A propósito de la COP16, una propuesta para que los consumidores seamos protectores de la naturaleza
«Paz con la Naturaleza”, tal es el lema de la XVI Conferencia de las Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica (COP16) que comenzó la semana pasada en la ciudad de Cali, Colombia. Aunque en Perú estamos distraídos por la próxima APEC, la COP16 es seguramente más importante para nuestro futuro. El evento, una recurrencia bianual convocada por Naciones Unidas y que generalmente reúne a representantes de gobiernos y expertos del sector, ha movilizado en esta ocasión a más de 20.000 personas de 196 países signatarios de la Convención sobre la Diversidad Biológica y ha batido todos los récords para conferencias de este tipo. Más de 100 ministros del Ambiente, 10 jefes de Estado, delegados de todo el mundo, incluyendo a 250 delegados oficiales peruanos, pueblos indígenas y representantes de la banca de inversión, están discutiendo cómo fortalecer nuestro compromiso con la supervivencia de todos los seres vivos. Si practicas yoga o alguna disciplina cercana al budismo, sabrás que expresamos esta intención a través del mantra en sánscrito: Lokah Samastah Sukhino Bhavantu (Que todos los seres vivos en todas partes sean felices y libres). Om.
El lema de la reunión, presidida por nuestro vecino país hermano, lo dice todo. Es un grito sobre la necesidad de parar, de una vez por todas, esta guerra que empezamos a librar hace varias décadas —algunos dirían que desde la Revolución Industrial— y que nos está llevando a un camino sin retorno. ¿Quién mejor que Colombia para liderar esta compleja búsqueda de la reconciliación?
La edición 2024 del Informe Planeta Vivo, elaborado cada dos años por la Sociedad Zoológica de Londres (LZS) y WWF, revela una serie de datos alarmantes. Entre 1970 y 2020 hemos perdido el 73 % de las poblaciones de más de 5.000 especies de vertebrados (mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces) que se monitorean hace 50 años. Si te detienes a mirar el mapa mundial, notarás que América Latina y el Caribe muestran los indicadores más perversos: desde 1970 han perdido el 95 % de su biodiversidad.
Conocemos de sobra las razones de esta trágica devastación, pero ¿cómo podemos revertir estas tendencias? La LZS y WWF proporcionan los tres ingredientes principales de una receta para la salvación. Primer ingrediente: transformar la agricultura hacia prácticas agrícolas “positivas con la naturaleza”, reduciendo el consumo de carne y el desperdicio de alimentos. Segundo ingrediente: acelerar la transición hacia las energías renovables. Tercer ingrediente: redirigir las finanzas del mundo, eliminando incentivos perversos a industrias destructivas e invirtiendo más en soluciones sostenibles. Un último ingrediente sería la cereza sobre la torta: transformar las prácticas de conservación de los ecosistemas, escalando las áreas bajo conservación a niveles sin precedentes.
La cumbre en Cali dará seguimiento a los objetivos consensuado durante la COP15 en Montreal, donde se adoptó el “Marco Global de Biodiversidad”. Uno de sus objetivos más ambiciosos es proteger formalmente el 30 % de las tierras y océanos del mundo, y restaurar el 30 % de los ecosistemas degradados.
En Cali se espera que los países presenten planes más detallados sobre cómo lograrlo dentro de sus fronteras. Otro tema clave de debate será cómo compartir los beneficios derivados de los datos genéticos de plantas, animales y microorganismos que, actualmente, se aprovechan mayormente por grandes empresas biotecnológicas, aunque muchos recursos genéticos provengan de países en desarrollo.
Finalmente, una parte importante de las negociaciones se centrará en acordar cómo recaudar los fondos necesarios para cumplir con los objetivos del Marco Global. Para ello se necesitan unos $ 700 mil millones al año, tres veces el Producto Bruto Interno (PBI) del Perú. Ante las promesas incumplidas de la mayoría de países, el Grupo de Estados Africanos ha puesto sobre la mesa una nueva propuesta de financiamiento: recaudar un impuesto del 1 % sobre las ventas minoristas globales. La lógica es simple: dado que los gobiernos nunca cumplen con sus compromisos y las empresas hacen lo mínimo necesario, ¿por qué no dejar que los consumidores del mundo lo intenten? Según Pierre du Plessis, negociador líder para África, este mecanismo implicaría que todos los involucrados contribuyan un poco y que nadie tenga que cargar con un costo enorme. Lo recaudado se destinaría a un Fondo Global de Biodiversidad que invertiría directamente en acciones de conservación y restauración de la biodiversidad, apoyando especialmente a los pueblos indígenas y a las comunidades locales que han demostrado ser los guardianes más efectivos de la naturaleza.
Mientras el debate se calienta en Cali, la buena noticia es que el Perú ya ha hecho su tarea, al menos sobre el papel. El jueves pasado, nuestras autoridades finalmente estamparon su firma sobre una actualizada versión de la Estrategia Nacional de Diversidad Biológica (ENDB) al 2050. Además, un plan de acción al 2030 debería presentarse en los próximos días para que la estrategia no quede como una lista de buenos deseos. Si el acuerdo para un Fondo Global de Biodiversidad se convierte en realidad, sabríamos cómo financiarlo.
¿Estarías dispuesto a destinar el 1 % de tus compras para salvar a la naturaleza del abismo en que la hemos acorralado?
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