Radiografía de nuestro envejecimiento 


Nuestra sociedad es cada vez mayor y aquí hay mucha data para reflexionar


Carlos E. Aramburú es profesor principal del departamento de CCSS-PUC. Profesor visitante, Universidad de Florida, Gainesville, 1984. Consultor en programas y politicas sociales del PNUD, Banco Mundial, BID, AECID, ACDI. Exdirector ejecutivo del CIES. Miembro del Comité Técnico para la Evaluación de Programas Sociales-CIaS-PCM.


La población mundial está envejeciendo. Hacia 1950 solo unos 200 millones de personas eran mayores de 60 años; elequivalente al 8 % de la población del mundo: para 2050 se estima que 2.100 millones de personas superarán los 60 años, un 21 % de la población mundial. Perú no es la excepción: a mediados del siglo XX, solo el 5.7 % de su población (unas 268 mil personas) eran mayores de 60 años, y para 2050 se estima que 21.8 % (7.2 millones) lo será. La cohorte de adultos mayores de 60 años será el grupo de edad de mayor crecimiento en los próximos 30 años.

Las razones detrás de este fenómeno son dos. El crecimiento absoluto de adultos mayores se explica por la mayor longevidad. En el caso peruano, la esperanza de vida al nacer aumentó de tan solo 40 años en 1940, a casi 75 años en 2023; es decir casi se duplicó en ocho décadas. El aumento relativo de la población de adultos mayores se explica por el descenso de la fecundidad; en efecto, la Tasa Global de Fecundidad —promedio de hijos por mujer al final de su vida reproductiva— bajó de 7 a 2.2 hijos por mujer entre 1950 y 2023. Una menor proporción de menores determina así un mayor peso de los adultos mayores en la población total.

¿Cuáles son las características y condiciones de vida de los mayores de 60 años en el Perú?[1] En cuanto a las características familiares, un 40 % de los hogares en el país tienen al menos un adulto mayor, y esta proporción es ligeramente mayor en los hogares rurales (44 %). Esto se explica por la emigración de los jóvenes del campo a la ciudad, que dejan atrás a sus padres y abuelos. Paradójicamente, estos hogares son en general más pobres y vulnerables que los urbanos. Asimismo, un 26 % de los hogares peruanos son presididos por un adulto mayor, y hay más mujeres en este rol, en especial entre los hogares rurales, entre los que más del 38 % tienen una mujer como jefa de hogar. Ello podría explicarse tanto por la mayor emigración masculina, así como por la mayor longevidad femenina. Otro dato relevante es que, si bien la mayoría de hogares presididos por un adulto mayor son nucleares (47.5%), un 40% de los hogares encabezados por una mujer mayor de 60 años son unipersonales; más del doble que los encabezados por un varón. La conclusión es obvia: son más vulnerables los hogares cuyo jefe de hogar es una mujer adulta mayor.

Los niveles educativos de los adultos mayores son peores que los de la población más joven. Un 15.5 % son analfabetos, mientras que entre la población de 15 a 59  años los analfabetos llegan solo al 5 %. La brecha de género es muy grande entre los adultos mayores: son analfabetos el 6.6 % de los varones versus un 23.5 % de las mujeres en ese grupo etario. Un 28 % de adultos mayores tienen lengua materna distinta al castellano. En cuanto a la salud, 8 de cada 10 adultos mayores reporta algún problema crónico de salud; 86 % de las mujeres y 75% de los hombres, aunque esta brecha puede deberse a sesgos de declaración. Asimismo, un 45 % reporta algún tipo de discapacidad, sobre todo motora o visual.

En lo que se refiere al mundo laboral, más de la mitad (56.5%) de los mayores de 60 años sigue trabajando: 68 % de los hombres y 47 % de las mujeres. La mayoría de los que continúan laborando (82%) lo hacen en empresas con menos de 10 trabajadores, principalmente de los rubros de servicios personales y comercio. Esta evidencia revela que en su mayoría son empleos informales de baja productividad y con poca protección.

La calidad moral de una sociedad se manifiesta en el cuidado y la atención que se brinda a la infancia y a la vejez. Es indiscutible que hay mayor consenso y programas de protección de la niñez que de la tercera edad. Por ello, falta definir y ejecutar una política integral para el adulto mayor, a pesar de que este no es el grupo predilecto, pues la mayoría de nuestros políticos solo se preocupan por el corto plazo. Sin embargo, el bienestar de los ancianos no es responsabilidad única del Estado: es imperativo que las familias, comunidades y voluntarios asuman un rol activo, en especial en lo referido a la salud mental y acompañamiento. La soledad es uno de las condiciones más señaladas por los mayores como un problema recurrente. Un estudio reciente del INEI [2] revela que más del 38 % de los mayores de 70 años viven solos. De estos, la mayoría son mujeres rurales, de bajo nivel educativo y que residen en la región andina (Puno, Huancavelica y Apurímac). 

¿Alguien se preocupa por ellas?


[1] INEI. Situación de la Población adulta Mayor. Informe Técnico No. 4, Diciembre 2022.

[2] INEI. Situación de la Población Adulta Mayor, Informe Técnico No. 3. Setiembre 2018, Lima.


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