De la viruela del mono a la mpox ¿Estamos preparados para la próxima pandemia?
Ernesto Gozzer es médico y cirujano de la Universidad Cayetano Heredia, especialista en Salud Internacional (Washington DC, EEUU) y MSc en salud pública (Heidelberg, Alemania). Investigador CONCYTEC. Ha sido jefe del Instituto Nacional de Salud del Perú y trabajado en organizaciones de salud en diferentes países del mundo. Actualmente es profesor asociado en la Universidad Peruana Cayetano Heredia y consultor internacional. Miembro del comité consultivo internacional “Global Biosecurity Dialogue” y del “Global Health Security Index International Panel».
Han pasado poco más de dos semanas desde que, por segunda vez en solo dos años, la Organización Mundial de la Salud declarara la mpox, anteriormente conocida como “viruela del mono”, como una Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional. Este anuncio se realizó un día después de que el CDC de África hiciera una declaración similar para ese continente. Con dicha declaración, los países que componen el globo quedan oficialmente notificados de la necesidad de tomar medidas y movilizar recursos financieros para enfrentar la amenaza, adaptándolas a su propia realidad.
Existen dos grupos principales o “familias” del virus, llamados clados: el clado I, presente en África Central y Occidental, que suele ser más severo; y el clado II, que motivó la declaración de emergencia de 2022 y se extendió por varios continentes, causando más de cien mil casos de contagio. Cada clado tiene sus propias subdivisiones o “variantes”, las cuales ayudan a los científicos a comprender mejor las diferencias en el comportamiento y la distribución del virus. Actualmente, hay tres variantes de mpox activas: clado II, clado Ia y clado Ib, lo que puede generar confusión tanto entre el público general como en los especialistas.
El brote que ha originado esta declaración de emergencia está causado por el clado Ib y, tras desencadenarse en el Congo, ahora afecta a otros trece países africanos. Además, se han confirmado dos casos en Suecia y Tailandia, concernientes a personas que habían regresado de África. Hasta la semana pasada, se habían reportado 22,863 casos y 622 fallecimientos. Aunque es todavía temprano para caracterizar este brote con precisión, parece transmitirse más fácil y rápidamente a través de relaciones sexuales, como sugiere un estudio que identificó que este brote afectaba en especial a personas jóvenes yque casi un 30% de los casos se habían producido en trabajadoras sexuales.
La mpox es una enfermedad zoonótica, lo que significa que tiene su origen en animales y que puede transmitirse a los seres humanos… y luego de persona a persona. El virus, del género Orthopoxvirus (que incluye al virus de la viruela), fue descubierto en 1958 en monos utilizados para estudios experimentales en Dinamarca. Sin embargo, aunque el nombre sugiere que los monos son los principales transmisores, varios estudios indican que los roedores, como la rata de Gambia y la ardilla listada, actúan como principales reservorios del virus, mientras que los primates no humanos ejercen de transmisores con menor frecuencia.
El cambio de nombre de “viruela del mono” a mpox busca evitar la confusión, la discriminación y el estigma. Elestigma puede causar ansiedad, depresión, estrés y baja autoestima, lo que lleva a que las personas afectadas retrasen la búsqueda de atención o eviten la vacunación, aumentando así el riesgo para su salud.
La mpox se transmite a través del contacto cercano con una persona infectada o con objetos contaminados; también puede ser transmitida por relaciones sexuales. Los síntomas suelen aparecer entre uno y veintiúndías después del contacto detonante. Inicialmente, se presenta una erupción que se transforma en vesículas y posteriormente en ampollas, las cuales pueden infectarse y formar costras. Las lesiones aparecen primero en la cara, manos o pies, y luego pueden diseminarse a otras partes del cuerpo. Además, se presentan fiebre, ganglios inflamados, cansancio y dolor muscular (de cabeza y de garganta). Los síntomas generalmente duran de dos a cuatro semanas y, en la mayoría de casos, el grado de intensidad de la enfermedad resultaleve o moderado. El tratamiento se centra en mantener la hidratación, aliviar los síntomas como el dolor y la fiebre, cuidar las lesiones para evitar infecciones y tratar eficazmente las complicaciones que puedan surgir.
Para países como el nuestro, lo recomendable es mantener la calma: la mpox no es un peligro inminente; si bien, en caso de presentarse casos de esta variante, se debe evitar el contacto con personas enfermas y generalizar el uso del preservativo, especialmente las personas que practican sexo ocasional. Si se requiereatender a alguien infectado, es prioritario utilizar medidas de protección personal como guantes y mascarillas, así como lavarse las manos profusamente con agua y jabón.
Hay dos vacunas aprobadas por la OMS: Jynneos y Bavarian Nordic. Ambas protegen contra la mpox y la viruela (una de las dos enfermedades virales erradicadas en el mundo); pero, a diferencia de otras enfermedades, no es necesario efectuar vacunaciones masivas. Se recomienda vacunar —únicamente cuando hay brotes— a poblaciones y a las personas con mayor riesgo, como los trabajadores de la salud, los familiares de pacientes con mpox (incluidos los niños), las personas con múltiples parejas sexuales y las trabajadoras sexuales. Si algo se aprendió durante la pandemia de COVID-19 es que este es el momento en que los países con recursos financieros deberían financiar, producir y enviar las diez millones de vacunas necesarias en África para contener este brote. Actualmente, al parecer, existen poco más de doscientas mil dosis disponibles. Si esta ayuda no se hace efectiva ya, las palabras solidaridad y equidad, usadas como principios de ese tratado contra las pandemias que busca hacerles frente con mayor eficiencia y a una escala global, quedarían simplemente en un plano puramente retórico.
Aunque no sabemos cuándo ni en qué términos ocurrirá, es muy posible que en las próximas dos décadas suframos una nueva pandemia, y es casi seguro que su origen sea zoonótico, es decir, que provenga de animales. Esto se debe a una combinación de factores complejos como el cambio climático, el comercio ilegal e inhumano de especies silvestres, la deforestación y otras alteraciones de los ecosistemas. La propagación de enfermedades a nivel mundial se facilita si sumamos el aumento imparable de los viajes internacionales en los últimos tiempos, una movilidad generalizada que hace posible que en la actualidad una persona pueda trasladarse al otro lado del planeta en poco más de veinticuatro horas: dicha posibilidad agiliza asimismo el desplazamiento de esos virus cuyo mejor medio de transporte es, entre otros, el cuerpo humano.
Necesitamos comprender que los humanos, los animales y el ambiente estamos profundamente interconectados; siempre lo hemos estado, pero la sociedad moderna parece haberlo olvidado. Este no es solo un problema biológico, médico o de salud pública. Es un desafío multisectorial que requiere el abordaje de los determinantes sociales de la salud y la aplicación prioritaria de una perspectiva globalizadora: la de Una Salud.
Una Salud es un enfoque que reconoce que la salud humana, la salud animal y la salud de los ecosistemas están intrínsecamente vinculadas, y que las soluciones efectivas deben ser colaborativas y multidisciplinarias. Solventar este problema implica no solo actuar desde la medicina y la biología, sino también desde la política, la economía, la justicia social y la conservación ambiental. Se revela más necesario que nunca, pues, cambiar nuestra relación con la naturaleza, implementar políticas sostenibles y fortalecer la cooperación internacional para prevenir y mitigar los riesgos de futuras pandemias.
La pandemia de COVID-19 ha demostrado que nuestras acciones traen consigo consecuencias globales. Debemos aprender de estas lecciones y prepararnos mejor para un futuro donde la próxima amenaza puede acechar más cerca de lo que imaginamos. Solo con un enfoque integrado y un compromiso real con la salud global podremos evitar que estas amenazas se conviertan en auténticas catástrofes.
Hace casi una década, el Perú contribuyó al desarrollo de estrategias con el fin de evaluar capacidades y planificar acciones concretas que, progresivamente, nos prepararán mejor para prevenir, detectar y responder a estas amenazas a la salud pública. Recientemente, el MINSA ha puesto en marcha un proceso en esa dirección. La emergencia por mpox evidencia, una vez más, que el mundo globalizado en el que vivimos requiere una transformación significativa para evitar pérdidas económicas, inestabilidad social, enfermedad y muerte.
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