La responsabilidad política en la evidente fuga de talentos que está afectando al Perú
La semana pasada se anunció que México empezará a solicitarle visa a los peruanos que quieran visitar dicho país. Algunos lo han visto como una consecuencia de la mala relación diplomática que existe entre ambas naciones desde 2022, pero lo cierto es que la justificación se basa en un dato alarmante compartido ayer por La Encerrona: entre 2021 y 2023 se detuvo a 144 mil peruanos que intentaron cruzar la frontera entre México y Estados Unidos.
Impacta el número, pero lo cierto es que todos conocemos a peruanos —amigos, primos, sobrinos— que en los últimos años han decidido migrar regular o irregularmente a otro país. Una nota de la BBC de agosto de 2023 señala que se ha cuadruplicado el número de peruanos que han salido del país y no han vuelto, en comparación con las cifras del 2021. En esa línea, una encuesta de 2023 del Instituto de Estudios Peruanos revela que el porcentaje de peruanos con intenciones de salir del país se ha incrementado de 36 % a 47 % en un año. En el caso de los jóvenes, la cifra se dispara a 60 %.
Dentro de este innegable fenómeno migratorio, resulta particularmente preocupante la emigración de peruanos altamente capacitados. A esto se le conoce como fuga de talentos. Este fenómeno conlleva una pérdida significativa de inversión en educación y formación. Los gobiernos y las sociedades invierten recursos considerables en la educación de su población con la expectativa de que este conocimiento contribuirá al desarrollo económico y social del país. Cuando estos individuos altamente educados y calificados deciden emigrar, el país de origen pierde esa inversión y se ve privado de las habilidades y el conocimiento necesarios para impulsar la innovación y el crecimiento económico.
Además, la fuga de talentos puede exacerbar la desigualdad y los desequilibrios regionales. Los países que ya cuentan con sistemas educativos y oportunidades económicas sólidas son los más beneficiados con la llegada de talento extranjero, mientras que los países de origen, a menudo con necesidades de desarrollo más apremiantes, sufren una disminución en su capacidad para avanzar. Esta dinámica perpetúa un ciclo en el cual los países más desarrollados se vuelven aún más atractivos para los talentos globales, profundizándose las brechas existentes entre naciones ricas y pobres.
Finalmente, tal como lo estamos viendo, se genera una sensación de desesperanza entre la población joven, que ve la emigración no solo como una opción, sino como la única alternativa para lograr sus aspiraciones profesionales y personales. Este sentimiento puede disminuir la motivación entre las nuevas generaciones para contribuir al desarrollo de su país de origen, alimentando un ciclo vicioso de pérdida de talento que puede ser difícil de revertir.
Hace poco le pregunté a varios amigos migrantes el motivo por el que habían decidido hacer su vida en otro lado. Si bien esto no puede tomarse como evidencia científica —este fenómeno requiere de estudios de verdad—, me llamó la atención la constante en todas las respuestas: en el Perú no sentían que había un futuro. O mejor dicho, que no había un buen futuro para ellos. Se mencionan la inseguridad, la crisis política permanente, la discriminación, la informalidad, hasta los problemas de convivencia cotidianas como el tráfico limeño. Todo ello engloba esa sensación de que la certeza de un bienestar mínimo se encuentra más allá de nuestras fronteras.
La responsabilidad de las autoridades —Ejecutivo y Legislativo, principalmente— ante la fuga de talentos es ineludible y su inacción o falta de estrategias efectivas para contrarrestar este fenómeno solo agravarán la situación. Es imperativo que reconozcamos la magnitud y las implicaciones profundas de este problema y que se trabajen seriamente políticas que no solo retengan el talento, sino que ayuden a traer de vuelta al que ya partió. No hay tiempo que perder.
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Excelente artículo, felicitaciones. Sería interesante también que en una próxima oportunidad se aborde la posible relación entre los migrantes y la creciente dificultad de las empresas para encontrar mano de obra calificada. Por ejemplo, artículos como los de El Comercio («Más del 80% de empresas grandes enfrenta dificultades para encontrar talento calificado», El Comercio, ene 2024) o Gestión («Empresas enfrentan creciente escasez de talento: ¿cuáles son las regiones más afectadas?», ene 2024) tratan sobre el tema. Sin embargo, los anteriores se enfocan casi exclusivamente en las necesidades de los actores que están del lado de la demanda del mercado laboral (las empresas y organizaciones empresariales) y elaboran muy poco sobre las posibles razones de los actores del lado de la oferta (los estudiantes y trabajadores, sus expectativas y razones para elegir ciertas carreras y/o optar por migrar, teletrabajar con empresas extranjeras, etc…).