Germinal


Un viaje en auto al siglo XIX nos advierte sobre los actuales excesos del capitalismo 


Hace algunos años decidí convertir los largos viajes en auto en oportunidades para escuchar novelas decimonónicas que siempre había querido leer. El tiempo dedicado a la lectura de fuentes primarias durante mi doctorado y de trabajos de historiografía me habían llevado a poner bajo embargo toda ficción durante esatemporada, que también coincidió con la escritura de mi tesis y la tierna infancia de mis hijos. 

Fue al emprender un viaje al norte y este de Francia cuando decidí que era momento de dedicarle un tiempo a una de las novelas más conocidas de Émile Zola (1840-1902). No sabía mucho sobre ella, solo que tratabasobre una huelga de mineros en la región por la que iría a pasar en auto. Bastó eso para imaginar que sería triste y dura, porque un enfrentamiento entre el poder del capital y los trabajadores en el Segundo Imperio, el de Napoleón III, no podía terminar bien. Nada me preparó, sin embargo, para el pedazo de novela que resultó siendo.  

Quizás para algunos lectores, Zola sea un nombre íntimamente ligado a la toma de posición política por parte de los intelectuales. Se hizo mundialmente famoso cuando en 1899 publicó en la primera plana del diario La Aurora, el “Yo acuso”, un artículo en defensa del oficial judío Alfred Dreyfuss, quien había sido enviado a la Isla del Diablo al encontrársele culpable de pasar secretos al ejército alemán. Existían pruebas de su inocencia, pero el ejército francés no quería dar su brazo a torcer, y los periódicos católicos dieron rienda suelta a lo peor de antisemitismo del momento. Zola fue encontrado culpable de difamación y pasó más de un año exiliado en el Reino Unido. Eventualmente, él y Dreyfuss fueron perdonados, y su trabajó sirvió de inspiración para los creadores del llamado nuevo periodismo practicado por Truman Capote, Joan Didion y Tom Wolfe, entre otros.

Desde por lo menos 1877 Zola ya era muy famoso. A los treinta y siete años, una de sus novelas lo hizo millonario. Casi una década después apareció Germinal, una de las veinte novelas que forman parte de la serie sobre la familia Rougon-Macquart, que revela el mundo del Segundo Imperio, además de las ideas seudocientíficas sobre la importancia de lo hereditario en el carácter. La mención a esto en la novela es tan ligera que no se tiene en cuenta cuando conocemos a Étienne, el personaje principal y miembro de ese clan. A pesar de que el narrador de Zola es omnisciente y nos muestra a cada uno de los personajes desde adentro —además de dar descripciones increíblemente detalladas de la mina, así como de los pueblos y los campos a su alrededor—, Étienne está al centro de la historia desde su llegada en medio de una gélida noche y su partida una mañana soleada.

Si bien a ratos se le siente a la novela un aire panfletario, con personajes diseñados para mostrar cada una de las posibilidades sociales que existían en un ambiente como ese, encuentro que su capacidad está en hacernos creer que personas como estas existieron, o pudieron existir. Lo mismo sucede con las ideologías del momento, cuyo uso a ratos cae en el didactismo. Zola pasó largas temporadas en minas similares a las que describe y conocía todos los vericuetos de ese mundo. Su estilo naturalista es impactante al desvestir a cada uno de los personajes y nos permite entender exactamente cómo se sienten en cada momento. Si bien la huelga es un evento político, Zola nos logra hacer sentir cada una de sus motivaciones y nos involucra en su drama.

La familia de mineros en la que se adentra tiene la típica vida de los trabajadores en la segunda mitad del siglo XIX y las descripciones detalladas de su pobreza, del hambre, del frío, son estremecedoras. Y se hacen aún más vivas junto a las profundas diferencias sociales entre quienes tienen una existencia de confort y que se repiten a sí mismos una frase que hasta hoy escuchamos: “Los pobres son pobres porque quieren”. O que lo son “porque tienen muchos hijos” o “porque beben”, sin tener en cuenta que para escaparde la pobreza estructural hace falta mucho más que eso.

Mientras escuchaba la novela, no podía dejar de pensar que los trabajadores en Francia ya no viven en esas condiciones, y que para salir de ellas se dieron muchas huelgas, luchas y dos guerras mundiales con el epicentro en ese mismo territorio. Y también recordé que hoy, en las minas de plata en La Rinconada en el Perú, las circunstancias no son demasiado lejanas de las descritas por Zola: los niños y las mujeres deben ir a escarbar al relave diariamente a ver qué sacan y sus vidas están atravesadas por lo más inhumano del capitalismo.

Germinal es el nombre del mes que los hombres de la Revolución Francesa le dieron a ese momento del año en que comienza la primavera, y Zola nos deja con la idea de que de las profundidades de estas minas surgirá el cambio. Más de cien años después, cabe preguntarse cuándo llegará la posibilidad de una vida digna a quienes tan cerca de nosotros viven en condiciones del siglo antepasado.


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3 comentarios

  1. Marcel Velázquez

    Notable texto. Justo en mi curso de maestría en Pando estudiamos la novela experimental de Zola y los vericuetos del naturalismo en América Latina (Cambaceres, Matto, Gamboa, Edwards…). A pesar de las lógicas del determinismo, en sus mejores momentos las novelas de Zola establecen una verdad social que estremece al lector.

  2. Marco Antonio Flores Ticona

    Muy interesante. A buscar y leer la novela. Sólo una precisión: en La Rinconada el mineral procurado es el oro, no la plata; y la incidencia de la labor infantil en el ‘pallaqueo’ hoy en día es mínima por el excesivo incremento de la criminalidad -como en todo Perú. Pese a ello, se entiende la asociación de la novela de Zolà con el extractivismo ecológico y humano (in) del capitalismo. Muy agradecido por la recomendación.

  3. Natalia Sobrevilla

    Gracias Marcel!
    la verdad que me dejó sin aliento, realmente increíble la capacidad de Zola de recrear un mundo.
    Será motivo para leer u oír a los autores que mencionas y seguir con la literatura decomononica.
    No puedo más que recomendarla!

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