Manifestaciones creativas y rituales catárticos a un año del estallido social
Ya se acerca febrero, época de carnavales en el Perú. Para quienes no residen en Lima, eso significa semanas de algarabía, fiestas y comparsas: ya sea en Cajamarca, El Carmen o Iquitos, es fácil observar el inmenso despliegue y organización no sólo comercial, sino cultural que estas celebraciones convocan. Muchas de las comparsas de baile preparan vestimentas que jocosamente representan aspectos de la vida social y política del país, y algunas además se lucen con coplas e himnos inéditos, tanto en quechua o español. En quechua, se les conoce como kutichikuy, que literalmente significa ‘hacer que vaya de vuelta’, ya que, al ritmo de un arpa o guitarra, se arman ‘duelos’ mediante las coplas y el canto. Cuanto mayor es la creatividad de la copla, más es el reconocimiento de la comparsa.
El año pasado, los carnavales ocurrían en un momento de reciente duelo para varias regiones del país, en especial el sur andino: durante el estallido social de 2023 docenas de civiles y un policía fallecieron en un contexto de protestas y de una fuerte represión estatal. Celebrar en medio de la tragedia podría parecer una contradicción, pero en realidad operaban como espacios de catarsis colectiva y para visibilizar una crisis que muchos medios de la capital minimizaban o, peor aún, tergiversaban. Tuvo que llegar el 2024 para que el gobierno peruano recién admita que hasta la fecha no hay ninguna evidencia de que las protestas estuvieron motivadas por grupos criminales. Pero, a inicios de 2023, según la narrativa oficial, ser parte de las protestas o incluso morir en ellas se interpretaba como tener posibles vínculos con organizaciones delictivas, incluso terroristas. Ante tanto sentido de lo absurdo, a los ciudadanos solo les quedaba reír tal vez para no llorar.
En la provincia de Huanta, Ayacucho, una comparsa femenina había preparado la siguiente copla: “Presidenta Dina Boluarte, ¿por qué eres traicionera? ¿Por qué eres mentirosa? Tus engaños que te crea tu Congreso, que te crean tus ministros. ¡Otárola!”. Junto a estas coplas, varias personas en los carnavales se disfrazaron de Dina Boluarte y su ministro Otárola, en un formato grotesco y con sangre en sus manos. Representaciones así se fueron sumando, y fue Esta democracia ya no es democracia la canción que se convirtió en un emblema de muchas protestas durante el resto del 2023, principalmente en la región, para luego expandirse al resto del país, e incluso entre peruanos en el extranjero. La letra está en español, con algunas frases en quechua y aymara: “Dina runa sipiq manan munaykichu” (“Dina asesina, no te queremos”). A pesar de su producción popular, esta llegó a oídos de la presidenta Boluarte cuando escolares empezaron a incorporarla en sus actividades públicas. En respuesta, el gobierno sacó su propia melodía, pero la tuvo que retirar en apenas un día.
Junto con el carnaval y la protesta, la religiosidad también ha sido un espacio importante para hallar consuelo y recordar. El 9 de enero de 2024, se realizó en Puno una multitudinaria misa en quechua, aymara y español, en la que varios de los familiares de los muertos tuvieron un espacio para recordar y nombrar a sus seres queridos. El altar en donde se celebraba la misa indicaba “Han matado a tus hijos, Mamita Candelaria”, en alusión a la popular devoción puneña por la Virgen de la Candelaria. También en Puno acaban de inaugurar un monumento en conmemoración a los muertos del estallido. Sin embargo, el ámbito judicial pareciera no recordar mucho lo ocurrido; a pesar del reclamo de familiares y organizaciones locales e internacionales, la búsqueda de justicia por los derechos humanos de los fallecidos todavía no llega. Ojalá que con el tiempo el Perú no caiga en un contexto de “amnesia obligatoria”, en palabras de Eduardo Galeano sobre las muertes y desapariciones en la Argentina de los 70, sino en una búsqueda de justicia sobre nuestra historia reciente y la posibilidad de recordar y sanar nuestros capítulos oscuros.
¡Suscríbete a Jugo y espía EN VIVO cómo se tramó este artículo! Nuestros suscriptores pueden entrar por Zoom a nuestras nutritivas —y divertidas— reuniones editoriales. Suscríbete haciendo clic en el botón de abajo.