Capitaloceno


Por el Día de la Tierra, revisemos nociones urgentes sobre el arte y la naturaleza


“Cuando era niña, creía que todas las ciudades del mundo tenían un agujero en medio. Tenía cinco años y miraba por mi ventana y miraba ese tajo abierto, ese inmenso agujero, y yo decía, pues, no: si me voy a Lima, entonces, tiene que haber un tajo”. Así relata sus recuerdos infantiles Elizabeth Lino, artista y activista peruana nacida en Cerro de Pasco, capital mundial de la vergüenza minera. Su testimonio es recogido por el doctor en literatura y crítico cultural Víctor Vich en Lejos de la Tierra. Arte y naturaleza en el Perú contemporáneo, un libro conmovedor y urgente publicado por el Instituto Riva-Agüero y el Fondo de Cultura Económica.

Vich reseña las obras de once artistas peruanos contemporáneos que han hecho del arte un acto de resistencia frente al ecocidio. A través de esculturas, performance, viñetas, fotografías, instalaciones y land art, entre otras herramientas, estos artistas denuncian el saqueo de la naturaleza en nuestro país, interpretan su devastación y reclaman justicia desde sus territorios heridos. No se trata de un catálogo de bellezas naturales, sino de una cartografía del dolor y también del coraje.

En la presentación del libro, titulada El arte peruano en la era del Antropoceno, Vich no se anda con rodeos: en el Perú, la protección ambiental ha sido una y otra vez sacrificada en nombre del capital extractivo. Esa lógica perpetúa el legado colonial, sostiene la impunidad y alimenta la corrupción. Frente a este modelo depredador, el arte no calla: toma posición. Grita y denuncia. 

“El Antropoceno”, advierte Vich, “es un nombre tramposo”. No es “la era del ser humano”, como si todas las personas compartieran igual responsabilidad en esta crisis. Lo que estamos viviendo es el “capitaloceno”: la era del capitalismo dependiente de los combustibles fósiles, del extractivismo sin frenos, de la acumulación desbocada, del despojo como política de Estado. No son “los humanos” quienes están destruyendo el planeta: es un modelo económico concreto, con su promesa de progreso eterno, que ha puesto la vida misma en peligro.

Las obras de artistas como Elizabeth Lino, Eliana Otta, Carmen Reátegui, Cristina Planas, Lucía Monge y Alejandro Jaime, entreotros, no solo ilustran la catástrofe: la interpelan. La intervención con plantas del Plantón Móvil, las esculturas de gallinazos, los troncos asesinados convertidos en denuncia, los concursos de belleza parodiados para visibilizar el abandono de una ciudad minera… cada una de estas obras es un acto de insubordinación simbólica. Una forma de decir: basta.

Este malestar no es nuevo. Hace 55 años, en febrero de 1969, un derrame petrolero frente a las costas de Santa Bárbara, en California, cubrió 50 kilómetros de litoral con más de 11 millones de litros de crudo (casi 10 veces más que el derrame que sufrimos en Ancón en el año 2022). Murieron miles de aves, peces y mamíferos marinos. La indignación fue tal que el senador Gaylord Nelson, inspirado por los movimientos contra la guerra de Vietnam, convocó a los ciudadanos a las calles. Más de 20 millones de personas se movilizaron y así nació el Día de la Tierra, un 22 de abril de 1970. Ese mismo año se promulgó la Ley de Política Ambiental Nacional en EE.UU. y arrancó lo que se conoce como el movimiento ambientalista moderno.

Hoy, ese movimiento está bajo ataque. Desde el gobierno de Donald Trump se preparan medidas para revocar beneficios fiscales a organizaciones ambientalistas sin fines de lucro, acusándolas de “obstaculizar” el crecimiento de la industria fósil. Es un ataque directo al corazón de la lucha ambiental, justo en vísperas del Día de la Tierra.

Y en el Perú, las amenazas no son menores. Desde la nueva ley contra las ONG, que busca controlar —y censurar— a las organizaciones defensoras del ambiente, hasta la criminalización de líderes indígenas y los discursos de odio contra quienes protegen las cuencas, los bosques, el agua y las montañas… todo apunta al mismo objetivo: silenciar a quienes luchan por la vida.

Sin embargo, el arte resiste. Victor Vich —y los artistas peruanos que, como él nos recuerda, son muchos más que los que él reseña— resisten. Y resuenan. 

Mañana, 22 de abril de 2025, el mundo celebrará el Día de la Tierra con el lema «Nuestro poder, nuestro planeta”. Que esas palabras no se las lleve el viento. Que sean semilla. Que este día no sea solo conmemoración, sino promesa. Y que el arte —ese que nace de la herida, pero que no se resigna— nos siga mostrando el camino.

Feliz Día de la Tierra.


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1 comentario

  1. Gonzalo Llosa

    Buena nota. Coincido en todo, también con Víctor, por supuesto. Toca resistir

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