Vuela la viruela 


Cosas que debimos aprender del Covid-19 ante los brotes de la viruela símica


Cuando ya empezaba a decrecer la aprensión que nos causa el coronavirus ha aparecido como una amenaza la viruela del mono, fruto de un virus que no es nuevo y que ha empezado a circular en ciertos países. Es de notar que nuestra experiencia con la pandemia actual nos lleva hoy a tener una actitud diferente con este virus, un interés que se debate entre la zona de la sensatez y la de la exageración.

Por un lado, no se nos escapa la facilidad con que los medios de comunicación convierten a un número pequeño de pacientes en una posible pandemia. Recordamos el “fluorona”, que nunca fue un virus, y menos una versión 2.0 de la pandemia. Mientras los expertos insistían en que el virus de la influenza y el virus del coronavirus podían coinfectar a un paciente, varios medios alertaban casi sobre el fin del mundo. Una atención similar la tuvieron ciertas gripes, especialmente las aviares con brotes en el continente asiático, las cuales eran presentadas como pandemias en desarrollo para luego ser olvidadas en el ciclo usual de las noticias. 

Pero aunque seamos escépticos con la atención que los medios le dan a ciertas enfermedades, también existe cierto recelo con la supuesta sensación de calma. Nuestros recuerdos aún frescos de los inicios de la pandemia nos llevan a desconfiar de aquellas voces que intentan transmitir tranquilidad en una situación en desarrollo: la pandemia misma nos ha enseñado a ver a la evidencia científica como información en construcción. Lo que creemos de un virus puede cambiar con la nueva evidencia y lo que nos indican los científicos también está sujeto a cambio. De la misma forma, somos —o deberíamos ser— escépticos con los políticos que nos indican que todo está bajo control, o que una pandemia tiene una duración establecida. 

Es en este escenario que nos preguntamos qué significan los brotes de la viruela del mono, un virus de la misma familia del virus de la viruela humana, pero que usualmente no encabeza titulares. Como recordamos, la viruela humana fue una de las enfermedades más letales que la humanidad ha experimentado y que ya se considera extinta gracias a la vacunación universal. Algunas personas solo han sabido de la viruela humana en los libros de historia, donde es considerada uno de los facilitadores de la colonización, mientras que otros algo mayores sí recuerdan haber recibido vacunas para la misma. Dicha viruela no es exactamente la viruela del mono, pero el hecho de ser de la misma familia convierte al de la viruela símica en un virus medianamente conocido, y por lo mismo, de interés para la salud pública. 

A diferencia del supuesto virus del fluorona, los expertos sí han dado la señal de alerta para los casos de la viruela del mono. En el caso del Perú, el 19 de mayo se publicó la alerta epidemiológica para este virus, aunque hasta la fecha no se ha identificado ningún caso. Nos puede llamar la atención que se produzca una alerta sin haber identificado pacientes, sin embargo, sabiendo que hay casos en otros países como Reino Unido y Estados Unidos, existe un interés por identificar posibles casos y alertar al personal médico para encontrar los síntomas tempranamente.

Las alertas de las agencias de salud y los titulares de las noticias envían una señal a la población para que podamos identificar posibles síntomas, acudir rápidamente a recibir tratamiento y monitorear a nuestro círculo cercano. Sin embargo, el posible aspecto positivo de cubrir brotes inesperados de ciertas enfermedades depende de qué tratamiento le den las noticias a estos casos y de cómo comuniquen los expertos la información que saben y la que ignoran.

Con la pandemia del coronavirus deberíamos haber aprendido a valorar la incertidumbre,  sin embargo, en los pocos días en que la viruela símica viene concitando atención con sus docenas de casos, ya hemos visto repetir errores en los medios de comunicación, especialmente en aquellas notas que indicaban que la viruela del mono afecta predominantemente a hombres homosexuales, como insinuó este titular de CNN en español. Los expertos y agencias de salud indicaron luego que algunos de los casos sí se han producido en hombres que tienen sexo con hombres, sin embargo, la viruela símica no es una enfermedad de transmisión sexual, pues se puede propagar por cualquier tipo de contagio directo, incluidas las relaciones sexuales, pero no de forma exclusiva. Como nos recordó el historiador Juan Lan en un artículo como invitado de Jugo de Caigua, de los primeros años de la pandemia del SIDA aprendimos el rol que tienen los medios de comunicación para generar narrativas sobre una enfermedad. En el caso de la viruela del mono, una comunicación incorrecta que intenta asociar al virus a conductas morales afectará qué tan rápido se pueda identificar y tratar a determinados pacientes. 

Por el momento es muy temprano para determinar qué implicancias tendrá la viruela del mono, si se convertirá en una pandemia o sí se mantendrá como una alerta controlada. Se sabe que la vacuna de la viruela es útil contra este tipo de virus, pero también conocemos la dificultad de producir y administrar vacunas a una población entera. Al mismo tiempo, la aparición de enfermedades infrecuentes nos recuerda lo vulnerables que nos hace la conectividad, tanto en la expansión de los virus en países no conectados geográficamente, como en la creación de pandemias que solo llegan a infectar los titulares. 

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