El mar es de todos


Tras un breve escándalo, unos consejos para disfrutar de sorprendentes playas dentro de la ciudad de Lima.


La sencilla frase del título ha sido la punta de lanza de un movimiento que nos recuerda a quienes pasamos tiempo al borde del mar en Lima que nadie es dueño del litoral que besa nuestra costa y que, por lo tanto, nadie tiene derecho a impedirle el paso a los que disfrutamos de las delicias del mar.

Que la capital de uno de los países más desiguales del mundo se encuentre frente a las costas del Pacífico lleva a una constante tensión entre los que buscan cerrar los accesos a las playas y quienes quieren mantener el espacio público abierto para todos. La ley dice claramente que el mar no puede ser privatizado e, incluso, que deben existir accesos públicos que permitan que los bañistas lleguen al agua. Hay algunas excepciones, como la del Club Regatas Lima, en donde las playas que forman parte de sus instalaciones fueron ganadas al mar con su inversión. Sin embargo, esta semana se ha reanudado el debate con respecto a la libertad de acceso a ellas debido a un incidente que sucedió en la playa 3 del referido club: una persona que navegaba en paddle cerca de la orilla fue «invitada” a dejar el espacio por ser, supuestamente, privado. Pueden sacar sus propias conclusiones sobre lo sucedido viendo este video que muestra el intercambio entre el deportista y el personal del club. 

Las disculpas públicas del club no se hicieron esperar, pues saben que no tienen argumentos para prohibir a quienes no son socios a que disfruten del agua. Tampoco tienen realmente cómo controlar el acceso a este espacio, ya que difícilmente pueden colocar una tranquera en el mar. En su comunicado, sin embargo, piden disculpas a los deportistas que «se sintieron discriminados», sin aceptar que en realidad y, evidentemente, eso fue lo que ocurrió.

A pesar de la petición de disculpas, ayer sábado se organizó una concentración que incluyó a nadadores y cultores del paddle, quienes se dirigieron al espacio del club que fuera escenario del hecho —conocido como “el pozo”— para recordarle a la actual directiva que nadie es dueño del mar y que todos tenemos derecho a disfrutarlo sin límite alguno. Se trata, sin duda, de una medida necesaria, en una ciudad donde se van estrechando los espacios públicos y se hace necesario pelear por ellos en todo momento.

Este otoño extemporáneamente cálido he disfrutado del mar limeño casi todos los días, casi siempre en la Costa Verde. El lujo de tener la ciudad al lado del mar hace posible meterse al agua casi en cualquier momento. Se puede bajar temprano en la mañana antes de comenzar las labores del día, o escapar un momentito a la hora del almuerzo, e incluso pasar un par de horas al atardecer, si se han terminado a tiempo las faenas de un día complicado.

Mi lugar favorito para nadar es la playa Sombrillas, en Barranco, donde la señora Gloria me cuida las pertenencias desde su quiosco. El año pasado pasé más tiempo en la playa del Waikiki, en Miraflores, donde se reúne todo el año un grupo de amantes del mar. Tuve, además, la oportunidad de gozar del nuevo camino a La Punta y nadar en Cantolao, que estuvo mucho menos frío que de costumbre. También salí de la Lima céntrica y nadé en varios de sus balnearios, algunos más amigables para los bañistas que otros.

Pero, sin duda, una de las experiencias más maravillosas y sorprendentes que tuve en estas semanas dedicadas a la natación fue la visita a las playas escondidas del Morro Solar de Chorrillos. Una mañana soleada salí a caminar con un grupo de dieciséis personas rumbo a La Herradura y a La Chira y, después de recorrer ambas playas, llegamos a las rocas más al sur, en la punta que existe antes de que comience la separación con la playa de Villa, y nos bañamos en unas playas que no tenían nada que envidiarle al Caribe. Aunque quizás ya no haga tanto calor en estos días, igual les recomiendo a nuestros lectores que estén en Lima que se apunten el próximo domingo 28 de mayo para ir a este paseo: no se arrepentirán. Toda la información está aquí

En caso de que se hayan llenado los cupos, traten de ir en otro momento, pues es una parte de la ciudad tan desconocida como fascinante.

En estos momentos en que el alcalde de Lima quiere hacerle creer a parte de la población que basta con poner arena al lado de una piscina para crear una playa, y en que nos han llegado estas noticias sobre restricciones del acceso al mar, bien haríamos en descubrir un lado oculto de la ciudad, donde hay playas vírgenes donde todos podemos disfrutar un rato. ¿Y cómo ha sido posible que esta playa en La Chira, ahora libre del vertedero que antes la contaminaba, siga sin desarrollarse, se preguntarán algunos? 

En gran medida, esta playa entre la Herradura y Villa sigue estando intocada porque en 1983 el entonces alcalde de Chorrillos le vendió ese espacio a una constructora, pero esta no ha podido desarrollar ningún proyecto en ella porque, entre otras cosas, el Morro Solar es un santuario de los héroes de la guerra con Chile. Si bien la constructora ha perdido todos los juicios en todas las instancias, se rehúsa a dar su brazo a torcer, y su limbo permanente nos da la oportunidad de seguir disfrutando de este pedazo de ciudad que nos lleva al Pacífico. 

Hagámoslo, recordando siempre que el mar es de todos.


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