Sobre cómo utilizar diferentes aproximaciones disciplinares fortalece todo análisis
Una de las características del oficio del analista de políticas que me parece más interesante es la de ponerse en los zapatos de alguien más; una labor que, además, tiene que hacerse constantemente. Toca ponerse en los zapatos del hacedor de políticas para identificar cómo se concibe un problema público y buscar la lógica particular que la autoridad aplicó para describir o delimitar dicho problema de la manera en que lo hizo. Y también toca ponerse en los zapatos del ciudadano de a pie para verificar si los resultados esperados tienen la potencialidad de lograr beneficios o si hay factores sociales que no se han considerado en el diseño o implementación de la política. Encuentro, además, que esta labor se beneficia mucho de analistas que estén dispuestos a utilizar varias lentes de análisis (enfoques metodológicos) o, por lo menos, que se aproximen a su análisis desde la interdisciplinariedad.
En el retorno a las clases presenciales decidí tomar algunas decisiones metodológicas, quizás arriesgadas. Luego de un semestre sabático, regresaría a enseñar Ciencia Política. Este es un curso en el que debatimos constantemente sobre el escenario político del país, el rol de los actores en juego, y cómo la interacción de estos influye en las ocurrencias diarias. Es un curso de mucha reflexión colectiva y participación, por lo que requiere de mucha lectura, estudio y reflexión personal previa, de modo que el debate no replique las características y vicios de los debates públicos no informados que son tan comunes el día de hoy. Una de estas decisiones fue empezar el curso con un breve pero concienzudo repaso de la historia del Perú.
En efecto, en vez de comenzar con el curso explorando la posicionalidad del ciudadano de a pie de cara a la realidad política actual del país, como había sido mi praxis antes, esta vez empezamos con nuestra realidad social desde poco antes de Túpac Amaru II hasta 1826. De la mano del libro de Natalia Sobrevilla, Independencia: a 200 años de lucha por la libertad, fuimos explorando capítulo a capítulo no solo lo que ocurrió en nuestra historia, sino identificando cuáles son algunas de las tendencias políticas de ese momento que seguimos repitiendo hoy. En esencia, tratamos de verificar si es cierto que llegamos a nuestro Bicentenario como llegamos a 1821, con los mismos vicios y virtudes de aquella época.
El ejercicio funcionó, no solo porque la historia nos permite contextualizar el hoy y verificar que poco de lo que sucede en la actualidad es nuevo en realidad, sino porque además nos ha picado la curiosidad de seguir explorando el escenario político desde un campo mucho más amplio, o con herramientas más rigurosas que únicamente seguir las noticias y escuchar las declaraciones de nuestras autoridades electas. Fue particularmente interesante, también, porque al finalizar el libro pudimos conversar con Natalia, quien nos visitó en clase para comentar sus motivaciones con el texto, aclararnos algunos puntos de duda, profundizar en la motivación de diversos actores, compartir algo más de lo no contemplado en el libro y comentarnos sobre el oficio del historiador.
El historiador se guía por la curiosidad y muchas preguntas sobre un periodo histórico, o varios. ¿Qué pasó? ¿Por qué pasó? ¿Cómo ocurrió aquello? ¿Y cómo la forma en que se registró nos dice algo sobre la ocurrencia misma? El analista de políticas también se guía por la curiosidad. La principal es: ¿será que este conjunto de decisiones públicas funcionará? Y de manera más detallada: si es que el problema identificado fue abordado correctamente, ¿qué se quedó fuera? ¿Los servicios a proveer serán suficientes? ¿Responden al problema identificado? ¿Los recursos serán los adecuados? ¿Se mejorará efectivamente la calidad de vida de los ciudadanos afectados por el problema?
Mi intención en clase no es la de formar analistas políticos. Mucho menos, analistas de políticas. Pero creo que nuestra curiosidad y la apertura a pensar los problemas desde diversas ramas o, por lo menos, con las herramientas de diversos campos del saber, puede llevarnos a entender mejor múltiples perspectivas. Si acaso, las diversas realidades experimentadas por nuestros conciudadanos y ciudadanas más allá del tiempo presente.
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¿Diversos lentes es utilizar el libro de Natalia Sobrevilla?… Que es afin a su pensamiento.
Pienso que no… Allí una diferencia entre idea y realidad.
Saludos