Las últimas noticias contra los derechos LGBT+ nos recuerdan que jamás hay que darlos por sentados
El 3 de abril de este año, la Corte Constitucional de Uganda respaldó la reciente ley aprobada en dicho país que criminaliza la homosexualidad. La norma establece, entre otras cosas, que la sanción para el delito de “homosexualidad agravada” es la pena de muerte.
Veinticuatro días después, el parlamento iraquí aprobó una ley que criminaliza las relaciones sexuales libres y consentidas entre dos adultos del mismo sexo. Las penas contemplan hasta quince años de cárcel. El parlamento también aprobó penas de más de siete años para quienes promuevan la homosexualidad, una norma similar a la que está vigente en Rusia desde hace más de una década.
Entre abril y lo que va de mayo de 2024 se han aprobado cinco leyes a nivel subnacional en Estados Unidos, consideradas por la organización de derechos civiles ACLU como anti-LGBT+. En total, son más de quinientos los proyectos de ley anti LGBT+ que se han presentado en diversos estados de Estados Unidos en los años recientes.
El 6 de mayo, en Argentina, un hombre arrojó una bomba molotov a la habitación de una pensión donde vivían cuatro mujeres lesbianas. Tres de ellas murieron a causa de las quemaduras y la cuarta se encuentra en estado crítico. Es el crimen de odio más violento ocurrido en dicho país en muchos años.
El 10 de mayo, el gobierno peruano publicó un decreto supremo indicando que la identidad trans es una enfermedad mental. Para ello, aplicó una norma técnica de la Organización Mundial de la Salud desfazada. El gobierno decidió ignorar que, en la actualización, la OMS ya no considera a las personas trans dentro de una patología. Tratar a las personas trans como enfermes valida discursos discriminadores y prácticas violentas como las mal llamadas “terapias de conversión”.
Las noticias mencionadas muestran, pues, panoramas alarmantes en países muy diversos. No ocurren solo en estados conocidos por su poco respeto por los derechos humanos de las personas LGBT+, sino que incluyen países donde las conquistas en el último par de décadas han sido notables, como es el caso de Argentina y Estados Unidos.
En la actualidad, se observa una preocupante tendencia política a nivel mundial en la que sectores antidemocráticos instrumentalizan narrativas contra las personas LGBT+ para consolidar y expandir su poder. Estos grupos utilizan el miedo y el prejuicio hacia la diversidad sexual como herramientas para movilizar a sus bases y desviar la atención de otros problemas socioeconómicos y políticos. Al fomentar la discriminación y el odio, buscan polarizar a la sociedad y presentar a las minorías sexuales y de género como chivos expiatorios. Ello les consigue votos, mientras aumenta los niveles de intolerancia y violencia hacia las poblaciones en situación de vulnerabilidad.
Dicha instrumentalización se da a nivel de discurso político, iniciativas legislativas y difusión de noticias falsas en redes sociales. La estrategia no solo erosiona los derechos humanos y la democracia, sino que también refuerza el autoritarismo y la represión, lo cual amenaza los principios fundamentales de igualdad y libertad.
El pasado viernes 17 de mayo se conmemoró en el mundo el Día Contra la Homofobia y Transfobia. Ha sido un momento pertinente para recordar que las conquistas de derechos no son permanentes ni siguen un camino lineal; pueden existir retrocesos significativos que ponen en peligro los avances logrados. La historia nos muestra que, a pesar de los progresos en la igualdad y la justicia, siempre hay fuerzas que intentan revertir estos logros. Por eso, es crucial que nadie dé por sentados los derechos conquistados o se quede con lo que fue una clara tendencia favorable hace unos años. No se pueden bajar los brazos.
Como bien nos lo está recordando este 2024, el camino a la igualdad tiene también vueltas en U, retrocesos forzosos, callejones sin salida y semáforos en rojo. No perdamos la brújula y continuemos con brío el camino.
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La ignorancia y la insensibilidad son baches en el camino a la igualdad y la libertad. Una buena educación podría parcharlos. El odio dinamita los puentes que se han construido y la astucia simula desvíos que conducen al abismo. Lamentablemente,es más difícil combatir estos males.