Una semana sin paralelo 


¿Cuál es la salida política cuando nadie se siente representado?


En la última semana decir que el Perú está en llamas ha dejado de ser un recurso metafórico para, tristemente, tornarse literal. El Perú se incendia, y lo vimos en una casona centenaria en el centro de Lima durante la marcha multitudinaria del jueves, y en la quema de una comisaría en Puno, una vez más con muertos y heridos que lamentar.

Mientras tanto, la presidenta Dina Boluarte aseguró en su mensaje a la Nación que “la situación está controlada”. ¿Pero a qué se refería? ¿Realmente se puede decir que en las seis semanas que lleva en el mando algo está realmente bajo control en el Perú? Ya son más de cincuenta muertos, centenares de heridos, carreteras y aeropuertos cerrados, millones en daños materiales y una interminable sensación de desazón.

El diagnóstico es claro. El país se desangra y la presidenta no cuenta con legitimidad para seguir al mando, pero se rehúsa a aceptarlo y se aferra a su condición de “presidenta constitucional”. En efecto, Boluarte ha seguido todos los pasos que dicta la ley para la sucesión presidencial. Pedro Castillo atentó contra la Constitución y a ella le tocó reemplazarlo. Pero en circunstancias como las actuales ¿es eso suficiente? ¿Podemos seguir teniendo este nivel de movilización y considerar realmente que cuenta con la legitimidad para gobernar? Difícilmente.

Hay una diferencia entre la legalidad y la legitimidad, dos conceptos conectados, parecidos, pero no iguales. Dina Boluarte es legalmente la presidenta del Perú. De eso no hay duda alguna: ahora su gabinete cuenta con el respaldo del Congreso y ella es legalmente la presidenta del Perú. 

Pero el problema de legitimidad que tiene la señora Boluarte no es menor: en más de la mitad del país se cuestiona si debe seguir al mando. Muchos piden el regreso del profesor Castillo, algo que es imposible, además de ilegal. Otros reclaman la necesidad de que la presidenta renuncie y que se llamen inmediatamente a elecciones, sin necesidad de pasar por el proceso de adelanto de elecciones para el 2024 que se debate en el Congreso. Y no faltan quienes quieren que todos se vayan de inmediato y que se llame a una Asamblea Constituyente.

La situación no tiene visos de solución y, de momento, lo más ausente son los liderazgos, tanto políticos como de la sociedad civil. Las movilizaciones no están coordinadas y responden al cansancio de la población más que a la organización y el planeamiento. Esta “marcha de los Cuatro Suyos”, a diferencia de la del año 2000, no ha sido articulada y no tuvo un centro que la dirigiera a un solo objetivo. El hartazgo es generalizado, pero las posibles soluciones no saltan a la vista y no se escuchan voces que presenten propuestas que nos puedan sacar del entrampamiento.

El Congreso, que debería ser el lugar desde donde se planteen las soluciones debido a que —por lo menos en teoría— es donde están los representantes, parece haber dejado la iniciativa de lado. En estos días no se ha oído a los legisladores presentar propuestas o esgrimir posibles soluciones, o simplemente buscar convertirse en interlocutores de quienes están tan molestos. El Ejecutivo ha mostrado que su única arma es la fuerza y se ha dedicado a enviar a la policía a lanzar bombas lacrimógenas, perdigones y balas. Algunas de las escenas en Lima y en provincias son realmente dantescas, con personal armado hasta los dientes lanzando fuego desde tanques.

Si bien distintas iglesias han lanzado comunicados pidiendo el dialogo y la calma, poco es lo que han hecho en realidad. A diferencia de ellas, dos universidades nacionales han tomado una posición de liderazgo. Los estudiantes de la Universidad de San Marcos han tomado el campus para alojar a los manifestantes venidos de provincia y se han establecido cadenas de apoyo para llevar agua y víveres. Mientras tanto, la Universidad Nacional de Ingeniería ha hecho algo que no ha hecho ninguna otra institución y le ha abierto las puertas de su campus a los manifestantes. En este caso no han sido los estudiantes, sino el rector, y esperemos que desde aquí se pueda abrir un espacio para el dialogo.

Es descorazonador, además, que mientras esta semana seguía los eventos a la distancia y buscaba algún paralelo histórico para poner en contexto lo que está sucediendo en el Perú, no haya encontrado una situación parecida en el pasado.  Lo que está ocurriendo ahora es histórico y estamos en medio de ello. Es de momento casi imposible vislumbrar una salida, vemos a los diferentes actores atornillados en sus posiciones, tanto al Ejecutivo como al Legislativo apelando a la legalidad, olvidando que lo legal no tiene mucho asidero sin lo legítimo. 

La legitimidad del poder viene del convencimiento que tienen los gobernados de que quienes los gobiernan los representan; que, si bien votaron o no por ellos, fueron elegidos por la mayoría para gobernar. En ese principio se basa la democracia. Quienes en 2021 fueron derrotados en las urnas y cuestionaron la legalidad de las elecciones desestimando el voto de miles de peruanos, y salieron a las calles a declarar ilegítimo al gobierno, no se daban cuenta de que le estaban dando un primer gran puntapié a la democracia. Hoy, quienes salen a pedir el adelanto de elecciones, la salida de Boluarte y la Asamblea Constituyente le están dado otro. Pero desde el momento en que la solución planteada desde el poder es la represión y matar a peruanas y peruanos, su legitimidad para gobernar desaparece. 

Nos encontramos en una encrucijada y la solución no se vislumbra. Es momento de buscar la forma de conseguir esa legitimidad perdida y, de momento, creo que eso solo pasa por volver a las urnas, más pronto que tarde.

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Post Scriptum: 

Antes de enviar este texto me llegaron las noticias del violento desalojo  y los cientos de detenidos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos por parte de la policía. Mientras tanto, la Universidad Nacional de Ingeniería ha sido rodeada de tanquetas con soldados. La presidenta sigue perdiendo legitimidad y se sigue cerrando a la posibilidad de tener interlocutores válidos. Me preocupa pensar qué pasará la próxima semana.


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3 comentarios

  1. Nancy Goyburi

    ¡Muy buen artículo! Especialmente, por establecer la diferencia entre legalidad y legitimidad del actual Gobierno de Dina Boluarte.

  2. David

    Lamentablemente el ejecutivo y legislativo no comprenden la legitimidad solo se atornillan en la legalidad mientras en el Peru nos estamos matando entre peruanos y fracmentandonos socialmente cada vez mas por solo interpretar la legalidad

  3. Ruben diaz

    SE FALTA A LA VERDAD CUANDO SE DICE SE LANZA FUEGO DE LOS TANQUES, QUIERO PENSAR QUE ESTA MAL INFORMADA PORQUE ESO NO HA SUCEDIDO, HA AHABIDO EXCESOS, EN SITUACIONES COMO ESTA SIEMPRE LOS HAY PERO USTED CALLA Y NO DICE NADA DE UN POLICIA MUERTO E INCINERADO
    USTED HABLA DE LA LEGITIMIDAD DEL PODER Y DEL CONVENCIMIENTO QUE TIENEN LOS GOBERNADOS DE QUE QUIENES LOS GOBIERNAN LOS REPRESENTAN, EL EX-PRESIDENTE CASTILLO ANTES DE DAR SU GOLPE DE ESTADO TENIA UNA ACEPTACION DE MENOS DEL 26%
    ES MUY FACIL HABLAR DESDE EL EXTRANJERO Y OPINAR DE LO QUE SUCEDE EN NUESTRO PERU, PERO TODOS LOS QUE VIVEN FUERA NO SE ATREVN A REGRESAR Y MENOS TRAER A SUS HIJOS A QUE VIVAN EN EL PERU

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