Bosques, pueblos indígenas y mercados


El exitoso proyecto Alianza Forestal urge su réplica en toda la Amazonía


Uno de los temas más apasionantes que enfrentamos en las ciencias sociales y en economía del desarrollo es el proceso de modernización capitalista en el mundo rural indígena. Las formaciones sociales y económicas precapitalistas, como las llamó el buen Carlos Marx a mediados del siglo XIX, han mostrado una enorme capacidad de adaptación frente a la expansión y penetración de la economía de mercado. En el caso peruano, los pueblos indígenas andinos, desde tiempos coloniales y con mayor fuerza en los siglos XX-XXI, han sido capaces no solo de integrarse, sino de aprovechar el desarrollo mercantil, obviamente de manera desigual en las diferentes regiones de nuestros Andes. Hoy en día, incluso, no solamente tienen una fuerte articulación a la economía de mercado y participan en la negociación política con el Estado para acceder a más y mejores servicios públicos, sino que, además, participan, negocian y se enfrentan a las economías ilegales e ilícitas que dominan sus territorios.

Otra es la situación en el mundo indígena amazónico, donde los pueblos indígenas han enfrentado diferentes procesos de penetración mercantil y han intentado resistir y reproducir su modo de vida. La economía indígena en la Amazonía ha estado históricamente orientada a la autosubsistencia, basándose en actividades tradicionales como la caza, pesca y recolección. Sin embargo, desde las primeras décadas del siglo pasado, los indígenas amazónicos han experimentado una vinculación más radical con el mercado. Esta creciente articulación ha generado múltiples necesidades que incluyen alimentación, transporte, salud, educación y, como resultado, muchas comunidades indígenas se han insertado en el mercado y han desarrollado nuevas actividades económicas, incluyendo el establecimiento de negocios comerciales e, incluso, la participación en actividades como la comercialización de recursos forestales maderables. Este proceso no ha sido ni gradual ni armonioso y, por supuesto, sin ninguna política pública basada en la interculturalidad. La economía indígena ha sufrido repetidamente choques provenientes de la economía de mercado que han arrasado sus estructuras tradicionales. El ejemplo más notable, obviamente, es la época del boomdel caucho, y más recientemente las sucesivas olas extractivistas centradas en la tala ilegal, el petróleo y la minería aurífera. En las zonas más altas de la Amazonía, la expansión de los cultivos de coca ha ejercido una presión adicional. Estos frentes de expansión mercantil han violentado el modo de vida de autosubsistencia, forzando una mercantilización incompleta y costosa a la sociedad indígena.

En ese contexto, uno de los grandes desafíos de política pública que ha enfrentado el Perú es el promover un modelo de manejo forestal comunitario, entendiendo a este no solo como el aprovechamiento de los recursos forestales maderables y no maderables, sino un aprovechamiento integral del bosque como fuente de diferentes servicios para las comunidades. La implementación del nuevo modelo de concesiones forestales maderables y no maderables a principios de siglo no ha estado acompañada de casos de éxito de participación indígena en las mismas. Una notable excepción es el caso de la organización no gubernamental AIDER en la selva central, en las regiones Huánuco y Ucayali.

Desde los años 90, AIDER ha estado promoviendo una nueva estrategia de participación de las comunidades en los negocios forestales, no solamente a través de proveer asistencia técnica en la alianza con capitales privados, sino fundamentalmente a través del fortalecimiento de la organización comunal y la búsqueda de estrategias económicas alternativas y diversificadas. AIDER ha sido capaz de atraer capitales privados, incluyendo a algunos vinculados a la implementación de créditos de carbono, aprovechando una previa experiencia en los contratos de administración de la Reserva Nacional Tambopata y Parque Nacional Bahuaja – Sonene en la selva sur del Perú. Así, desde el año 2019 y con el apoyo de la Agencia Internacional para el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID), AIDER implementó el proyecto Alianza Forestal con un enfoque de manejo de bosques comunales, donde, a partir del fortalecimiento de las comunidades, se logró de manera novedosa la participación de siete comunidades nativas en contratos para la comercialización de créditos de carbono. El proyecto Alianza Forestal ha sido una de las experiencias más innovadoras y exitosas en la Amazonía peruana. Con los recursos obtenidos a través de la venta de créditos de carbono, las comunidades han fortalecido diferentes instancias de organización que le permiten controlar y vigilar su territorio, enfrentar las amenazas de la expansión de los cultivos de coca, enfrentar los problemas de saneamiento territorial y embarcarse en múltiples emprendimientos económicos promoviendo, además, el empoderamiento de la mujer indígena. La Alianza, que se inició con siete comunidades Shipibo-Conibo y Cacataibo, ha sido ampliada en los últimos años hasta contar ya con 28 comunidades nativas que están gozando de recursos financieros frescos provenientes de la comercialización de los créditos de carbono y replicando el manejo de bosques comunales.

Esta experiencia hace un llamado urgente para la formulación de políticas públicas que permitan escalarla a nivel nacional en la Amazonía peruana. La Amazonía, como fuente de biodiversidad, recursos hídricos y de vida, necesita alternativas sociales y económicas basadas en la interculturalidad que permitan su conservación para el futuro de nuestros hijos y de sus hijos.


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