Innovaciones para no dejar a ninguna mujer atrás 


¿Por qué es importante medir la pobreza  multidimensional desde la perspectiva del género?


Jhonatan Clausen es economista por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y PhD en desarrollo internacional por la Universidad de Bath (Reino Unido). En la PUCP se desempeña como profesor del departamento de Economía y director (e) del Instituto de Desarrollo Humano de América Latina (IDHAL). 


En los países de ingreso bajo y medio, como el Perú, el estándar de medición de la pobreza está cambiando. Tradicionalmente, en estos países la pobreza se ha medido utilizando indicadores monetarios, según los cuales se compara el ingreso o gasto mensual por persona de un hogar con una “línea de pobreza”. Así, si este ingreso —o gasto— es menor al monto establecido por la línea de pobreza, se considera que todos los miembros del hogar viven en situación de pobreza monetaria.

El nuevo estándar propone complementar estas mediciones monetarias con mediciones de pobreza multidimensional no monetaria[1]. Este segundo tipo de mediciones toma información sobre un conjunto de carencias que experimentan los miembros del hogar en dimensiones no monetarias del bienestar, como la salud, la educación, el acceso al agua, el empleo, la seguridad, entre otras. Si un hogar experimenta varias de estas carencias a la vez, se considera que todos sus miembros viven en situación de pobreza multidimensional. En América Latina, países como Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y República Dominicana ya utilizan este estándar, y el Perú está próximo a hacerlo también.

Ninguna medición de la pobreza es perfecta. Una crítica frecuente, tanto a las antiguas formas de medirla como a las nuevas, es que se enfocan en la información del hogar “como un todo”. Esto implica una limitación, pues no permite reflejar de manera directa la situación individual de algunos miembros del hogar que podrían estar en mayor desventaja, como es el caso de las mujeres. 

Como respuesta al desafío de medir la pobreza desde una perspectiva de género, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentó la semana pasada el Índice de Pobreza Multidimensional con foco en mujeres para América Latina y el Caribe[2]. Esta innovación metodológica no busca realizar comparaciones entre hombres y mujeres, sino que tiene como objetivo reflejar situaciones de pobreza que son particularmente relevantes para las mujeres de un conjunto de 10 países de la región: Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Honduras, México, Panamá, República Dominicana y Uruguay.

El nuevo índice del PNUD se enfoca en mujeres mayores de 18 años y está conformado por cinco dimensiones: salud y servicios de cuidado, nivel educativo y estructura del hogar, actividad y autonomía económica, acceso a tecnologías de la información y las comunicaciones, y vivienda y servicios. En total, el índice está compuesto por diez indicadores, dos por cada dimensión. La medición identifica a una mujer en situación de pobreza multidimensional si experimenta carencias en, por lo menos, 4 de estos 10 indicadores. 

Los datos presentados por el PNUD son alarmantes. La proporción de mujeres en pobreza multidimensional —recordemos, aquellas que experimentan por lo menos cuatro de diez carencias a la vez— se encuentra entre el 25 % y 35 % en los casos de México, Colombia y Panamá, y se eleva hasta rondar el 50 % en las áreas rurales de Bolivia, El Salvador y Honduras. Considerando que estas estimaciones fueron realizadas con información previa a la pandemia de COVID-19, hay razones para pensar que el cumplimiento de la consigna de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de “no dejar a nadie atrás” corre peligro. En especial en lo que concierne al Objetivo 1 —“Fin de la Pobreza”— y al Objetivo 5 —“Igualdad de Género”—. 

Las innovaciones en la medición de la pobreza son fascinantes desde el punto de vista académico, pero su principal propósito es servir de base para pasar a la acción y lograr cambios. Si tomamos verdaderamente en serio el objetivo de no dejar a ninguna mujer atrás, convivir con la realidad que nos muestran estas cifras debería ser algo que nos resulte absolutamente inadmisible. 

Jhonatan Clausen es economista por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y PhD en Desarrollo Internacional por la Universidad de Bath (Reino Unido). En la PUCP se desempeña como profesor del departamento de Economía y como director (e) del Instituto de Desarrollo Humano de América Latina (IDHAL). 


[1] Carolina Trivelli y yo discutimos este tema en mas detalle en esta publicación https://gestion.pe/opinion/carolina-trivelli-medidas-complementarias-de-pobreza-noticia/

[2] Puede consultar el informe completo aquí https://www.undp.org/es/latin-america/publicaciones/indice-de-pobreza-multidimensional-con-foco-en-mujeres-para-america-latina-y-el-caribe


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