusiva cuando hablamos de violencia de género?

Neela Ghoshal es directora senior de Derecho, Política e Investigación de Outright International. Anteriormente, fue directora asociada de Derechos LGBT en Human Rights Watch. Es licenciada en Estudios de Justicia Social por la Universidad de Michigan y tiene un máster en Relaciones Internacionales por la Universidad de Yale.
Un adolescente gay en Ecuador, estudiante de un colegio militar, fue enviado a una «clínica de rehabilitación» donde lo «obligaron a hacer ejercicio desnudo, junto a chicas desnudas». Una persona intersexual no binaria en Ghana recordó el dolor de ser llamada “bruja” por sus profesores y que fue obligada a vivir en el sótano del dormitorio en su internado, separada de los otros estudiantes. Una mujer lesbiana, involucrada en el activismo político en Filipinas, contó que una red de noticias de extrema derecha “me llamó lesbiana en su canal de YouTube, exponiendo mi nombre, diciendo que soy lesbiana, y llamándome terrorista y comunista… (sugirieron) que mis comentarios no tienen validez porque soy lesbiana”. Una persona no binaria y pansexual en Malasia reportó que, cuando publicaba contenido sobre orientación sexual e identidad de género en su cuenta de YouTube, hombres le respondían con comentarios como “quizás si te follo lo suficientemente fuerte, dejarás de gustar de las chicas”. Una mujer trans en Argentina dijo: “Si me golpeaban, era mi culpa. Si me insultaban, era porque no caminaba bien… era mi culpa”.
Estas son algunas de las historias que recientemente han recabado mis colegas de Outright International y de otras organizaciones asociadas que investigan diversas formas de violencia de género, y cómo estas afectan a las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, intersexuales y queer (LGBTIQ).
Hoy, más que nunca, es oportuno mencionar estos testimonios, pues del 25 de noviembre al 10 de diciembre de cada año, el sistema de Naciones Unidas y las organizaciones feministas de todo el mundo unen fuerzas para conmemorar los 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género, una campaña anual que se lleva a cabo desde 1991. Este año, ONU Mujeres y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito han elaborado un nuevo informe sobre feminicidios, y el Secretario General de la ONU lidera una campaña bajo el lema “Cada diez minutos, una mujer es asesinada. #NoHayExcusa. ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres”.
La mayoría de los años, las voces de las personas LGBTIQ están notablemente ausentes de los elementos más visibles de esta campaña global. Este año no ha sido la excepción. Si bien el nombre de la campaña se refiere a la “violencia de género”, los materiales disponibles de la ONU se refieren exclusivamente a la violencia contra mujeres y niñas. Esto es una oportunidad perdida para ese colectivo tan golpeado.
No hay duda de que ponerle fin a los feminicidios debe ser una prioridad global urgente. En efecto, #NoHayExcusa para la violencia contra las mujeres. Y centrar a las mujeres y niñas en las discusiones sobre violencia de género tiene sentido. Pero, en principio, el discurso de la “violencia de género” debería abrir un espacio amplio para discutir las normas y jerarquías de género que contribuyen a la violencia no solo contra las mujeres, sino también contra personas queer, trans e intersexuales de todos los géneros.
Erradicar este tipo de violencia exige reconocer su origen en normas de género rígidas y binarias impuestas por el patriarcado mediante violencia física, emocional y económica. También requiere un enfoque decolonial que visibilice cómo estas normas, lejos de ser tradiciones locales, son imposiciones coloniales que marginaron identidades y sistemas de género más fluidos. Este análisis conecta la violencia contra las mujeres con aquella basada en orientación sexual, identidad y características sexuales.
Los enfoques legales y de políticas para enfrentar la violencia de género que se limitan a mujeres y niñas probablemente dejen atrás a muchas personas queer, trans e intersexuales. Países con altos niveles de feminicidios, como Guatemala y Honduras, probablemente no puedan cuantificar los feminicidios de mujeres trans, quienes no son legalmente reconocidas como mujeresdebido a los marcos legales de estos países. En un estudio de Outright de 2022 sobre leyes contra la violencia doméstica en diez países asiáticos, encontramos que algunas de estas leyes solo se aplican a parejas heterosexuales y que, incluso cuando son inclusivas, los mecanismos de reparación y los servicios no abarcan adecuadamente a sobrevivientes LGBTQ. Como resultado, a menudo no pueden buscar justicia, ni acceder a apoyo institucional.
Los testimonios destacados al inicio de este artículo son solo una muestra de las múltiples formas de violencia de género que enfrentan las personas LGBTIQ por no amoldarse a las normas sociales sobre sexo y género. Estos casos forman parte de los próximos informes de Outright, que abordan temas como las prácticas de conversión en América Latina y la violencia en línea contra mujeres lesbianas, bisexuales y queer en Asia, así como el informe que acabamos de publicar sobre las violaciones de derechos humanos de personas intersex alrededor del mundo. Estas investigaciones deben servir como un recordatorio contundente de que, aunque la violencia de género busca apuntalar el patriarcado y subyugar a las mujeres, no afecta exclusivamente a mujeres y niñas.
Estos reportes ven la luz poco después de otro informe de Outright sobre la autodeterminación legal de género, publicado el 20 de noviembre, Día de la Memoria Trans. El informe identifica el cambio legal del registro de identidad como una herramienta crucial para reducir la violencia de género y la discriminación contra las personas trans. En él se señala que desde el inicio del informe anual de Monitoreo de Asesinatos Trans en 2008, se han documentado más de 5.000 asesinatos de personas trans. Esto es consistente con información de años anteriores: de los 350 asesinatos reportados en 2023, el 94 % fueron feminicidios (asesinatos de mujeres trans).
Al conmemorar los 16 Días de Activismo Contra la Violencia de Género, desde Outright instamos a la ONU y a nuestros socios en el movimiento feminista a mantener una comprensión expansiva de esta problemática. Con la elección de la administración Trump en Estados Unidos, habrá un impulso renovado para borrar el concepto de género, reemplazando términos como “violencia de género” con alternativas más restrictivas como “violencia contra mujeres y niños”, no solo en la legislación de Estados Unidos, sino también en instrumentos internacionales. Las instituciones multilaterales, las organizaciones no gubernamentales y otros podrían verse tentados a ceder y dejar de lado el género, restringiendo sus esfuerzos a lo que parece menos controvertido: “mujeres y niñas”. Eso sería miope.
Sin un marco inclusivo de violencia de género, no podemos dar cuenta del daño de género infligido al adolescente gay en un campamento de conversión en Ecuador, al estudiante intersexual en Ghana apartado de sus compañeros, a las amenazas y ataques en internet dirigidos a personas queer y no binarias en Filipinas y Malasia que se atreven a expresarse en línea, o a la mujer trans golpeada en Argentina por la forma en que caminaba. Sus historias deben ser parte de los 16 Días. Y sus voces conmovedoras y sus llamados urgentes a la justicia deben ser amplificados, no solo por las organizaciones LGBTIQ, sino por todos los que se esfuerzan por erradicar la violencia de género.
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