¡20 millones de vacunas bien frías, por favor!


Este verano las cajas de tecnopor no van a llevar helados, sino vacunas contra el Covid-19: de ellas depende nuestra democracia.


Esta semana las esperanzas e inversiones se han centrado en las farmacéuticas Moderna y Pfizer. Ambas anunciaron que sus vacunas en desarrollo mostraban más de un 90% de eficacia en los estudios de fase tres[1][2]. Este es un buen primer paso. Un primer paso en una carrera de obstáculos que recién empezamos. 

El primer reto de esta carrera es lograr mantener la temperatura que necesitan las dos vacunas para funcionar. La de Moderna requiere estar a menos de 20 grados bajo cero; la de Pfizer, a menos 70. Si esto no se cumpliera las vacunas comenzarían a perder efectividad, mas no seguridad. Es decir, reducen su capacidad de protegerte del Covid-19. Pensando en los heladeros: es como si uno de ellos dejara su caja abierta por unas horas. En ese caso lo mejor que recibirías sería un helado derretido. No uno con gusanos. 

Carlos Neuhaus, miembro del Comando Vacuna, ha anticipado que para diciembre próximo llegarían 50.000 dosis de la vacuna de Pfizer. Estas vendrían en las cajas que el laboratorio ha diseñado para su transporte, las que incluyen varias capas de protección y un sensor de temperatura con GPS. Eso sí, tenemos que devolverlas todas. 

Lo de la temperatura de las vacunas no es un capricho. Las tradicionales suelen usar un virus atenuado o una partecita del virus. Pero las vacunas de Pfizer y Moderna usan una nueva tecnología: el ARN mensajero. Esta es una secuencia genética que contiene la información necesaria para enseñarle a nuestro cuerpo cómo es la proteína que tiene el Covid-19 en su membrana. Lo malo del ARN mensajero es que es muy sensible al calor; lo bueno, que logra producir una respuesta inmune y que no modifica nuestro ADN (aunque una señora en redes sociales ande gritando lo contrario). 

El segundo reto es la segunda dosis: las dos vacunas requieren dos dosis para completar su efecto. Como ha repetido varias veces Neuhaus, estas 50.000 primeras, entonces, van a alcanzar para 25.000 peruanos. ¿Quiénes encabezan la lista? Los más expuestos, ya sea por su trabajo (médicos, policías, personal esencial); los mayores de 18 años y los que estén en situación de riesgo (personas con enfermedades existentes). 

El tercer reto y el que más me preocupa es que confundamos efectividad y seguridad con perfección. Las vacunas tienen que ser efectivas y seguras, no efectivas o seguras. Cuando los científicos dicen que el 90% de efectividad mostrado por estas es “una belleza” se refieren a que confirió inmunidad a nueve de cada diez voluntarios. La seguridad es algo que se comprobó en las primeras fases y se siguió estudiando en la fase tres. 

¿Qué es lo que suelen olvidar los titulares? Que algunas personas, muy pocas, se infectaron pese a tener las vacunas. Además, estas son seguras porque no producen efectos secundarios graves. Sobre esto podemos estar tranquilos, pero cada cuerpo funciona diferente, por lo que algunas personas pueden producir fiebre o dolor corporal. Es importante comunicar esta posibilidad antes de que nos veamos llenos de titulares diciendo que “las vacunas causan fiebre”. 

Por último, creo que hay que frenar un poco la ilusión que estamos desarrollando sobre estas vacunas. Las farmacéuticas todavía tienen que publicar los resultados más allá de las ruedas de prensa. La FDA y sus pares en cada país deben aprobar estas vacunas para su distribución. Por la situación y con el número de muertes aumentando cada día, la FDA pedía un mínimo del 50% de eficacia, así que tanto Moderna como Pfizer por ahora pasan con honores. Pero todavía podría haber espacio para recomendaciones o revisiones antes de dar luz verde. Por último, las autoridades de cada país tienen que comunicar cuál es su plan de vacunación, incluyendo a quién se va a vacunar primero y por qué… y ya veremos cómo se acepta eso. 

Como Neuhaus dice, en el Perú tenemos otro reto adicional[3]. El sueño sería salvar la Navidad y el verano, pero la realidad debería ser salvar las elecciones. Para abril tendríamos que vacunar por lo menos a 20 millones de peruanos. No podemos arriesgar a los miembros de mesa y personeros a exponerse a cientos de personas un mismo día. Ante la situación económica pocos se pueden permitir pagar la multa por no ir a votar. Y viviendo lo que hemos vivido, nadie debería dejar de ejercer su voto por el riesgo a contagiarse. 

La democracia y la economía de nuestro país dependen de una caja de tecnopor con hielo seco. 


[1] Comunicado Pfizer resultados fase 3, 18 de noviembre del 2020 https://bit.ly/3lWkjgu

[2] Comunicado Moderna resultados fase 3, 16 de noviembre del 2020 https://bit.ly/2KAgLTD

[3] Entrevista a Carlos Neuhaus, Cara a Cara, Tv Perú, 20 de noviembre del 2020

4 comentarios

  1. Mafer Dioses

    Lo último que la gente debe estar pensando en en su seguridad para ir a votar. Que bueno que nos recuerdes que ese es nuestro deadline para inmunizar a los más expuestos.

  2. zeta

    La Navidad y el veraneo ya fueron, chau San Valentín pero en verdad sí llegamos a las elecciones sin algo de protección va a estar bien difícil mantener la poca estabilidad que vamos recuperando 🙁 que genial artículo!

  3. Sharun Gonzales

    Me gustan mis vacunas como mis chelas…
    Gracias Ale por poner el foco en puntos necesarios!

  4. Ana Lucia Nieto Frias

    Gracias por la información. Entiendo que la vacuna de AstraZeneca es de más fácil distribución por no requerir temperaturas tan bajas, verdad? Lo que no me queda claro es el tema de la distribución a través del mecanismo COVAX. Entiendo que hay cuotas que se irán cubriendo paulatinamente en todos los países participantes, por lo que 20 millones de vacunas para abril suena poco realista. O es que firmaríamos contratos fuera del marco de COVAX? Cuán viable es eso?

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