¿Y nuestro divino tesoro?


Ya no somos una nación tan joven y ello trae varios retos


Nuestro Bicentenario ha venido con varias publicaciones interesantes. Una de ellas es el compendio de estadísticas demográficas publicado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), llamado Perú: Estado de la población en el año del Bicentenario, 2021. Tras leerlo el mensaje es muy claro: ya no somos la nación joven que fuimos hace un tiempo.

La edad promedio de los peruanos en la década de los ochenta era de 24 años. En las décadas previas los censos registraban muy pocos cambios en la estructura de la población nacional, pero a partir de entonces comenzó un proceso acelerado. Hoy, la edad promedio de los peruanos alcanza los 33 años. Detrás de los cambios en los promedios se esconden varios detalles interesantes. Los mayores de 60 años, por ejemplo, han pasado de ser el 6% de la población del país a ser el 13%. En términos relativos se han duplicado. En el otro extremo, la población menor de 15 años redujo su presencia notablemente: si en 1981 tales menores conformaban el 41% de la población, hoy son el 25%.

Una de las herramientas gráficas fundamentales de los demógrafos es la pirámide poblacional. En ella se ilustra la distribución de una población según edades. A cada grupo de edad corresponde una barra cuya longitud representa el tamaño relativo del grupo. Tradicionalmente esto se ha llamado pirámide porque los grupos de edades más jóvenes han sido los mas abundantes. Aquí viene lo interesante: como viene sucediendo con gran parte del mundo desarrollado, la “pirámide” poblacional del Peru en el 2021 ya no se ve como una pirámide. En algunos segmentos de la población se ve como una campana y en otros, como un cilindro. Esta transformación visual en las herramientas de análisis demográfico pudiera parecer anecdótica y menor, pero tiene implicancias mucho más profundas. 

Una estadística muy vinculada a la distribución de edades de la población es la esperanza de vida al nacer. Aquí los progresos se ven con mayor claridad. Los nacidos en los ochenta vinieron a un país con una esperanza de vida de 60 años, y quienes nacen hoy se espera que vivan 77 años en promedio. Nunca habíamos ganado tanto: casi dos décadas de vida en medio siglo. Esto se ha conseguido tanto reduciendo la mortalidad de los neonatos como alargando la vida de los adultos mayores. De aquí se desprende que los hogares pobres han sido los más beneficiados. 

Estas buenas noticias traen también algunos retos que necesitamos discutir. A continuación presentaré cinco.

El primero y el más obvio es el de la calidad de vida en la vejez. Viviremos más, ¿pero viviremos mejor? El sistema de salud necesitará, cada vez más, especialistas geriátricos y servicios alrededor de las necesidades de los adultos mayores. Un pendiente igualmente grande es el de las pensiones. Si en la actualidad los ingresos de los adultos mayores ya son motivo de preocupación, este problema se hará más grande porque: (i) tendremos más adultos mayores, (ii) cada adulto mayor vivirá más años, requiriendo por lo tanto mayor acumulación económica, pública y privada para financiar una vejez digna.

Vinculado a lo anterior, hay un segundo reto en el mundo del trabajo. Las tasas de empleo de los adultos mayores vienen en aumento. Detrás de ello hay al menos un par de factores. Por un lado, se trata de personas que no pueden dejar de generar ingresos, pues sus pensiones son nulas o insuficientes. Por el otro, se trata de personas que llegan a la edad de jubilación en pleno uso de sus habilidades cognitivas y motoras. Aún tienen alta productividad laboral y prefieren mantenerse activos por algunos años. Sea por uno u otro factor, más adultos mayores continúan trabajando, pero la economía no tiene capacidad de generar muchos más empleos, al menos no por ahora. Esto implica que quienes están en fila para entrar a trabajar, especialmente los jóvenes, enfrentarán aún más dificultades para encontrar empleos.

Un tercer reto que viene con dejar de ser una nación joven se da en el mundo de la educación. ¿Han notado que dentro de las discusiones alrededor de la pandemia el tema educativo no ha sido prioritario? Se puede pensar en múltiples razones, pero aquí traigo una pista adicional: este ha dejado de ser un problema para muchos hogares. Pensemos en los hogares en los que no hay menores en edad escolar. Para ellos, la discusión de la vuelta a las aulas puede resultar ajena o poco relevante. Hoy esos hogares son mayoría, aunque tan solo veinte años atrás constituían cerca del 25%. Por ello, la  discusión sobre la vuelta a las aulas necesita enfatizar que este es un problema de todos y no solamente de los hogares con hijos en edad escolar.  

Otro reto vinculado a nuestra longevidad es la necesidad de contar con sistemas educativos que formen a lo largo de la vida. Ahora que vivimos más y nuestra vida laboral también se prolonga, será más común ver a las personas reconvirtiéndose laboralmente. Por ello, la oferta de programas de especialización profesional se expandirá en los próximos años. Se necesita pensar en un marco regulatorio que fomente tal crecimiento protegiendo al lado más débil de los mercados: los usuarios.

Cierro esta lista de retos con uno sobre la equidad de género. En nuestro Bicentenario la tasa de dependencia ha alcanzado un mínimo histórico. Esta tasa mide el número de personas dependientes que un adulto tiene a su cargo. Los dependientes son tanto los niños y jóvenes como los adultos mayores. Dentro de ese grupo los niños y jóvenes han venido cayendo, pero los adultos mayores están en aumento. De ahora en adelante la tasa de dependencia va a crecer, impulsada por el aumento de la necesidad de cuidar a los adultos mayores. Y como bien sabemos, dentro de los hogares esos cuidados son responsabilidad mayoritariamente de las mujeres.  Seguramente hay más retos además de los cinco que aquí presento y es importante que actuemos sobre ellos. El mundo viene transitando por cambios vertiginosos y la luz ámbar ya se ha encendido como advertencia. 

3 comentarios

  1. Raymundo Arnao Rondán

    Buen artículo, en la línea de pensar la coyuntura con una necesaria perspectiva de largo plazo, que implican temas estructurales.
    ¡Felicitaciones!

  2. Alcibiades Ricardo Luque Laynes

    Excelente análisis que nos muestra un panorama real de lo que en el futuro se nos viene. A prepararse para eso!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Volver arriba