Algunos espejos para usted


La importancia de exponerse a nuevos contenidos y algunas recomendaciones teatrales


Como imaginará, o sabrá si me sigue a través de las redes sociales, esta juguera de los jueves va mucho al teatro. Sea por la búsqueda de inspiración en mi propio proceso de creación escénica, porque me apasiona exponerme a nuevas historias y conocimientos, o porque es el mejor plan en solitario, normalmente me encontrará los viernes o sábados en alguna de las salas de teatro de la ciudad con mi libreta y mis zapatillas blancas. 

En este proceso he notado, con honesta alegría, el aumento de obras y propuestas escénicas que exploran nuestros valores y disvalores sociales —que sería la forma política de decirlo—. Lo que quiero decir, en realidad, es que son obras y trabajos que profundizan en nuestra podredumbre social y en todo lo que nos hace peruanos, tanto lo bueno como lo malo. Lo interesante aquí es que la exploración de lo bueno siempre es referencial y se da por sentada, mientras que el destrozo y la pormenorizada exploración de nuestros males y pesares es la verdadera apuesta por mirarnos en serio e interpelarnos. 

A mi mente vienen la obra Escuela Vieja: todo lo que siempre quiso olvidar sobre la educación peruana, una creación colectiva dirigida por Patricia Biffi en la cual los artistas en el escenario nos re-exponen a un pasado compartido por todos nosotros, caracterizado por un uniforme único muy fácil de ensuciar, el paporreteo de tablas de multiplicar, los tests vocacionales y nuestros pisos ecológicos ilustrados en las láminas Huascarán. En clave de comedia, esta obra nos pone al frente todos los deméritos de la educación peruana y cómo esta se relaciona con nuestro ejercicio actual de ciudadanía por compromiso. O la obra Jauría, que recrea momentos del caso de violación grupal conocido como “La Manada”, sucedido en España hace algunos años, pero que tampoco es ajeno a nuestras costas. De igual manera vienen al pensamiento El Monstruo de Armendáriz y Juzgado de Familia Número 6, de Herbert Corimanya y Nani Pease, respectivamente, que se sumergen en la violencia racial y en la violencia institucional hacia las mujeres: algunas de las características más resaltantes de nuestra sociedad.

Hace solo unos días asistí a CombiNation, la caracterización lúdica de un país de 30 millones de habitantes contenido en una combi y que, incidentalmente, se parece mucho al Perú. Si bien el último paradero es Orión —un lugar donde no hay corrupción, todos pagan sus impuestos y la política es predecible—, los pasajeros se encuentran pronto en la disyuntiva sobre si efectivamente quieren llegar al último paradero y ser mejores, u optan por seguir siendo quienes son, es decir, quedarse donde “las cosas siempre han sido así”.

Todo esto viene al caso porque el teatro tiene un importante rol político que es interesante y gratificante de ver en juego. El arte siempre puede ser una herramienta de crítica social y confrontación del statu quo. En ese sentido, el teatro siempre puede ser el gran espejo que se pone frente a la audiencia para mostrarle quién es. Así, estas nuevas propuestas nos confrontan con nuestros propios demonios y taras colectivas, retándonos en el camino a repensarnos como país. ¡Una tarea necesaria! En esa misma línea, si está en Lima y busca plan para mañana, los colectivos Tránsito Cultural y Derramando Lisura estarán presentando una función gratuita de la obra 1821-2021 Permanente Incapacidad Moral en el auditorio de la Universidad Cayetano Heredia en Miraflores

Siempre recomiendo exponerse a nuevos contenidos. A otros canales de noticias, a nuevos autores y lecturas, a otras posiciones políticas o de discusión. Si esto es muy duro, permítase empezar explorando este tipo de obras. A lo mejor a través de lo lúdico del teatro y la exposición a otras narrativas, historias y nuevas formas de ver y representar la realidad, se sorprende fortaleciendo su análisis crítico y autoexaminando su rol ciudadano.  


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