Cuando pase el temblor


Los impactos de las redes sociales en los desastres naturales


Esta semana dos noticias, una cercana y otra lejana, nos llevaron a preguntarnos si estamos seguros donde estamos. Por una parte, vimos que un huayco en Arequipa produjo la muerte de más de 36 personas y dejó miles de personas damnificadas, y volvimos a preguntarnos por qué empezamos a hablar de prevención después de ocurridas las tragedias. Del otro lado del mundo, de la zona fronteriza entre Turquía y Siria, nos llegaron las imágenes de ciudades enteras que ahora se encuentran en ruinas tras un terremoto de magnitud 7.4, que nos vuelve a dejar la pregunta de cómo responderían las ciudades del Perú en una emergencia como la que vemos en estos países. 

En un artículo de 2005 de Enrico Quarantelli, pionero en la sociología de los desastres, se menciona que los desastres no son unos eventos, sino unos procesos “en el marco del tiempo y espacio social”. Es decir, eventos como un huayco o un terremoto no solo ocurren en los momentos mientras se dan los desplazamientos o los movimientos de la tierra, sino que siguen teniendo un impacto en los días, meses y hasta años posteriores, y se extienden en diferentes círculos sociales, no solo de los afectados. En un artículo publicado en la revista Natural Hazard, investigadores indonesios entienden que parte de los procesos que Quarantelli describe los vemos ahora también en las plataformas de redes sociales. 

La forma en que los desastres naturales se cubren en las redes sociales no es la misma de las noticias. La diferencia no solo es la escala, sino también los usos. En los periódicos y noticieros alguien filtra la información sobre los desastres. Es así que los reportajes incluyen declaraciones de algún experto o autoridad, videos del momento del desastre, declaraciones de personas afectadas, etc. Todo esto y más lo vemos en las redes donde predominan los videos grabados por los afectados en primera persona, a lo que se suma los comentarios de quienes tienen alguna idea de lo que sucede y de quienes no tienen mayor conocimiento pero que también se animan a comentar. 

No obstante, el rol de las redes sociales en los desastres naturales no solo se limita a proveer información para quienes ven las noticias, sino también para quienes la están viviendo en primera persona. Ya llevamos más de una década reconociendo el rol que han tenido plataformas como Facebook y Twitter en situaciones de emergencia. Por ejemplo, sabemos que el botón de emergencia de Facebook permite a los usuarios avisar que se encuentran bien tras un desastre. Al mismo tiempo, es mediante Facebook y otras redes sociales donde se coordinan acciones de respuesta para ayudar a los damnificados y brindar información. En el caso particular de esta semana, nos llegaron las noticias de cómo en Turquía algunas personas eran rescatadas tras compartir su ubicación por redes sociales. Como por el momento la data de Twitter es abierta, voluntarios de todo el mundo, coordinados por ONG, analizaban los tweets de quienes permanecían bajo los escombros para crear mapas que faciliten el trabajo de los equipos de rescate. 

El rol de Twitter en la respuesta al terremoto de Turquía fue vista como un ejemplo de que la plataforma todavía puede usarse para el bien, una señal de esperanza para quienes aún le tienen fe a Twitter y para Musk. Sin embargo, la ilusión duró poco. El miércoles, dos días después del terremoto en Turquía, la asociación NetBlocks anunciaba que el acceso a Twitter se había restringido en el país. Esta asociación monitorea el acceso a Internet en diversos países y denuncia cuando los regímenes autoritarios bloquean ciertas plataformas como parte de su control de protestas, oposiciones políticas, guerras, entre otras situaciones donde el acceso a Internet es parte de la democracia. El bloqueo fue criticado por expertos como una acción del gobierno turco que ponía en riesgo la vida de las personas, ya que en ese momento se conocía el rol que tenía Twitter para encontrar a quienes tuiteaban pidiendo ayuda desde los escombros. Finalmente, tras doce horas, Musk tuiteó que “Twitter había sido informado por el gobierno turco de que el acceso se iba a reponer brevemente”, terminando así con un bloqueo que terminó durando doce horas. 

Por su cercanía en el tiempo hemos visto ambas noticias, la de Arequipa y la de Turquía, como situaciones similares a pesar de las diferencias. Son en las coberturas de ambas situaciones en las que nos preguntamos cómo se pudieron prevenir ambas situaciones, y cómo tenemos que prepararnos para futuras emergencias. Sin embargo, la situación en Turquía nos presenta un escenario aún más complejo: cómo es nuestro uso de redes sociales en desastres naturales. ¿Cómo podemos prevenir que, en un caso de emergencia, estemos a la merced de gobiernos autoritarios que puedan bloquear el acceso a redes cuando más lo necesitamos, o cómo podemos asegurar que las redes estarán ahí cuando las necesitemos a pesar de los caprichos de sus dueños?

Como las noticias nos recuerdan, no estamos preparados para una emergencia. Tal vez en los futuros simulacros practicaremos cómo usar y no usar las redes en una situación de esas. Por ejemplo, cómo publicar en redes efectivamente para encontrar a alguien bajo los escombros, o cómo indicar de dónde grabamos los videos para que puedan servir a los equipos de rescate. Por ahora ya se escucha la idea de incluir un cargador portátil en la mochila de emergencia en caso te quedes sin batería, o tener escritas direcciones, nombres o teléfonos de seres queridos. Pero, a pesar de todos estos pasos, es probable que sea en una situación de emergencia cuando recordemos que nuestras redes sociales realmente no son nuestras. 


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1 comentario

  1. Lucho Amaya

    Confieso que ayer, borracho yo, intenté nuevamente (no es la primera vez) de suscribirme a Jugo… ,(no lo logré), y solo para decirle a Diego (que leo hasta donde puedo) que sus preguntas merecen un cero ( ¿Es periodista?/ Y sus respuestas un 20.
    Saludos

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