¿Estamos en un momento constituyente?


La reciente decisión del Tribunal Constitucional ha llevado a muchos a preguntarse si ha llegado el tiempo de cambiar la Constitución de 1993.


Una carta magna no se cambia de buenas a primeras. Para ello es necesario encontrarse en un ‘momento constituyente’, y la pregunta es si estamos viviendo uno. 

            En total hemos tenido 10 constituciones, seis en el siglo XIX y cuatro en el XX. Rosa María Palacios nos ha recordado que todas las del siglo pasado fueron creadas por dictaduras. Tanto la de Fujimori como la de 1979 fueron redactadas por un Congreso y una Asamblea Constituyente, mientras que el gobierno de Sánchez Cerro dio la de 1933, y el de Leguía la de 1920. En el siglo XIX casi todas las constituciones fueron el resultado de guerras civiles, incluso la más longeva de nuestra historia: la a veces llamada ‘constitución moderada’ de 1860. 

            Pero las constituciones decimonónicas buscaban resolver temas claves: en 1856, garantizar la igualdad después del fin de la esclavitud y el tributo, así como la abolición de los fueros militar y eclesiástico, que eran cortes de justicia autónomas reservadas para esos grupos. En 1839 se implantó un sistema centralista, donde el Estado era unitario y las provincias estaban subordinadas a la capital. Esta Constitución fue reformada repetidamente hasta que los cambios no fueron suficientes y se desencadenó otra guerra civil. 

            Solo una de nuestras constituciones, la de 1828, tuvo en sí misma el mandato de reformarse y convertirse en una nueva. Esto porque los liberales que la redactaron temían que si creaban un sistema federal el país se disgregaría. Y si bien eso no sucedió, la Constitución que la reemplazó, la de 1834, se aprobó después de una intensa guerra civil; y la instabilidad llevó a la creación de una confederación con Bolivia, que dividió el Perú en una república del norte y otra del sur. 

            Las constituciones se pueden reformar o cambiar, y en el Perú hemos intentado ambas cosas. Muchos de los que no están convencidos de que es oportuno redactar una nueva Constitución consideran que es mejor seguir reformando la que tenemos. Desde el 2000 se han dado cerca de 20 cambios constitucionales, comenzando con el retiro de la firma de Fujimori, hasta la ampliación de los congresistas de 120 a 130 (que en vez de ser votados por distrito único tienen ahora una representación regional). El comité de especialistas que trabajó con Vizcarra ha propuesto muchos cambios más, pero ni el Congreso anterior ni el actual los han implementado. Posiblemente tampoco lo haga el próximo.

            Esto nos lleva entonces a la discusión sobre el momento constituyente. El Presidente Sagasti ha dejado claro que no cree que sea apropiado hacer ese tipo de cambios ahora.[1] Muchos temen que si eligiéramos una constituyente los representantes no serían mucho mejores que los actuales. Otros no quieren pensar en la posibilidad de que se cambie el capítulo económico, uno de los pedidos que viene haciendo la izquierda desde hace mucho.

            Sin embargo, es necesario comenzar a hablar sobre el cambio constitucional, sobre cómo debe darse, y sobre qué es lo que se quiere cambiar y por qué. 

            Existen muchas maneras de llegar a una nueva Constitución. Una de ellas es utilizando los mecanismos de la democracia participativa, en la que los ciudadanos hacen más que votar por representantes. La tecnología hoy facilita que las discusiones se lleven a muchos lugares de manera inmediata. Es dable pensar en lo que los especialistas llaman “deliberación inclusiva”, que incluye asambleas ciudadanas, donde se debaten los cambios propuestos con toda la población; plebiscitos, congresos constituyentes mixtos, en los que participan políticos y ciudadanos comunes. 

            Este es un momento constituyente, pero eso no quiere decir que se deben hacer cambios inmediatos. Se trata de una gran oportunidad para discutir más que para redactar. Hoy, 200 años después de nuestra Independencia, podemos imaginar qué país queremos ser.  


[1] https://lta.reuters.com/article/peru-politica-constitucion-idLTAKBN2802FY-OUSLT

8 comentarios

  1. Gonzalo Quijandria

    Hay un tema pendiente para que funcione cualquier cambio (sea modificación o nueva carta): la reforma del sistema de partidos políticos. Queda claro que estos partidos no representan a nadie, ni antes ni después de las votaciones. No podemos elegir entre ellos para luego dejarles la tarea de modificar la Constitución, ya sabemos que sus intereses no son los de los peruanos.

    • Alexánder Peña Böttcher

      Completamente cierto.
      Absolutamente crítico!!

      • Alexánder Peña Böttcher

        Sin sobreestimar el peso de una Constitución en la calidad, el éxito y el progreso de la Sociedad (pues creo que mucho más importante es la calidad ética y profesional de los congresistas, los miembros del gobierno y los ciudadanos en general), opino que claramente estamos en un «Momento Constituyente». Y no sólo por la evidente particularidad de la coyuntura actual sino también por motivos estructurales evidenciados por ejemplo con el siguiente dato: A pesar de ser casi campeones mundiales en crecimiento del PBI por más de 25 años, a comienzos de este año estábamos tal vez en el último lugar en UCIs per cápita del Mundo.

  2. Federico Alponte-Wilson

    Más allá de pensar si estamos en un momento constituyente de nuestra vida republicana, me preocupa saber si estamos preparados para elegir a nuestros constituyentes… lo comentó también RMP esta semana: “¿… se imaginan a nuestros 130 actuales elegidos redactando una nueva constitución?. Prefiero apoyar -por ahora- la reforma política y este cambio para evitar “vacancias express”.

  3. zeta

    Me gustó mucho y estoy de acuerdo, creo que por ahora la gran mayoría de personas recién estamos despertando y primero tenemos que ordenar nuestras prioridades y entender de verdad qué aspectos queremos cambiar (no solo en términos generales) para luego poder hacer un buen cambio. Buen domingo!

  4. Dina Neumann

    Gracias por la información resumida de las Constituciones que tuvimos y la reflexión. El momento constituyente arrancó ahora, me parece. Quizá tome algunos años, saliendo de la pandemia, recibiendo un nuevo Presidente y nuevos congresistas bajo la constitución del 93, con todas las fallas para filtrar y elegir buenos representantes, aumentando cada vez más la necesidad de hacer cambios.

  5. Martha Bernales

    Pregunta tipo “Asamblea constituyente para dummies”: son necesariamente los partidos politicos los que tienen que crear la proxima constitucion? Los mecanismos de democracia participativa que mencionas deben de al final terminar canalizados por un partido necesariamrnte? Sabemos que los actuales mecanismos funcionan como celulas sin cabeza definida (ahi mas bien las funciones se van alternando y rotando espontaneamente), las cuales se producen al mismo tiempo y se juntan (mismo fractales), y la logica de un partido politico es diferente: lineal y estatica. Si es que todo tiene que pasar por la logica en la que funcionan los partidos, habria que empezar cambiando esta logica, porque ademas, la derecha se va a agarrar del entrampe de “la crisis de los partidos politicos” con garras y dientes para no cambiar la constitucion del 93, de la que se ha nutrido ampliamemte y se quiere seguor nutriendo.

  6. Luis De Las Casas

    Seria irresponsable convocar una constituyente…primero tenemos que resolver la crisis de representatividad para legitimar un nuevo pacto social…para ello es imprescindible un cambio disruptivo. Progongo una reforma constitucional a la actual constitucion en pro de la bicameralidad donde la camara baja tenga representacion politica de los partidos y competencia exclusiva de iniciativa legislativa mientras la camara alta este compuesta por representantes de la sociedad civil y productiva del pais (colegios profesionales, gremios empresariales y de trabajadores y empleados, la academia, y fundamentalmente los cientificos. Su funcion seria filtrar las iniciativas politicas y desintermediar a los partidos y obviamente ser el parachoque del ejecutivo para evitar los enfrentamientos entre poderes.

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