El centro no existe


(pero las posturas políticas no siempre son extremas ni achoradas)


Sociólogo, Máster en Gestión de Políticas Públicas. Papá de Nicolás. Con 15 años de experiencia como servidor civil y asesor en gestión pública a instituciones del Estado y la cooperación internacional. Convencido del poder del diálogo, la educación y la ciudadanía activa. Docente en la Escuela Nacional de Administración Pública. Promotor de la iniciativa Para Gobernarnos Mejor.


Hace unos años apenas, en las páginas del Wall Street Journal se afirmaba —con pena— que el centro se encogía en el mundo frente a derechas e izquierdas cada vez más fuertes y radicales. Por su parte, Salvador del Solar decía meses atrás que “el centro político es la respuesta democrática a la crisis”.

Parece evidente que el embelesamiento por el centro se origina en la desilusión del ciudadano frente a una clase política de todos los pelajes y colores. Pero, aun cuando la moderación resulta atractiva, ¿en qué beneficia al debate público pedirles a los políticos estar al centro? ¿Al centro de qué, exactamente? 

Izquierda y derecha están vinculadas al rol del Estado frente a las soluciones que la sociedad exige: la izquierda quiere Estados más fuertes, que puedan usar los recursos públicos en favor del bienestar común, aminorando las desigualdades que generan las conductas privadas. La derecha quiere Estados más reducidos, dedicados solo a los sectores y regulaciones indispensables, que habiliten y faciliten las decisiones privadas, aspirando así que se logre el progreso y el beneficio de todos bajo las reglas de la competencia.

En otros terrenos del pensamiento político, sin embargo, la moderación no es tan atractiva. O tiendes al conservadurismo o al progresismo (no, estas etiquetas no son exclusividad de la derecha y de la izquierda, respectivamente; este es otro campo de ideas): nadie pide a alguien mantenerse en el centro entre defender la situación como está (y sus posibles obsolescencias); o exigir que la sociedad y los Estados se adecúen a las nuevas conductas de las poblaciones y el ejercicio de sus derechos (y sus posibles afrentas a lo normal: ¿alguien dijo Buzz Lightyear?). 

O entre el totalitarismo y el liberalismo: nadie pide al margen de tus libertades que te mantengas al centro y, de vez en cuando, renuncies a la democracia para permitir una que otra práctica sátrapa. O es libertad o es mordaza. O es democracia o es cooptación de los poderes del Estado. Yo no quiero estar al centro de ese espectro: ¿alguien sí?

Cuando los derechos y las libertades están en juego pareciera que no es tan fácil estar en el medio. Y entonces, ¿por qué cuando el rol del Estado está en entredicho queremos estar al centro, arrogarnos con ello que solo este centro piensa en el ciudadano y que todo lo demás es extremista? Y para colmo esperar que ello sea convocante políticamente. Si en algún terreno de la contienda ideológica los políticos se juegan el todo por el todo, es en el rol del Estado. ¿Por qué pensar que los políticos renunciarán a ese debate cuando estar al centro es pisar una zona débil y tibia para sus trayectorias y para quienes representan? 

Cuando se tiene que resolver un problema público, se ponen ante el político un conjunto de dilemas éticos que se resuelven con una secuencia de decisiones, muchas veces combinadas entre diferentes ámbitos de esos polos ideológicos. Para solucionarlo se necesita tomar una postura efectiva, comunicable y muchas veces urgente.

Nadie aspira a ser líder convocando al “ni chicha ni limonada”. Exijamos tomar posturas —nunca radicales, nunca achoradas— pero sí firmes frente a los problemas, y aremos el terreno para que existan izquierdas y derechas equilibradas y consistentes, que sepan hacer fuerza política con todos los colores. 

La entelequia de centro en un país sin partidos solo nos está llevando a peores extremos.

4 comentarios

  1. Interesante, pero creo que confundes una ideología de centro con estar al medio y son cosas muy distintas. Efectivamente estar al medio es ni chicha ni limonada, me muevo en conjunto a los extremos para poder seguir al medio y eso por supuesto demostraría tibieza. Estar al Centro desde el punto de vista Republicano es tener claro que el mercaso es generador de riqueza, que el Estado debe ser un facilitador y que tenemos que aspirar a una cancha plana en donde los ciudadanos tengan oportunidaes. No es ni chicha ni limonada, es una posición clara y adaptable a cada realidad. Aquí en Perú por ejemplo si la mayoría de gente no tiene acceso a una educación de calidad no habrá cancha plana y no se podrán desarrollar los talentos de nuestra gente en todo su potencial. Estar al Centro no es tibio, por el contrario hoy creo que es el camino para salir de la ingobernabilidad que hoy vivimos.

  2. Jose Luis Gargurevich

    Gracias Pierina. Una pregunta, bajo esa definición de centro, ¿la derecha no quiere que el Estado sea facilitador? , ¿tú crees que la izquierda no cree que el mercado genera riqueza? El tema que planteo es que las soluciones frente a los problemas siempre abordan decisiones de izquierda y de derecha, se combinan y se complementan todo el tiempo. Por eso creo que es una creación poco útil pensar en un centro si lo que hace es “sumar” ambas posturas (tú planteas un centro donde haya mercado y Estado facilitador, y donde se busque igualdad de oportunidades: eso es sumar ambas posturas). De acuerdo contigo en que el centro no debiera asociarse con lo tibio, pero por ello mi crítica es que en nuestro país SI está (mal) asociado a ello, y que por ende no capitaliza mucha adherencia popular.
    En lo que estamos de acuerdo es que hay que aspirar a gobernabilidad, y ser equilibrado es clave, pero eso no significa necesariamente que la salida sea estar al centro. Perfectamente una derecha o una izquierda consistentes podrían serlo.

  3. Lucho Amaya

    El centro SÍ EXISTE, y usted, ¡inconscientemente (inconsciente psicológico), en su penúltimo párrafo llega a definirlo reconociéndole además el amplio espacio que abarca, pero al que pocos ciudadanos se adhieren… Usted es parte del centro, por ejemplo, en la esencia de su discurso, aun cuando en su forma tenga una pretensión extremista… Para llamar la atención tal vez, de buena fe, claro.
    Saludos

  4. Renato Vera

    Considerando que derecha e izquierda no se sobreponen en ningún punto de su espectro ideológico-moral-socio económico y son proporcionales, el centro como equidistancia estaría ubicado en el límite entre sus extremos colindantes, pero la verdad es que entre ellos no se presenta ningún intersticio, por lo tanto el centro no tiene un espacio para ubicarse, no puede estar «al medio», no se puede meter a la fuerza entre ellos, por lo tanto simplemente no tiene cabida para existir, de acuerdo hasta ahí, sin embargo es un error creer que eso es el centro, pues, sería a lo sumo sería solo un conjunto de matices de ambos lados. Pero veamos que es la izquierda mediante uno de sus principales caballos de batalla, me refiero a la lucha contra la desigualdad, esta es una causa de consenso, pero equivocada, de la izquierda, en su extremo ideológico se soluciona con el comunismo. En atención a la desigualdad la izquierda quiere cobrarle a las empresas y personas los más altos impuestos posibles, que los trabajadores tengan la mayor protección de su puesto de trabajo (casi como si el puesto fuese su propiedad privada), limitar tanto como sea posible actividades extractivistas, si fuera posible prohibir la propiedad privada, tener un estado todo poderoso y absoluto respetuoso de los derechos humanos (un Leviatan benévolo), al mismo tiempo personas libres pero exclusivamente dentro de un colectivo no fuera de él y encima de todo ello esperan que el país sea sumamente atractivo para las inversiones, aunque mejor si el estado hace competencia desleal con múltiples empresas en todos los sectores, es esto lo que realmente no existe, lamentablemente no cesan en su afán de lograrlo. Por el lado extremo de la derecha podemos extrapolar el significado de «laissez faire» de forma corriente como «el pobre es pobre por que quiere/no trabaja/es flojo», además son cultores del «self made», está derecha desearía que no les cobren ningún impuesto, que no exista ninguna regulación del mercado por parte del estado, es más que no exista estado de ser posible, monopolio es sinónimo de paraíso, el mercantilismo su bandera, algo que tampoco debe existir. Entonces si la derecha extrema no debe existir por perjudicial y la izquierda tampoco por lo mismo y además por ser utópica, podemos concluir que el «centro» está hoy formado por liberales en lo económico y lo moral, por republicanos progresistas, ambos con concepciones distintas de la libertad pero que tienen un mismo fin, que es que las personas logren desarrollar al máximo posible sus capacidades y alcancen su propósito de vida en el respeto recíproco de unos con otros.

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