Imposibles trámites


Humillarse, pagar o rendirse: las únicas opciones para migrar


Quien haya querido renovar su pasaporte peruano en los últimos años sabrá que es casi imposible. Que no existe forma de conseguir una cita en Migraciones. Que hay que pagar —por fuera de la ley— a tramitadores que te la consiguen por vías misteriosas. Que existen denuncias acerca de la mafia que parece haber tomado aquella entidad estatal. Que existen atajos para que te renueven el pasaporte, como acercarte al aeropuerto o a ciertas sedes de Migraciones algunas horas antes de tu vuelo. Que estos atajos solo te sirven si viajas hacia un destino para el que no necesites tramitar una visa. Que renovar tu pasaporte —una operación que dura menos de veinte minutos— hoy se ha convertido en la adaptación perucha de algunas novelas de Kafka.

Este año, a mí me tocó lidiar con Migraciones, pero también con el Consulado de Italia y ahora con la Oficina de Extranjería de España. No fue —en ese apartado— el mejor de los años.

Al Consulado de Italia en Lima fui con mi hermano. Nuestra misión: renovar nuestros pasaportes italianos. El funcionario, muy rápido, me avisó que mi registro domiciliario actual no coincidía con el que ellos tenían anotado. Le pedí que por favor lo cambié. Me dijo que tomaría alrededor de seis meses: tenía que mandar la solicitud a Italia y luego esperar la respuesta. Le dije que debía viajar en dos semanas. Me preguntó a dónde. Le respondí que a España. «A España puedes entrar como peruano», me dijo y me devolvió la documentación que ya le había entregado. Le dije que necesitaba quedarme más tiempo del que nos permitían a los peruanos. Me miró. Como un tramitador que evalúa mi caso, me tasó. Trajo una ficha para llenar: «Con esto, podemos cambiar tu registro domiciliario hoy mismo». Le agradecí profundamente. Él infló el pecho, maligno, omnipotente. Mientras llenaba el documento, pensé en mi hermano. Seguro sus registros domiciliarios tampoco coincidirían. Le pregunté al funcionario: «mi hermano está en la cola después de mí. ¿Tú crees que él también pueda llenar esta ficha?». El tipo me arrancó la ficha de las manos: «Uno trata de ayudarlos. Pero les damos la mano y se van hasta el codo». Le expliqué, le rogué. El funcionario regresó. Me dejó seguir llenando la ficha. Luego llamó a mi hermano. Lo ayudó. Sin sonreír una sola vez, nos despachó a ambos con un ticket. Podríamos recoger nuestro pasaporte en unos días. En su cara vi claramente el mensaje: «Agradézcanme siempre, hasta en sus sueños».

Ahora llevo nueve semanas en Madrid. Es la misma cantidad de tiempo que llevo intentando conseguir mi Número de Identidad de Extranjeros (NIE). Es un proceso confuso. Recorro YouTube intentando encontrar respuestas. Tal parece que los ciudadanos de la Unión Europea, para adquirir el NIE, tienen que tramitar primero el permiso de residencia. Hay algunos requisitos: tener trabajo en España, estudiar algún máster o probar que tienes los medios para mantenerte. Pienso: bueno, tengo los medios: trabajo a distancia con Perú. Después de intentar por semanas, consigo una cita. Llevo lo que piden. También mis estados de cuenta del último año, la prueba de que cuento con un flujo de dinero suficiente. El día de la cita, el funcionario me pregunta: «¿Entonces tienes ocho mil euros en tu cuenta?». Le digo que no, pero que traigo los estados de cuenta… Él me corta: «Si no tienes ocho mil euros en tu cuenta, no puedo ayudarte». Le explico que esa información no está en la web de Extranjería. Tampoco en la ley. Suspira. Lo sabe. Le pregunto qué opciones me quedan. «Conseguir trabajo o darte de alta como autónomo [es decir, registrarme como freelancer] y traer tu primera declaración trimestral». ¿Trimestral? ¿Pero acaso eso no implicaría que yo supere los tres meses que tengo permitido estar en España sin residencia? «La ley está mal hecha», responde el funcionario.

Días después, consigo trabajo. Y de inmediato lo pierdo: antes de firmar el contrato, cuando comunico que todavía no cuento con NIE, me explican que no podrán contratarme.

Me pregunto: pero si necesito trabajo para conseguir el NIE y necesito el NIE para conseguir trabajo, ¿cómo le hago?

Resulta que hay un trámite distinto, muy poco difundido y sin embargo bastante simple: «Asignación de NIE». Basta con llenar un formulario y comunicar para qué quieres el NIE. Atrapar una cita me toma tres semanas. Unos días antes, compruebo tener los papeles listos. En el camino, me cruzo con un video en el que una chica cuenta que se lo negaron. Que le pidieron documentos que no estaban ni en la web de Extranjería ni en la ley. Pronto, encuentro decenas de videos iguales.

El consenso en internet: depende de qué funcionario te toque. Si está de buen humor, ha tenido un mal día, cuánto conoce la ley.

¿Qué pasa si no te lo dan? 

La comunidad cibernética lo tiene claro: contratar a un tramitador. Dejar de pensar que puedes hacer estos trámites por ti mismo. Entregarte al absurdo. Pagar lo que haya que pagar. Nunca podrás vencer a quienes manejan como quieren el flujo migratorio del planeta. Agradece, además, hasta tus últimos días, que uno de tus pasaportes es europeo. Calla la boca y saca la billetera.


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