¿Censurar libros en tiempos de Netflix?


A propósito del pavor a la diversidad sexual, lo peor del siglo XX se encuentra con lo mejor del siglo XXI


Me cuentan que en varios colegios privados de Lima se vive una intensa cruzada por parte de padres conservadores para censurar libros de temática LGBT+ en las bibliotecas escolares. No llega a proponerse las hogueras de libros que vimos en el siglo XX, pero la barbarie sigue siendo la misma: restringir de manera agresiva la libertad de información de otros para imponerles una única manera de ver las cosas.

Paradójicamente, mientras eso sucede, los hijos de los “cruzados” hacen uso de la libertad que les brinda la tecnología en el siglo XXI: aprovechan la cuenta familiar de Netflix para ver la nueva temporada de Heartstoppersin que sus despistados padres tengan idea del asunto. 

Heartstopper es una serie británica basada en la novela gráfica de Alice Oseman y narra la historia de dos adolescentes —Charlie y Nick—, quienes descubren el amor en medio de la vida escolar. Lo que ha hecho que Heartstopper destaque no solo es su historia conmovedora, sino también su retrato amable de las experiencias LGBT+, la diversidad en sus personajes y el tratamiento cuidadoso de temas difíciles. 

La serie habla de las personas no binarias, la bisexualidad, la homosexualidad, la asexualidad, la experiencia de vida trans, el acoso escolar, los desórdenes alimenticios, la depresión, la ansiedad, las relaciones tóxicas, los problemas familiares, y un largo y diverso etcétera. Y lo hace de forma responsable, informada y empática, sin ser densa, panfletaria o aburrida.

El encanto de Heartstopper reside en su entretenida sencillez y en cómo logra capturar la esencia del primer amor de una forma natural y conmovedora. A diferencia de otras series que abordan la adolescencia y el romance desde ángulos dramáticos o complicados, Heartstopper nos presenta una historia de amor dulce, auténtica y sin pretensiones, que explora cómo dos personas descubren juntos quiénes son. 

Charlie, un joven abiertamente gay que ha lidiado con el acoso y la soledad, se siente fuera de lugar en la mayoría de los espacios sociales, y su sensibilidad lo hace consciente de las dificultades que enfrenta por ser diferente. En contraste, Nick, un popular jugador de rugby, está inmerso en un mundo en el que la masculinidad tradicional y la presión social juegan un rol importante, y aún no ha explorado plenamente su identidad y bisexualidad. La relación entre ambos se desarrolla de manera orgánica y genuina, desde una simple amistad que va evolucionando a medida que pasan tiempo juntos. La serie captura la ternura de los pequeños gestos y las miradas, que van revelando cómo los sentimientos entre ellos crecen y se hacen más evidentes. Heartstopper muestra con gran sensibilidad las primeras dudas, la emoción de descubrir el amor, y los nervios que acompañan este viaje tan personal, especialmente en una etapa tan vulnerable como la adolescencia.

Lo más especial de Heartstopper es que la historia no cae en la tentación de los estereotipos habituales de dramas adolescentes, sino que se enfoca en el respeto mutuo, la vulnerabilidad y el apoyo emocional. La serie nos muestra a personajes que, en lugar de ceder a las presiones sociales o a la necesidad de aparentar, se esfuerzan por ser honestos consigo mismos y con quienes los rodean. Esta representación tan cuidadosa y sana del amor ha sido aplaudida, no solo por la audiencia joven, sino también por profesionales de salud mental, educadores y adultos que valoran la importancia de un contenido que aborda la diversidad de una manera tan fresca y positiva.

El secreto del éxito creo que radica en que la serie muestra un gran respeto por su público adolescente. No los trata como sujetos despistados, incapaces de procesar situaciones complejas o empatizar con personas distintas. Es decir, no los trata como esos grupos pequeños pero bulliciosos de padres de familia que ven en cualquier intento de visibilizar la diversidad como una amenaza al proyecto de vida que ellos tienen para sus hijos. 

Harían bien esos padres en sentarse con ellos a ver Heartstopper. La experiencia les ofrecerá la posibilidad de darse cuenta, desde una perspectiva cercana y entretenida, que la diversidad no es una amenaza externa, sino una parte integral de la realidad de sus hijos. La serie no les está planteando temas ajenos, sino que les está brindando la oportunidad, a través de la ficción, de comprender y procesar muchos asuntos que forman parte de la experiencia adolescente. 

Ojalá los “cruzados” aprovechen esta oportunidad para aprender de sus propios hijos. Serán más empáticos y tolerantes, y podrán utilizar su poco tiempo libre en actividades más gratificantes y civilizadas que el querer censurar libros.


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