¿Y las vacunas contra el dengue?


El presente y el futuro de las vacunas para una enfermedad que se espera erradicar


En 2017, cuando diversas localidades de la región Piura se encontraban inundadas y con picos históricos de casos de dengue, un par de centros médicos privados de la ciudad de Piura anunciaron que contaban con una vacuna contra esta enfermedad, la vacuna Dengvaxia. Hasta ese momento la prevención se fijaba en el uso de repelente para mosquitos, cubrir brazos y piernas, implementar mosquiteros y eliminar el agua empozada. El interés por una posible solución a la crisis sanitaria rápidamente se convirtió en una desilusión, y luego en rabia, cuando se conoció el precio total de la vacuna: 1.350 soles por tres dosis.

Las respuestas al anuncio fueron de todo tipo, desde llamar usureros a los centros privados que habían importado esta vacuna, hasta exigir la vacunación gratuita del personal sanitario y solicitar su compra y aplicación pública. Todas eran respuestas válidas en el momento de la crisis. Para poner paños fríos a la situación, los sectores sanitarios públicos y privados especificaron que estas vacunas solo se recomendaban a quienes ya se habían infectado con dengue. Y aún más importante, Sanofi Pasteur, el laboratorio que produce esta vacuna, indicaba un mayor riesgo de hospitalización para quienes la recibían sin haberse infectado previamente con el dengue, lo cual requería que solo la recibieran las personas con un diagnóstico positivo.

El interés por esta vacuna se desvaneció rápidamente, tal vez por su costo o, simplemente, por las contraindicaciones para quienes no habían tenido dengue previamente. Sin embargo, la implementación de las vacunas de dengue es un tema que vuelve a estar en discusión en la actual emergencia, que ya ha superado las cifras de infectados de 2017 y 2022. 

Esta semana, la revista Science ha publicado una revisión realizada por investigadores de Singapur que resume los avances en las vacunas contra el dengue, ayudándonos a comprender por qué estas vacunas no son aún parte del control sobre esta enfermedad.

El interés por desarrollar una vacuna contra el dengue no es un reto nuevo. Esta carrera empezó con los estudios realizados por Albert Sabin durante la Segunda Guerra Mundial. Sabin es recordado por desarrollar la vacuna oral de la polio, que se usó para erradicar esta enfermedad en diversos países, y por iniciar los estudios de las vacunas de otras enfermedades, entre ellas el dengue. Aunque la vacuna de Sabin contra el dengue no llegó a producirse, en años recientes se han sumado otras candidatas de vacuna para esta enfermedad que se espera se convertirá cada vez más en un grave problema sanitario. 

Como el artículo resume, a la fecha hay dos vacunas aprobadas contra el dengue y una en fase 3 de los estudios clínicos. Qdenga (TAK003) del laboratorio Takeda, y Dengvaxia (CYD-TDV), de Sanofi Pasteur, son las dos vacunas aprobadas. Esta última es la que cuenta con registro sanitario en el Perú y se ha comercializado de forma privada nuestro país. Por último, la que se encuentra en fase clínica es la vacuna TV-0003, desarrollada por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos. 

Los investigadores indican que los resultados obtenidos por estas vacunas son seguros para quienes las reciben y eficaces para combatir el dengue. Sin embargo, “todavía hay espacio para vacunas adicionales que provoquen menos efectos secundarios y proporcionen una inmunidad adaptativa aún mejor contra el dengue”. Los investigadores rescatan que en el desarrollo de estas vacunas, además de sus beneficios, lo que han logrado es ampliar nuestro conocimiento sobre cómo nuestro sistema inmune responde al dengue, y por qué las vacunas podrían ser parte para el control de esta enfermedad.

En el desarrollo de todas las vacunas existen retos intrínsecos a ellas y otros que se producen por los contextos en los que se desarrollan las enfermedades. Como indican los investigadores, desarrollar una vacuna del dengue es complicado debido a que esta enfermedad es causada por uno de los cuatro serotipos del dengue. Es por esto que lo óptimo es que una vacuna ofrezca la misma protección para los cuatro serotipos. En la actualidad, de las vacunas aprobadas solo la del laboratorio Takeda ha logrado esto. Sin embargo, los investigadores indican que aún se necesita mejorar la información epidemiológica que tenemos sobre la enfermedad, ya que esta es muy variada al describir quiénes se contagian, cuándo y cómo la desarrollan.  Además, los investigadores indican que no se cuenta con un modelo animal, de ratones o primates, que replique de forma cercana la infección por el dengue, por lo que se depende de voluntarios, como los que han participado en el desarrollo de las dos vacunas ya aprobadas. 

Como indica un artículo publicado por Salud con Lupa, del Ministerio de Salud depende incorporar la compra de las vacunas contra el dengue para una estrategia de control a largo plazo. Sin embargo, aunque somos el país con más casos de dengue por millón, no somos los únicos que estaríamos valorando la compra de estas vacunas. También hay un interés en otros países de la región, que ya han aprobado la vacuna de Takeda, la cual no se ha aprobado en nuestro país. Además de organismos internacionales que están valorando la compra para diversos países. 

Finalmente, los investigadores del artículo publicado en Science indican que las vacunas que actualmente tenemos contra el dengue no son solo una herramienta para prevenir futuros brotes, sino que también son el primer paso para desarrollar las siguientes vacunas contra el dengue. Por ejemplo, se espera que las futura vacunas logren ser de una dosis para facilitar su distribución o que puedan aplicarse a mayores grupos de la publicación. Los autores del artículo son claros en que no aconsejan que los diferentes gobiernos esperen a una posible futura vacuna porque el dengue ya es una crisis sanitaria en diversos países, como el nuestro. En concreto, recomiendan desarrollar de planes de salud para la futura aplicación de las vacunas ya desarrolladas contra el dengue. Esto debería ocurrir en paralelo a los avances de investigación “para el máximo beneficio de la salud pública” y así convertir al dengue en una enfermedad prevenible mediante la vacunación. 


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