Una reflexión institucionalista para no perder la Amazonía peruana

Miguel Angel La Rosa Salazar es economista por la Universidad Nacional Agraria La Molina y profesor auxiliar de su departamento académico de Economía y Planificación. Máster en Ciencias del programa Manejo Integrado de Recursos Naturales de la Universidad Humboldt en Berlín, actualmente hace su investigación doctoral dentro del Grupo de Políticas Agrarias y Alimentarias y participa del Programa de Graduados del Instituto de Investigación Integrativa sobre Transformaciones de Sistemas Humano-Ambientales. También ha participado de grupos de investigación con interés en los bosques amazónicos en el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) y el Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE).
Mucho se habla de las instituciones, pero a veces perdemos de vista que son estructuras sociales que establecen incentivos para facilitar o restringir ciertas acciones. Otro aspecto interesante y poco considerado de ellas es que las subyacen ideas populares y que cuentan con el respaldo de actores influyentes. Teniendo esto en consideración, una mirada institucional nos da acceso a las ideas prominentes en diversos aspectos de la sociedad y a su escrutinio.
En el ámbito amazónico peruano, dos de las ideas más prominentes podrían ser la fertilidad de sus suelos y la Amazonía desocupada. Ambas nociones se combinaron en un discurso desarrollista caracterizado por la frase «tierra sin hombres para hombres sin tierra», un eslogan que dio sentido a las diversas políticas de colonización del primer gobierno de Fernando Belaúnde (1963-1968). Dentro de ellas sobresalió la carretera Marginal de la Selva, una vía que facilitó una considerable migración que extendió las tierras agrarias de la nación a expensas de numerosas hectáreas de bosque.
Varios años después, estas ideas permanecen o reaparecen con ciertos matices y con variado éxito.
Si bien la supuesta fertilidad de los suelos amazónicos tiene cada vez menos adeptos, sí se mantiene la idea de que estos suelosestán disponibles para actividades agrarias. Esta se sustenta en la confianza en los desarrollos tecnológicos y el reconocimiento de que los cultivos permanentes son más adecuados para los frágiles suelos amazónicos. La promoción del cultivo de palma aceitera a través del Plan de 2001 y esfuerzos recientes para renovarla son prueba de ello. También lo es la promoción de cultivos alternativos para luchar contra la expansión del cultivo ilícito de coca. En ambos casos, la promoción agraria vino acompañada de considerable deforestación.
La idea sobre la ocupación de la Amazonía también ha cambiado. O, más bien, se ha acotado, específicamente sobre los PIACI (pueblos indígenas en situación de aislamiento y contacto inicial). Una idea que viene cobrando fuerza recientemente es que, a pesar de las diversas pruebas que los confirman y su reconocimiento por el Gobierno Peruano, los PIACI no existen. Con esta lógica, se vienen realizando esfuerzos para desaparecer las instituciones que restringen las actividades extractivas en los territorios en los que estos pueblos sobreviven. De ocurrir dichas actividades, traerán consigo deforestación en cierta medida.
A pesar de la prevalencia de estas ideas, hay otras que han ganado fuerza y que se alinean con la conservación de los bosques. Por ejemplo, en los últimos quince años hemos visto aparecer una ley forestal que prohíbe el desbosque, una Estrategia Nacional de Bosques y Cambio Climático, y diversos compromisos internacionales.
Sin embargo, la deforestación en el Perú ha aumentado. De acuerdo con el portal GeoBosques del Ministerio del Ambiente, entre 2001 y 2023, la tasa de deforestación se incrementó en 57 % (con algunos picos). Con ello queda claro que, aunque la conservación de la Amazonía se ha popularizado, aún no logra restringir acciones indeseables.
Esto se debe, en parte, a que la institucionalización de las ideas debe venir acompañada de un aspecto que muchas veces se omite: el enforcement. Es decir, que no basta con la promulgación la ley tal o el establecimiento del organismo cual: es necesario dotar a estos dispositivos legales de “dientes” para que realmente puedan incentivar acciones deseables y desincentivar las indeseables. De otra forma quedan en calidad de papel membretado.
Lamentablemente, en el Perú, también está presente la idea de que la protección ambiental es una traba para el desarrollo del país. La prominencia de esta idea ha resultado en el debilitamiento de la conservación amazónica, por ejemplo, al no ratificar el Acuerdo de Escazú y modificar la Ley Forestal y de Fauna Silvestre. La opinión de diversos expertos es que estas acciones resultarán en una considerable deforestación en el futuro.
Entonces, bajo una mirada institucional, si realmente queremos luchar contra la deforestación de la Amazonía peruana, es necesario que reflexionemos sobre las ideas que nuestras políticas promueven. Con ello podremos dotar de dientes a las que aseguren la permanencia de los bosques, debilitar a las que incentiven la deforestación, e institucionalizar nuevas ideas acordes con dicho deseo.
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Felicidades a Miguel Angel, por su contribución y sus reflexiones. Es interesante conocer su perspectiva multidisciplinaria y abordaje del tema dando énfasis a la dimensión cualitativa, al interesarse por las ideas y narrativas detrás de las políticas que orientan el presente y futuro de la Amazonía Peruana.