¿Se acerca nuestra primera crisis económica del siglo XXI?
La semana pasada, y por primera vez en su historia, el Consejo Fiscal (CF) convocó una conferencia de prensa. Como deberíamos saber, el CF es en Perú el defensor de las finanzas públicas, de manera similar a como el Defensor del Pueblo debería ser el defensor de la ciudadanía frente a los abusos y la incompetencia del Estado. A pesar de las dificultades de los últimos años, el CF siempre cuenta con economistas de primera línea. Si esta vez decidieron realizar un acto público sin precedentes, debe ser porque la situación no tiene precedentes.
Un resumen muy claro y conciso de las alertas que nos ha dado el CF ha sido escrito por Marita Yrigoyen, por lo que les invito a revisarlo. Spoiler alert, y en palabras de Alonso Segura, presidente del CF: la actual situación financiera originada por el Congreso y no corregida por el Ejecutivo, en fácil, equivale a que nos hubiéramos sobregirado con la tarjeta de crédito.
Lo que quiero reflexionar con ustedes hoy es sobre cuán común es esta situación de rompimiento de las cuentas fiscales a causa de políticos incompetentes o, como diría Alfonso Quiroz, “individuos que aprovechan su posición como un camino para el enriquecimiento monetario personal”. Un nuevo spoiler alert viene a colación: en nuestra historia republicana es más común de lo que quisiéramos admitir. Esto es recordado, por enésima vez, por Heraclio Bonilla en La trayectoria de la deuda externa, un ensayo con el cual contribuye a la excelente colección que él, junto a Guillermo Rochabrún y Bruno Seminario, editan y que se titula Perú: transformaciones y permanencias en dos siglos de República, la cual se encuentra disponible en la página web de OtraMirada. El libro está compuesto de treinta artículos que reflexionan, con una mirada de largo plazo, sobre diferentes aspectos de nuestra sociedad.
Bonilla es uno de los historiadores económicos más destacados de nuestro país. Se ha especializado en el siglo XIX, que fue ciertamente dominado en términos económicos por la incapacidad del Perú de aprovechar la riqueza producida por ese regalo de la naturaleza que es el guano de las islas. En su artículo para el libro, Bonilla nos exige conocer la experiencia peruana con la deuda externa por su carácter singular y único. A pesar de ser exportador neto de capitales a través de las exportaciones de recursos naturales, llegado el punto, entrábamos en periodos de escasez de financiamiento por sobregirarnos en el gasto. Para cubrir el déficit, acudíamos al mercado internacional de capitales para endeudarnos sin pensar en las consecuencias a mediano y largo plazo, entre otras razones, señala Bonilla, porque quienes toman las decisiones de gasto hoy y de endeudamiento mañana, ya no estarán para afrontar los resultados de su mirada miope.
Eso es exactamente lo que está pasando ahora y sobre lo cual nos alerta el CF, por lo que resulta una regularidad de nuestra historia económica. Pero todo lo pasado ocurrió sin las instituciones y realidades económicas que hoy sí tenemos: la regla madre —en palabras de Waldo Mendoza— que impide que el Banco Central le preste dinero al fisco para financiar el déficit, una bajísima deuda externa como proporción del producto, un acceso casi privilegiado al mercado de capitales para colocar nuestros bonos soberanos a tasas de interés razonables, un Consejo Fiscal que alerta sobre el estado de las finanzas públicas, una regla fiscal que coloca un tope al crecimiento anual del gasto público, la prohibición de que el Poder Legislativo tenga iniciativa de gasto, etc.
¿Qué ha fallado entonces? Podríamos hacer un rosario de razones. Por mi parte, ofrezco la siguiente: la miopía de quien detenta el poder para aprovecharlo personalmente nos ha llevado a un Tribunal Constitucional que interpretó de una manera extraña la Constitución y así le restituyó de hecho la iniciativa de gasto al Poder Legislativo, al mismo tiempo que hemos visto a un Poder Ejecutivo que dependía del Legislativo, por lo cual evitó enfrentarlo y frenar sus iniciativas de gasto para mantenerse en el poder.
En este reacomodo de la política, vamos camino de destruir nuestra estabilidad económica conseguida con tanto sacrificio.
Honestamente, no pensé que lo volvería a ver.
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